Ni una semana ha tardado en reaccionar la cúpula directiva de La familia de la tele ante las primeras críticas recibidas por parte de la audiencia. Apenas en su cuarto día de emisión, el nuevo formato de entretenimiento producido por La OSA —y heredero espiritual del extinto Sálvame— ha iniciado ya importantes cambios en su estructura escénica para adaptarse a las demandas del público.
La transformación afecta de lleno al corazón del programa: el diseño del plató y la colocación del público asistente.
Un plató innovador con efectos inesperados
El ambicioso escenario de La familia de la tele, conocido como el barrio de Bellavista, fue presentado como uno de los platós más grandes e innovadores de la televisión actual. Con una plaza central, zonas abiertas como una cocina, un taller o una pequeña área de jardinería, el programa buscaba una realización dinámica, con cámaras móviles que permitiesen al espectador vivir una experiencia envolvente desde casa.
Sin embargo, esta misma propuesta se ha convertido en uno de sus principales puntos débiles.

Las gradas del público, situadas en la plaza central, impiden a los asistentes seguir de forma directa lo que ocurre en las otras estancias. Los presentes no pueden ver en persona lo que sucede en la cocina o en el taller, por ejemplo. Y deben conformarse con seguir la acción a través de un enorme videowall situado en lo alto del plató. Esta circunstancia ha provocado una oleada de quejas entre los asistentes, quienes no esperaban sentirse desconectados de la emisión en directo.
Reacción inmediata: el sofá se traslada al centro
La dirección de La familia de la tele ha actuado con rapidez. Desde ayer, la zona del sofá donde se desarrollan las conversaciones más intensas del programa se trasladará directamente al centro de la plaza de Bellavista. De este modo, se pretende que tanto el público presente como el espectador desde casa puedan sentirse parte activa de lo que ocurre.
Este cambio no es meramente estético. Supone una modificación profunda en el planteamiento original del formato, que priorizaba al telespectador doméstico sobre los asistentes en plató. Ahora, La familia de la tele trata de reconciliar ambas dimensiones y ofrecer un producto equilibrado entre espectáculo televisivo y participación del público.

Desde la productora La OSA insisten en que La familia de la tele es un proyecto vivo, “en constante evolución”. Y aseguran que escuchan “activamente a la audiencia”. En declaraciones a El Confidencial, afirman que “todas las opiniones cuentan, y no se descarta replantear ciertos conceptos para adaptarnos a lo que el espectador espera y desea”.