Un buen descanso viene bien a cualquier edad. Pero en los niños, las siestas mejoran el desarrollo cognitivo y les brinda otros beneficios, según señalan los expertos. A pesar del miedo de las madres y los padres de que sus hijos no descansen bien por la noche, la ciencia demuestra que en realidad, los aportes positivos de este breve descanso diurno son muchos.
Entre otros beneficios, las siestas mejoran el desarrollo de los niños

La experta en neuropsicología Stéphanie Mazza, de la Universidad de Lyon, comentó con SudOuest los beneficios de un buen descanso en los niños de hasta 6 años. Primeramente, desmintió cualquier interferencia con el sueño por la noche. Según ella, sucede todo lo contrario, ya que se añade un tiempo de descanso de calidad al día.
Unos 45 minutos son más que suficientes para que los pequeños se beneficien de la siesta, dice la investigadora. Dormir bien ayuda a la maduración del cerebro, y favorece una mejor preparación de cara al aprendizaje en el colegio.
Según señala, los niños y niñas menores de 6 años de edad que tienen un buen descanso, complementado con siesta, tienen un mejor rendimiento cerebral y académico. En particular, mejoran en el lenguaje, y en la calidad del aprendizaje futuro inmediato, ya en Primaria con entre 6 y 12 años.
Mazza cree firmemente que un sueño insuficiente y de mala calidad impide el correcto desarrollo cognitivo, indicando que durante un buen descanso, “el cerebro reproduce lo aprendido para consolidarlo y transferirlo a la memoria a largo plazo“.
El efecto probado de la siesta en niños y otros datos

Concienciar sobre la siesta también tiene ventajas. Stéphanie Mazza creó en la universidad junto con otros compañeros un kit que cuenta con más de 60.000 descargas y se ha empezado a usar por todo Lyon. Con este kit, a través de una peculiar vieja tortuga, los niños entienden mejor el funcionamiento del sueño y su impacto.
Según indica, han conseguido demostrar que los niños que siguen el programa, “se duermen más rápido y se despiertan menos por la noche“. En Francia, la siesta está integrada en las etapas preescolares, y expertos como Mazza defienden políticas educativas flexibles para favorecer un buen descanso.
Al fin y al cabo, las siestas mejoran el desarrollo de los niños, y organismos como la OMS recomiendan unas 10 horas de sueño totales (o más) en los menores de 6 años. Así que estas pausas pueden ser un gran aliado para alcanzar esa meta, y permitir que los niños obtengan sus múltiples beneficios.
Para ello, intentar introducirla después de comer (o al llegar de clase, si no es tarde) y en un entorno oscuro, sin alteraciones como ruidos o pantallas, conseguirán que los niños puedan descansar bien sin impedimentos.
No es un capricho infantil, es una pausa de descanso probada científicamente para mejorar el aprendizaje, la estabilidad emocional y la salud de los niños. Algunos la necesitan durante más años, otros durante menos tiempo. Pero forzar su eliminación puede perjudicar al correcto rendimiento cerebral de los pequeños.