El verano trae consigo días más largos, temperaturas elevadas y, en muchos casos, una sensación de fatiga que se acentúa tras las comidas. En este contexto, la siesta se convierte en una aliada para muchos. Pero, ¿realmente es saludable dormir la siesta en esta época del año?
El cuerpo pide descanso
Durante las primeras horas de la tarde, entre las 13:00 y las 16:00, el cuerpo humano experimenta una bajada natural de energía. Esta somnolencia postprandial no solo está asociada a la digestión, sino también a los ritmos circadianos que regulan el ciclo del sueño. En verano, el calor acentúa este cansancio y hace que el cuerpo demande una pausa.
Dormir la siesta en estos momentos puede ayudar a reducir la fatiga, mejorar la concentración y restablecer el ánimo. Sin embargo, no todas las siestas son igual de beneficiosas. La duración y el momento en el que se realiza son claves para que tenga efectos positivos.
Beneficios de la siesta corta
Una siesta breve, de entre 20 y 30 minutos, puede tener múltiples beneficios. Ayuda a mejorar el rendimiento cognitivo, aumenta el estado de alerta y favorece el equilibrio emocional. También puede reducir el estrés y mejorar el humor, especialmente en personas con jornadas intensas o sometidas a altas temperaturas.
Además, una siesta corta no interfiere con el sueño nocturno, lo que la convierte en una opción viable para la mayoría de las personas. Lo ideal es dormirla en un entorno fresco, con poca luz y sin ruidos, lo que facilita el descanso sin caer en un sueño profundo.
Cuando la siesta se vuelve contraproducente
Dormir más de 30 minutos por la tarde puede provocar lo que se conoce como “inercia del sueño”: una sensación de aturdimiento, confusión o pesadez al despertar. Este estado puede durar varios minutos e incluso afectar al rendimiento durante el resto del día.
Además, si la siesta se convierte en una costumbre prolongada y diaria, puede tener efectos negativos en la calidad del sueño nocturno. En personas que ya sufren insomnio o problemas para conciliar el sueño, una siesta larga puede empeorar la situación. También se ha observado que el exceso de sueño diurno está relacionado con ciertas alteraciones metabólicas, como el aumento de peso o desequilibrios en la presión arterial, especialmente si no se acompaña de una rutina saludable.
Recomendaciones para una siesta saludable
Dormir la siesta en verano puede ser muy saludable si se siguen algunas recomendaciones básicas:
- Duración limitada: Entre 15 y 30 minutos es el tiempo ideal para descansar sin caer en un sueño profundo.
- Horario adecuado: Lo mejor es hacerlo justo después de comer, entre la 1 y las 3 de la tarde.
- Ambiente propicio: Lo ideal es un lugar fresco, silencioso y con poca luz.
- Evitarla si hay insomnio: Si ya se tienen dificultades para dormir por la noche, es mejor evitar la siesta.
¿Quiénes se benefician más?
La siesta puede ser especialmente útil para quienes trabajan al aire libre o en ambientes calurosos, personas mayores, estudiantes y profesionales que necesitan mantener un alto nivel de concentración. También es una buena herramienta para madres y padres con hijos pequeños, que muchas veces tienen noches interrumpidas.
Por otro lado, no es recomendable para quienes tienen un sueño nocturno irregular o experimentan somnolencia excesiva durante el día, ya que puede indicar un problema subyacente que debería ser evaluado.
Si se hace bien, puede ser una aliada para la salud
La siesta en verano, bien gestionada, puede ser una herramienta excelente para mejorar la salud física y mental. Es una forma natural de escuchar al cuerpo y responder a sus necesidades de descanso, especialmente cuando el calor agota la energía. La clave está en la moderación y en respetar los ritmos naturales del sueño. Si se convierte en un hábito breve, consciente y adaptado al estilo de vida de cada persona, puede ser mucho más que una simple costumbre: una verdadera aliada para el bienestar.