Moda

El suéter de Kim Kardashian en la gala MET demuestra el triunfo del casual couture

¿Cómo se han hecho los jeans, las camisas y los jerséis con la alfombra roja? Analizamos esta curiosa tendencia

Kim Kardashian

La empresaria de moda e influencer Kim Kardashian ha modificado su cuerpo con un corsé de Maison Margiela en la Met Gala 2024

Ni Jennifer Lopez ni la mismísima Zendaya han sido capaces un año más de hacer al mundo despegar la mirada de Kim Kardashian en la gala MET, donde ha dejado a todos de piedra no sólo por lucir un diseño de Mariela by John Galliano con el que respirar parecía misión imposible, sino por haber combinado un cárdigan de cachemira hervida de color gris pálido con semejante obra de arte fashionista. Aunque al comprobar que el cárdigan ha sido además cepillado para lograr una textura de plumón de cisne, usado en un gesto deshabillé, nos damos cuenta de que lejos de ser una prenda del día a día, se trata de una maravilla de la costura, las redes sociales han puesto el grito en el cielo al asegurar que se trata de “un jersey con pelotillas”. Al parecer, quienes así lo señalan no vieron el desfile que Galliano orquestó para la colección de Alta Costura primavera 2024 de Maison Margiela, pues las modelos ya lucían entonces estos jerséis sobre la pasarela. Lo curioso es que el show fue aclamado por muchos y se viralizó, por lo que el hecho de que casi nadie recuerde que esos suéteres hoy denostados por haber sido llevados por Kardashian en la gala estaban presentes demuestra una vez más que el titular y la foto vencen en muchas ocasiones al contenido real. Es decir: es bastante probable que vieran un segundo del desfile, compartieran una foto en sus perfiles y no se molestaran en analizar la historia real del mismo.

Del suéter a la camisa blanca

Ni error, ni excentricidad, ni descuido: el suéter en cuestión es fruto de una meditada reflexión con la que además, el diseñador quiere reforzar la narrativa de que quien lo lleva se ha visto obligada a lucirlo para ponerse a trabajar pese a encontrarse inmerso en una fantasía hedonista, por lo que se ha puesto “el jersey de su novio”. Y una cosa os digo: al menos, en esta historia, quien ha de salir corriendo a trabajar tiene a quién robarle la chaqueta, porque si me ocurre a mí, y tengo que recurrir a alguna de mis ridículas sudaderas o peor, a una de esas batas con las que esperas que ni siquiera te vea el repartidor…

Pero lo importante aquí es que con esta prenda tan aparentemente casual, el diseñador y Kim Kardashian quisieron evocar una “noche loca en su jardín”. Lo sabemos: la narrativa de la historia no es especialmente coherente ni especial, pero sí lo es la forma en la que ha conseguido introducir un jersey en la alfombra roja de la gala MET en la misma edición en la que Doja Cat ha lucido un vestido de efecto camiseta mojada. Camisetas y cardigans son las nuevas lentejuelas, y Pamela Anderson ya había apostado por esta oda a las prendas del día a día en la celebración pre MET puesta en marcha el día anterior por la firma Monse Maison al lucir una camisa blanca con una mini falda con flecos dorados, prescindiendo además de maquillaje alguno, por lo que el mix entre el aura casual y el glamour festivo quedó aún más subrayado. Sharon Stone fue una de las pioneras en el arte de convertir lo mundano en extraordinario, y fue fruto de un tropiezo. Un error en el envío estropeó su vestido de Vera Wang, por lo que posó ante los medios con una falda de Valentino, blazer de Armani y un jersey de cuello vuelto de GAP. El resultado fue tan aplaudido que dos años después, regresó a los Oscar con una falda de Vera Wang combinada con una camisa blanca de GAP.

Jeans, we can!

Incluso los pantalones vaqueros forman ya parte del dress code de alfombra roja, aunque por descontado, son pocas las que se atreven con esta osadía estética que en ocasiones, además, tiene truco. El desfile Couture de Valentino fall 2023 sorprendió al abrir con Kaia Gerber enfundada en una sencilla (pero majestuosa) camisa blanca con jeans, aunque en realidad, el efecto desgastado de los mismos era una ilusión óptica creada por cuentas colocadas minuciosamente a lo largo de la prenda, confeccionada en seda. Estos faux jeans habían sido bordados con micro cuentas teñidas con 80 tonos de azul, generando así un sugerente trampantojo. Cómo olvidar además los vaqueros de Matthieu Blazy en su debut para Bottega Veneta, cuando presentó unos jeans que son en realidad pantalones de piel estampados con efecto denim, una proeza de la moda que cuesta 5.200 euros. Úrsula Corberó ya los ha lucido, por cierto.

En las tendencias nada es lo que parece, y el contraste entre las prendas nacidas únicamente para transitar por las pasarelas y las pensadas para las actividades del día a día no hace más que reforzar la idea de que los opuestos, se atraigan o no, a veces funcionan. Porque aunque para muchas personas el suéter de Kim Kardashian fuera un garrafal error, ¿acaso no ha hecho que el look sea el más comentado en una noche en la que las mejores marcas del mundo sueñan con ser vistas? Ese abrazo de lo casual a lo inaccesible funciona además como metáfora, leída por descontado a posteriori, de lo que pasó en la gala: mientras que los ricos y famosos exudan una decadencia impostada (y carísima) en la noche de la moda, los manifestantes a favor de Palestina pasaron las barreras de seguridad de la Quinta Avenida para llegar a la sede de la gala MET, creando así un contraste ciertamente distópico.

Sin duda, esta tendencia es fruto de la victoria de la comodidad que trajo consigo el confinamiento (no todo van a ser dramitas, ¿no?), y en este baile entre lo meramente funcional y lo estético, el verdadero triunfador, por una vez, no es el engranaje de la industria, sino las mujeres, que en plena espiral constrictiva fruto del auge de los corsés y de unos asfixiantes cánones de belleza que vuelven a dejar de lado de diversidad, encuentran en el triunfo de las prendas más mundanas un respiro. Siempre y cuando el respiro no exija comprar unos jeans por 5.200 euros, claro… Porque entonces, esos vaqueros bien hacen más daño que unos taconazos.

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