Alta mar, baja protección: agresiones sexuales silenciadas a bordo de buques

La denuncia por violación de una observadora científica a bordo de un pesquero y la desaparición de Mari Carmen Fernández en un buque del CSIC evidencian un patrón de impunidad y abandono institucional

¿Es el barco un lugar seguro para las mujeres trabajadoras? Las historias se repiten: La denuncia por violación de una observadora científica a bordo de un pesquero y la desaparición de Mari Carmen Fernández en un buque del CSIC evidencian un patrón de impunidad y abandono institucional. Ambos casos, uno adelantado por el diario Público en exclusiva, y la denuncia de Mari Carmen, adelantado por el diario El Faro de Vigo, reabren una pregunta incómoda y urgente: ¿es el barco, en pleno siglo XXI, un espacio de violencia machista silenciada?

Carmen Fernández desapareció de este buque del CSIC llamado García del Cid
EFE

La cubierta de un buque puede convertirse en una trampa. Por su estructura jerárquica, su aislamiento geográfico y la profunda masculinización de sus tripulaciones, los barcos continúan siendo un lugar hostil para muchas mujeres. En particular, para aquellas que, como las observadoras científicas o las trabajadoras técnicas del ámbito marino, deben ejercer su labor en completa soledad y sin apenas respaldo institucional.

“Un barco es un trozo cualquiera dentro de una sociedad machista”

La periodista de investigación Lara Graña, que lleva casi dos años documentando casos de violencia sexual a bordo de embarcaciones científicas y pesqueras, lo resume con crudeza: “Un barco, por grande o pequeño que sea, es un trozo cualquiera dentro de una sociedad indiscutiblemente machista. Con el agravante de que empeora la situación de vulnerabilidad de las mujeres, máxime si pensamos en buques pesqueros de gran altura, mercantes transoceánicos o bases de investigación como la Antártida”.

Su testimonio pone el foco en la inacción de las instituciones: “Este último caso, que hemos conocido gracias a Público, nos traslada a una corresponsabilidad de la administración pública que no ejerce. Como no lo hizo con Mari Carmen, ni con la observadora del Albacora 15, que acabó repudiada laboralmente y trabajando en un supermercado tras denunciar acoso. El CSIC y otros organismos siguen excusándose: ‘no es nuestra trabajadora’ o ‘no es nuestro barco’. Pero sí lo es el sistema que externaliza servicios, sin asumir ninguna responsabilidad”.

Caso 1: Violación en el pesquero Juárez Hermano

El 11 de junio, una bióloga marina presentó una denuncia ante la Guardia Civil de Vinaròs, Castellón, por una presunta violación sufrida a bordo del barco Juárez Hermanos, donde trabajaba como observadora pesquera, contratada por la consultora Sinerxia. El ataque, según su relato, ocurrió tras una salida nocturna con la tripulación cuando el buque atracó en Palma de Mallorca durante la campaña del atún rojo. Esa noche, afirma, fue drogada y posteriormente agredida sexualmente por un miembro de la tripulación.

Buque García del Cid del CSIC
laSexta

Era la única mujer a bordo. Tras despertarse en su camarote, con moratones y desorientada, se enfrentó al presunto agresor preguntándole qué había ocurrido. La respuesta fue evasiva: “Nos cogimos una buena borrachera”. Ella insiste en que no bebió más de tres cervezas. Sin apoyo de la empresa armadora ni de la consultora que la contrató, se vio obligada a afrontar sola la denuncia, la revisión médica y el regreso a casa, en un trayecto de más de 13 horas organizado por la propia Sinerxia.

Desde la consultora aseguran que activaron su protocolo de acoso, aunque la víctima lo niega. La empresa también admite no tener relación con la armadora y, por tanto, no saber si se ha tomado alguna medida cautelar sobre el presunto agresor, que fue detenido y puesto en libertad. El caso sigue abierto en un juzgado de Castellón.

Caso 2: Mari Carmen Fernández y el silencio del CSIC

El otro precedente que marca esta historia de negligencia y abandono es el de Mari Carmen Fernández Vázquez, trabajadora a bordo del García del Cid, buque del CSIC. Años después de denunciar una agresión sexual, coincidió de nuevo con su presunto agresor durante una campaña científica. Aunque el hombre no llegó a embarcar, Mari Carmen desapareció en alta mar en circunstancias que nunca se esclarecieron.

Doce denuncias internas por acoso sexual y por razón de género se han presentado en el CSIC entre 2019 y 2024, según datos obtenidos por Público. Solo dos concluyeron en sanciones leves. Un dato que refleja la falta de transparencia y de consecuencias reales para los agresores.

Un sistema que falla a las mujeres: “si lo sé, no denuncio”

Expertas consultadas por Público coinciden en que lo que se está evidenciando es una cadena de impunidad alimentada por subcontrataciones, protocolos inoperantes y una estructura que relega a las trabajadoras al silencio. La jurista feminista Altamira Gonzalo describe el ambiente en los barcos como “silente, masculinizado, jerarquizado y muy propicio para la impunidad”. La Asociación de Profesionales de la Observación Científica Marina (APOCM) también ha alertado sobre el creciente número de casos. Con un 58 por ciento de mujeres entre sus más de 200 miembros, denuncian que el sexo se ha convertido en un arma de acoso laboral en el sector.

El mensaje final de Lara Graña, tras años de seguimiento, es demoledor: “Ahora sí comprendo lo que me decía la observadora del atunero: ‘si lo sé, no denuncio’. Y es de lo más horrible que he tenido que asumir en mi carrera profesional, y personal”.

Las dos trabajadoras denunciaron hechos graves ocurridos a bordo. La respuesta de las estructuras implicadas sigue sin ser clara. Se abre así una pregunta nueva, ¿cuántas mujeres más deben desaparecer, ser agredidas o silenciadas para que el mar deje de ser un terreno sin ley para ellas?