Myriam Ribes es médico y escritora. Siguiendo la tradición familiar, estudió Medicina y se especializó en Ginecología y Sexología. Llevo más de tres décadas ejerciendo y dice que lo que más le gusta es explicar las cosas y contar historias. Nos encantaría poder hablar con ella de Mariona y Oriol, los protagonistas de su novela Agua de mar para corazones heridos (Planeta), pero toca hacerlo de clamidias, un asunto bastante más fastidioso, pero necesario.
La clamidia es la infección de transmisión sexual (ITS) con el mayor número de contagios. ¿También lo observa en su consulta en el Hospital Mateu Orfila de Menorca?
Sí, las infecciones por clamidia no dejan de aumentar, pero también el resto de ITS crecen de una manera brutal. En mis 33 años como ginecóloga, nunca había visto nada igual. Lo que dicen las estadísticas lo observamos cada día en consulta. Y sí, especialmente la clamidia.
¿Qué está fallando?
Lógicamente, el uso del preservativo. Además, muchas personas infectadas por una ITS pueden no saberlo al no tener síntomas. Por tanto, la recomendación es utilizar protección en cualquier relación sexual. Ahora bien, en este descuido habría que valorar muchos factores de muy diversa índole. Como ginecóloga, me centro en la falta de percepción del riesgo que implica, desde el punto de vista de la salud, contraer una infección de estas o, peor aún, encadenar varias.
¿Los jóvenes han perdido el miedo a los embarazos y al VIH que tenían generaciones anteriores?
Jóvenes y adultos. En mi consulta veo muchas mujeres mayores de treinta y cuarenta. Como tienen a su alcance los antibióticos y la píldora del día después, y como el VIH se ha convertido en una enfermedad crónica controlable gracias a los tratamientos antirretrovirales, que permiten una vida larga y sana, hay una sensación generalizada de que cualquier cosa que nos pueda pasar se va a curar. Esto deriva en la relajación del uso del preservativo. Hay cantidad de personas contagiadas sin saberlo.
¿Las mujeres subestiman los riesgos?
Una ITS no es un problema puntual. La clamidia y la gonorrea son la causa de muchos casos de enfermedad inflamatoria pélvica. Muchas de las consecuencias las vamos a ver a medio y largo plazo. Una de ellas es la infertilidad. La enfermedad inflamatoria pélvica produce cicatrices y bloqueo en las trompas de Falopio, impidiendo el encuentro natural entre el óvulo y el espermatozoide. No solo afecta a la reproducción, también provoca dolores pélvicos crónicos, trastornos digestivos y, en los casos más graves, un cuadro séptico derivado de la infección y el daño en los propios tejidos y órganos. Hay motivos para estar asustados.
¿Nos falta información o sentido común?
Tenemos un problema de salud pública y necesitamos una estrategia global. La población, sin embargo, no percibe ninguna alarma, a pesar de las advertencias médicas. No se ha educado correctamente en términos de prevención efectiva de enfermedades. Necesitamos un enfoque integral que debería empezar por tener generaciones jóvenes suficientemente formadas. La sexualidad es una parte importante del ser humano, de su identidad y de su salud. La formación nos implica a todos: familia, sociedad, medios de comunicación y, por supuesto, el colegio. No me refiero solo a sexo, también a conocimientos y valores, autoestima, respeto, estigmas, prejuicios… Hay muchos factores y todos son importantes.
Entrevista
Myriam Ribes, ginecóloga: “En infecciones de transmisión sexual, nunca vi nada igual”
Los fármacos nos han hecho perder el miedo y no tardaremos en ver las consecuencias, según nos advierte esta doctora del Hospital General Mateu Orfila de Menorca, alarmada por el aumento "brutal" de casos
