La fiesta de San Juan ya pasó y se cumple el refranero: Por San Juan, el calor empieza a apretar. A partir del sábado, España vivirá la primera ola de calor de este verano, con temperaturas muy altas, tanto de noche como de día. Hasta las lagartijas van a tener que sacar los abanicos, según los pronósticos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
¿Nos afectará a todos por igual? Los niños pequeños y los ancianos son los más vulnerables. También lo sufren más las personas con enfermedad cardiovascular, renal, metabólica… ¿Afecta también el hecho de ser mujer? ¿Lo toleramos mejor o solo lo aparentamos como muestra de actitud estoica? No cabe duda. Las mujeres son más vulnerables -hasta veinte veces más-que los hombres cuando las temperaturas se disparan por encima de los 30ºC.
El problema es que el calor no detiene nuestra actividad cotidiana y esto nos lleva erróneamente a pensar que hemos desarrollado una suerte de resiliencia. Pero, cuidado. El sol, cuando abrasa, nos pone en primera línea y no precisamente para dejarnos un bonito bronceado. Precisamente esta percepción provoca una de las primeras vulnerabilidades, sobre todo en mujeres mayores que viven solas y continúan realizando sus tareas domésticas.
Este efecto se intensifica en los barrios con menos recursos, generalmente sin acceso a un sistema de ventilación o acondicionado en sus viviendas, que, además, tienen peor aislamiento. Ellas dedican más tiempo a las tareas domésticas y a la cocina, lo que provoca que el calor sofocante acentúa las diferencias biológicas y fisiológicas, que también existen, como veremos a continuación. Es una realidad a menudo tan subestimada como lo es, de hecho, este tipo de trabajo no remunerado.
Habrá que tomar nota de un histórico veredicto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que, en abril de 2024, dictaminó que el Gobierno suizo violó los derechos humanos de un grupo de ancianas suizas, que vieron agravados sus problemas de salud durante las olas de calor a causa de la falta de atención.
En España, la temperatura ha aumentado casi dos grados centígrados en las últimas décadas. 0,57º C por cada diez años. Se ha producido un aumento de las olas de calor, tanto en frecuencia como en intensidad, y esto está teniendo un claro impacto en la salud de la población femenina. Y la causa no es solo la longevidad.
Según un trabajo de Miguel Ángel Navas, investigador del Instituto de Salud Carlos III, hay evidencia de que las mujeres pueden ser más vulnerables al calor extremo que los hombres, a pesar de que los hombres presentan tasas más altas de insolación. Existen diversos mecanismos fisiológicos y biológicos que podrían explicar esta mayor vulnerabilidad, diferencias con respecto a los hombres en la sudoración, la tensión cardiovascular, el porcentaje de masa muscular, el índice de masa corporal y la soledad.
En primer lugar, el sudor. Una mayor presencia de tejido adiposo o grasa corporal dificulta la eliminación del calor. La mujer suda la mitad que el hombre. Si es mayor, la mitad que una más joven. Por tanto, la capacidad de desafiar el calor a través de su cuerpo es más baja y reacciona a las altas temperaturas con un incremento en la producción de sustancias vasoactivas que pueden variar el flujo sanguíneo y la presión arterial.
Este fenómeno se hace más patente en la menopausia por la falta de producción de estrógenos. Con el descenso de estas hormonas, el organismo pierde parte de los centros termorreguladores que favorecían la adaptación a los aumentos bruscos de temperatura. El factor hormonal está presente en los diferentes ciclos femeninos. Mike Tipton, profesor de fisiología humana y aplicada en la Universidad de Portsmouth, ha estudiado a fondo los cambios de temperatura según el momento del mes y ha visto que, en los días posteriores a la ovulación, la temperatura corporal es hasta casi un grado más alta por el aumento de progesterona. Durante la primera mitad del ciclo menstrual, los niveles más elevados de estrógenos permiten cierto alivio.
También durante el embarazo, las investigaciones han demostrado mayor susceptibilidad a los cambios intensos de temperatura, debido al flujo sanguíneo y la temperatura metabólica basal, especialmente en el primer trimestre. En las siguientes etapas de la gestación, cuando los niveles de estrógenos son altos, la temperatura corporal central baja, probablemente como un mecanismo biológico para proteger al feto.
En España, los resultados de Navas indican que existe una gran heterogeneidad geográfica en la adaptación de los sexos. En términos generales, buena parte de las provincias situadas en la zona mediterránea muestran una mejor aclimatación que las situadas en el centro del país, el norte y en Canarias. Es decir, aquellas provincias que tienden a experimentar temperaturas más altas muestran una mayor adaptación. También podría explicarse por la presencia de equipos de aire acondicionado, mayor en las regiones del sur, según el Instituto Nacional de Estadística.
Cualquier investigación que tomemos nos lleva a la misma conclusión: el calor se enseña especialmente con la mujer, aunque sude menos. Los investigadores neerlandeses Yvette van Steen y Anna Maria Ntarladima han revisado los resultados de 68 estudios sobre el impacto de las olas de calor en Europa en ambos sexos. De los trece que presentaban resultados diferentes según el sexo y el grupo de edad, ocho mostraron peores datos de salud para las mujeres debido a mecanismos fisiológicos y también sociales. Además de las causas señaladas, detectaron cómo los niveles de ansiedad y estrés que ocasiona el calor ejercen un efecto negativo sobre el sistema cardiovascular y la tensión sanguínea.
Para estar prevenidos, añadiremos la advertencia de Marcos Quijal-Zamorano, investigador doctoral del Instituto de Salud Global de Barcelona: el calor extremo no solo afecta a las personas el día en que se exponen a las temperaturas, sino también en los días posteriores. Será el efecto retardo de la ola de calor que ya está empezando a atizar.