Eres un agresor sexual condenado. Te envían a prisión por ello y, una vez entre rejas, te las ingenias para intentar agredir sexualmente a otras mujeres. Las funcionarias de prisiones. Y lo haces porque, además de agresor sexual, te sientes “impune”. Porque la “pasividad de las autoridades” ante este tipo de situaciones lo permite.
Así lo denuncia la Central Sindical Independiente y de Funcionarios, CSIF: “Eso es lo que ha sucedido hace apenas unos días en el Centro Penitenciario de Brians 2, en Barcelona. Y no hablamos de un solo intento de agresión sexual contra una funcionaria, sino de dos agresiones, de dos prisiones diferentes en la misma semana”.
Dos agresiones sexuales en prisión en una misma semana
La primera ocurrió el pasado 15 de julio contra una dinamizadora del Centro. Tal y como ha podido saber Articulo14, la dinamizadora de la cárcel se sentó junto un recluso condenado por un delito de acoso y empezó a tocarse los genitales. Poco después, empezó a masturbarse junto a la denunciante.
Tan solo unos días más tarde, el 19 de julio, otra trabajadora, esta vez funcionaria de prisiones, sufrió otro ataque por parte de un recluso condenado por un delito de agresión sexual. “Ella entró a la celda porque, cuando estaba cerrando la puerta de las celdas de los reclusos – un acto cotidiano- el preso bloqueó la puerta. Acto seguido, en un intento de saber lo que ocurría, entró en la celda y el recluso le enseñó sus genitales”.
Este último es un interno reincidente, conocido por sus antecedentes de agresiones sexuales en otros centros, y que sigue actualmente en régimen ordinario.
¿Qué ha pasado con esos dos agresores sexuales? “Básicamente, nada”, asegura Alberto Gómez, coordinador de CSIF prisiones. ¿Por qué? Vamos con ello.
El sentimiento de “impunidad” de los prisioneros
En la prisión de Brians 2 sucede que hay un sentimiento de “aquí no va a pasar nada” por cometer un acto contra la libertad sexual de las mujeres porque “al otro, que ya lo ha hecho, tampoco le ha pasado nada”. Ni un incremento en la pena que está cumpliendo el recluso, ni una “sanción disciplinaria dura” dentro del reglamento legal. Así que, lo que sienten, explica Gómez es una total “impunidad”.
A ello se le suma que, como una dinamizadora o una funcionaria de prisiones “no son reconocidas agentes de seguridad” en los centro penitenciarios (a ningún funcionario de prisión se le considera), “se va instalando dentro de la población reclusa este porcentaje que comete este tipo de incidentes”, este tipo de agresiones.
El perfil del recluso agresor: machistas que no respetan las órdenes de una mujer
Aseguran desde el sindicato de prisiones que el perfil del recluso agresor es variado. No solo los condenados por delitos contra la libertad sexual de las mujeres atacan a las trabajadoras de las prisiones: “Son reclusos que no reconocen la autoridad de la mujer”. Reclusos machistas que “no respetan las normas mínimas de convivencia, que no respetan las órdenes y, mucho menos, si las órdenes vienen de una mujer”.
Una violencia que aumenta cada año
Esta escala de violencia contra las funcionarias y trabajadoras del Centro Penitenciario de Brians 2 no son un hecho aislado.

En 2024 fue el centro penitenciario con más incidentes sexuales registrados: cinco en total. “Y en lo que llevamos de 2025, hasta el 30 de junio, ya se han contabilizado cuatro nuevos casos”, detallan desde CSIF. Aseguran, además, que “muchas de ellas” no denuncian porque no se sienten respaldadas por su dirección. Son víctimas, también, de esa ya conocida pero inviolable violencia institucional.
Pese a estos datos, que se vienen repitiendo “año tras año”, no se han implementado las medidas “eficaces” que ayuden a frenar esta violencia.
Lo que pueden hacer las víctimas: “informar y poco más”
Lo único que puede hacer una trabajadora de prisiones agredida es informar: “Tiene que elevar un informe al responsable, entonces el responsable lo pone en conocimiento de la dirección del Centro y se decide qué tipo de sanción se le aplica al interno, una vez comprobados los hechos y la veracidad de estos”.
Pero cuando ese informe es corroborado… nada. Los reclusos siguen a lo suyo y las funcionarias, que han sufrido estas agresiones sexuales, se ven en la obligación de trabajar, diariamente, con sus agresores.
Un sistema que da la espalda
“No hablamos de percepciones, hablamos de hechos y de datos. Y lo más preocupante: hablamos de personas afectadas para toda la vida. Las agresiones sexuales en prisión no pueden ser normalizadas ni minimizadas desde los despachos. No puede haber silencio ni inacción cuando lo que está en juego es la integridad física y psíquica de los trabajadores públicos”, desde el sindicato.
Desde CSIF Prisiones exigen medidas urgentes y contundentes y advierten: “lo ocurrido en Brians 2 no puede repetirse. Y lo que ya ha ocurrido no puede quedar impune ni silenciado. Si la Dirección General de Asuntos Penitenciarios no actúa, se convierte en cómplice de esta violencia institucionalizada”.