El incendio declarado el lunes en el municipio de Paüls (Tarragona) ha dejado más de 3.300 hectáreas calcinadas y decenas de vecinos marcados por el miedo, la incertidumbre y la pérdida. Aunque los bomberos han logrado estabilizar el fuego y la mayoría de confinamientos ya han sido levantados, la sensación de vulnerabilidad persiste entre quienes vieron de cerca cómo las llamas amenazaban sus hogares y su modo de vida.
El avance del fuego: una huida a ciegas
Durante las horas más críticas, unas 18.000 personas de los municipios de Paüls, Alfara de Carles, Xerta, Aldover, Roquetes y Tivenys, además de barrios de Tortosa como Bítem, Jesús o los Reguers, se vieron obligadas a confinarse mientras el fuego se aproximaba a zonas habitadas. Las imágenes de las llamas devorando el monte y el humo cubriendo el horizonte se convirtieron en una escena cotidiana durante jornadas enteras.
Ricard, uno de los vecinos afectados, vivió momentos angustiosos cuando el fuego alcanzó los alrededores de su masía familiar. “Es la casa donde me he criado. Está mi historia, la de mi padre, la de mi hermana. Ver cómo las llamas se acercaban te parte el alma”, confesó, visiblemente emocionado. “Pensaba que no iba a salir de ahí. Sentí que todo estaba perdido”.
Intentó combatir el fuego junto a otros vecinos con mangueras y bombas de agua, pero pronto comprendieron que era imposible hacer frente a un incendio de tal magnitud. “Los árboles ardían aunque estuvieran a 200 metros del frente. El calor era insoportable. Era inviable seguir”,.
“Veíamos el fuego y no sabíamos nada”
El desconcierto fue generalizado. Nati, otra residente de la zona, observaba desde su pueblo cómo el fuego avanzaba rápidamente, sin que nadie pudiera precisar su evolución exacta. “Veíamos las llamas desde el pueblo, a un kilómetro, pero no sabíamos nada. No sabíamos si nos iba a alcanzar o no. El miedo era real”. El mismo temor se repite en el testimonio de Rosa, que tuvo que abandonar su finca con sus perros y pasar la noche en vela. “Nos fuimos sin saber si podríamos volver. No dormimos en toda la noche. Solo pensábamos en qué nos íbamos a encontrar al día siguiente. La incertidumbre era total”. El fuego ha arrasado campos, cultivos, construcciones rurales y también recuerdos, proyectos de vida y tranquilidad.
Estabilizado, pero no extinguido
Afortunadamente, la situación ha mejorado notablemente. Según los Bomberos de la Generalitat, el incendio está estabilizado, aunque persisten algunos puntos calientes que requieren vigilancia y trabajo manual. En total, se han quemado 3.321 hectáreas, de las cuales 2.434 son forestales, 860 agrícolas y 23 urbanas. El parque natural de Els Ports, un espacio protegido de alto valor ecológico, ha sufrido especialmente, con más de 1.100 hectáreas afectadas.

Gracias a la buena evolución del fuego durante la noche, se ha podido levantar el confinamiento en todos los municipios afectados, salvo en Paüls, donde aún se mantiene una limitación de movimientos fuera del término municipal como medida de precaución. El operativo actual cuenta con 464 efectivos y 120 dotaciones terrestres y aéreas. El jefe de intervención, Joan Rovira, ha destacado que, si se mantienen las condiciones meteorológicas, la contención total del perímetro podría lograrse en las próximas horas.
Daños materiales y origen del fuego
Aunque no se han producido víctimas personales, los daños materiales son significativos. Al menos seis edificaciones han resultado afectadas, así como ocho vehículos. En Xerta, por ejemplo, se han quemado una casa, un bungalow y un invernadero. En Aldover, un almacén agrícola y una vivienda también han sufrido daños.
Los Agentes Rurales han abierto una investigación para determinar el origen del incendio, aunque por el momento se descarta una causa natural, como un rayo. El recuerdo del trágico incendio de 2009 en la misma zona —donde murieron cinco bomberos— está aún presente en la memoria colectiva. En aquella ocasión, el fuego fue provocado.