Moncloa trata de reconducir las relaciones con Junts per Catalunya, y está decidida a jugar todas las bazas de las que dispone para lograrlo. En un Congreso tan fragmentado, con una mayoría tan difícil de invocar para aprobar leyes, el Gobierno de Pedro Sánchez se afana hoy más que nunca en controlar los tiempos. Junts, que lleva dos semanas escenificando su ruptura con el Ejecutivo, le salvó esta semana en dos votaciones de peso.
Y ahora, con los actos por los cincuenta años de la muerte del dictador Francisco Franco, las elecciones extremeñas (21 de diciembre), las navidades y el mes inhábil de enero, el Gobierno ve acercarse en el horizonte un periodo de mínimo riesgo de derrota parlamentaria, que está decidido a utilizar.
Con este frenazo legislativo en el horizonte, así como con el espaldarazo del abogado general de la UE a la ley de amnistía, creen contar con margen para reconstruir puentes.
Por mucho que, en el discurso público, el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, destaque que la aplicación de la amnistía a Carles Puigdemont “no depende del Gobierno”, fuera de cámara no ocultan que ven un paso más cerca este escenario. Y destacan que el abogado general de la UE viene a dar por válidos sus argumentos en lo que toca a la legalidad del perdón a los involucrados en el procés.
La consigna: evitar riesgos
Fuentes de Moncloa no dejan de celebrar que, en las votaciones del jueves, primara la “lógica del contenido”. “Junts ha votado conforme a lo que creen que es correcto”, afirman. Eso les permitió salvar la Ley de Atención al Consumidor, además de evitar que prosperase una enmienda del PP a la ley de Movilidad Sostenible para alargar el ciclo de vida útil de las centrales nucleares.
“La política debería ser así”, insisten. Sin embargo, y por si Junts tiene la tentación de darles un nuevo portazo, el orden del día de la próxima semana evidencia que no correrán riesgos. Al esfuerzo por situar en la agenda los actos por los 50 años de la muerte del dictador y la recuperación de la democracia, se une un pleno sin más iniciativa del Gobierno que la convalidación de un real decreto ley que amplia la cobertura de la ley ELA a otras enfermedades irreversibles.

Sólo habrá dos plenos más antes de las elecciones extremeñas, y en el PSOE asumen que deberán medir con cuidado ante la inminencia de que la cita con las urnas guíe el sentido de voto de los distintos partidos.
Después llegarán las navidades. Y, aunque enero es inhábil, se prevé algún pleno extraordinario. Previsiblemente, para convalidar un real decreto ley ómnibus como los que acostumbra a aprobar Sánchez en los últimos Consejos de Ministros del año.
La Cámara Baja no volverá a funcionar a velocidad de crucero hasta febrero, pero esto no significa que el Gobierno vaya a volver a jugársela con los votos de Puigdemont en el corto o medio plazo. De hecho, en el PSOE contemplan que buena parte de las iniciativas que decidan impulsar tengan cierta vinculación con Cataluña. Una conexión que, a priori, pueda servirles para atraer el interés de Junts y facilitar que las respalden con sus votos.
A las puertas de un nuevo ciclo electoral, que habitualmente desemboca en un frenazo legislativo, y a apenas un año de 2027, dos meses de menor desgaste público a cuenta de las derrotas parlamentarias es mucho tiempo. Sánchez quiere apurar la legislatura hasta el final, y los suyos creen que dos meses sin recibir los dardos de Junts -y de Podemos- puede permitirles tomar aire para los meses que vendrán.

El calendario presupuestario, rodeado de incógnitas
En cualquier caso, el cambio de ritmos es evidente y va más allá del orden del día en el Congreso: la vicepresidenta primera y ministra de hacienda, María Jesús Montero, que lleva semanas amagando con activar la tramitación presupuestaria con la aprobación de la senda de déficit, ha ido posponiéndolo.
Finalmente, el lunes aprobarán los objetivos de déficit en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), y el martes podrá oficializarlos en el Consejo de Ministros. Sin embargo, esto no garantiza que lleve la primera piedra de los Presupuestos al Consejo de los Diputados de inmediato, si no tiene visos de lograr un acuerdo. El Gobierno tampoco se compromete hoy a llevar las cuentas públicas a la Cámara antes de que acabe el año, como planteaba Sánchez.
Junts ya anticipa que votará contra los objetivos de déficit, pero el Gobierno mantiene conversaciones a varias bandas, y sabe que no puede renunciar a sus votos. Por lo pronto, les interesa seguir maniobrando a fuego lento. Tienen en sus manos forzar un nuevo cambio de rimo si pueden sacarle provecho. Hoy por hoy, no cuentan con ello.



