Con la llegada del verano y las altas temperaturas, pocas cosas resultan tan apetecibles como un buen helado. Pero si estás embarazada, es normal preguntarse si este capricho dulce y refrescante es seguro para ti y tu bebé. La buena noticia es que sí se puede comer helado durante el embarazo, aunque es importante hacerlo con moderación y eligiendo opciones adecuadas.
Un antojo clásico del embarazo
Muchas mujeres embarazadas afirman tener antojos más intensos durante esta etapa, y el helado es uno de los más comunes. Su textura cremosa, su sabor dulce y su efecto refrescante lo convierten en una tentación difícil de resistir. Además, contiene calcio, un mineral esencial en el embarazo para el desarrollo óseo del feto y para proteger la salud ósea de la madre.
No obstante, no todos los helados son iguales, y es aquí donde entra la importancia de saber qué tipo de helado consumir para no poner en riesgo ni la salud materna ni la del bebé.
¿Qué helados conviene evitar?
La principal precaución durante el embarazo está relacionada con el riesgo de infecciones alimentarias, como la listeriosis o la salmonelosis. Estos patógenos pueden encontrarse en alimentos elaborados con ingredientes crudos o mal conservados.
Por eso, es recomendable evitar:
- Helados artesanales caseros o de origen dudoso, especialmente si contienen huevo crudo (como algunas recetas tradicionales de helado de vainilla o chocolate).
- Helados de heladerías no certificadas que no aseguren un adecuado control sanitario.
- Helados blandos de máquinas expendedoras, ya que pueden acumular bacterias si la limpieza no es la adecuada.
También es importante controlar el contenido de azúcar y grasas saturadas en los helados industriales, ya que un consumo excesivo puede favorecer un aumento de peso poco saludable y elevar el riesgo de diabetes gestacional.
¿Qué helados son seguros durante el embarazo?
Los helados industriales pasteurizados, como los que se venden en supermercados de marcas reconocidas, son seguros siempre que su envase indique que han sido elaborados con leche y huevos pasteurizados. Esto elimina prácticamente el riesgo de infecciones.
Otras opciones saludables y seguras incluyen:
- Helados de yogur natural bajo en azúcar.
- Polos caseros de fruta natural congelada, sin azúcares añadidos.
- Helados veganos elaborados con bebidas vegetales (como leche de almendra o de coco) y endulzados con fruta.
Estas alternativas no solo reducen el contenido calórico, sino que también aportan nutrientes y son más digestivas, especialmente útiles durante los meses en los que las náuseas o el ardor de estómago pueden ser frecuentes.
Beneficios (moderados) del helado en el embarazo
Consumido con moderación, el helado puede tener algunos beneficios:
- Alivio del calor y la deshidratación en verano.
- Aporte de calcio y proteínas, si es un helado lácteo.
- Mejora del estado de ánimo, gracias a la liberación de dopamina que produce el placer de comer algo dulce.
Además, concederse un pequeño antojo puede ser positivo a nivel emocional. El embarazo es una etapa de grandes cambios, y encontrar momentos de disfrute también forma parte del bienestar general.
Tomar helado durante el embarazo es seguro, siempre que se elijan productos pasteurizados, bien conservados y consumidos con moderación. No hay por qué renunciar a este placer veraniego, pero es fundamental leer las etiquetas, evitar productos caseros no supervisados y apostar por opciones más saludables.
Como siempre, en caso de duda, lo mejor es consultar con tu matrona o ginecólogo, especialmente si existe un diagnóstico previo como diabetes gestacional, intolerancia a la lactosa u otras condiciones.
Un helado de vez en cuando no solo es seguro, sino también una deliciosa forma de disfrutar esta etapa única de la vida.