“Me agredieron sexualmente en el Ejército hace seis meses y me han dejado sola”

Una marinero recién salida de la escuela sufrió acoso y una agresión sexual en un barco de la Armada. Asegura que los protocolos no funcionan y que su superior le dijo "no se lo cuentes a nadie"

Denuncia realizada ante la Policía de María, la marinero qeu sufrió una agresión sexual
KiloyCuarto

María (nombre ficticio) soñaba con entrar en el Ejército. Desde que cumplió 18 años, hace una década, se preparó para formar parte de las Fuerzas Armadas. Algo se encendió dentro de ella cuando lo logró. Cuenta que en la escuela hablaron de acoso sexual, pero ni media explicación de en qué consistía y cómo funcionaba el protocolo ni qué debía hacerse en caso de convertirse en víctima o haber sido testigo de algún acoso o ataque.

Uno de sus primeros destinos, cuando llevaba apenas unos meses como marinero, fue un barco donde se topó con un compañero que poseía un grado más que ella, era Cabo, su superior. Para ella, en ese momento, recién salida de la academia, respetar la jerarquía era una obligación que tenía muy interiorizada.

Vista del buque anfibio Galicia
Dámaris Fernández

“Seguro que disfrutas más con un hombre”

Por eso, cuando el Cabo comenzó a cogerle de la mano, buscarle con la mirada de forma constante, perseguirla por el barco, preguntarle cómo le gustaba el sexo y hacer comentarios del tipo “seguro que disfrutas más con un hombre”, por su condición sexual, María se dio cuenta de que tenía un gran problema.

Meses después, esta marinero supo por boca de varias compañeras, tres en concreto, incluida una superior, que el mismo Cabo también las había acosado, aunque nunca denunciaron.

Intentó besarla y le restregó los pechos

En cualquier caso, tras dos semanas de acoso sexual continuo compartieron una guardia. Una jornada que comenzó con más comentarios insinuantes y cuando él se fue al baño, ella le acompañó porque no conocían las instalaciones.

En un momento dado, mientras hablaban de los problemas económicos de María, el Cabo haciendo como que la consolaba, la abrazó y comenzó a besarle en la cara e intentó besar su boca. Una agresión a la que ella respondió de forma tajante con un “no” y un “estoy casada, estoy feliz con mi mujer, no me interesa ningún hombre”.

“¿Te depilas la zona vaginal?”

Sin embargo, él le propuso que le enseñase sus tatuajes, le dio la vuelta, juntó sus genitales con sus nalgas y empezó a restregarse. Luego paró y le dijo: “En cualquier momento me puedes llamar y nadie se va a enterar”. “Me pidió que quedase entre él y yo no le di más importancia”, recuerda. Había normalizado el acoso.

Al tiempo, ambos se cogen una baja, ella por estrés y él por un problema físico, y los mensajes y propuestas de quedar son constantes durante esos tres meses. Cuando se vuelven a ver él continúa el acoso sexual. Le hace preguntas del tipo: “¿te depilas la zona vaginal?, ¿los masajes te gustan con crema o con aceite”. María, muy incómoda, intenta ignorarle, pero no es sencillo porque están trabajando y comparten espacio.

“Sí que te va a hacer falta para limpiarte el chochete”

Ese mismo día, a última hora de la tarde, la marinero le pide unas sábanas porque él es el encargado de facilitarlas y se trasladan a la lavandería. El Cabo le pregunta si quiere una toalla, ella dice que no, a lo que él responde: “Sí que te va a hacer falta para limpiarte el chochete”.

María estaba nerviosa y se había quejado de un dolor de espalda. El Cabo, con la excusa de darle un masaje, la lleva cerca de una secadora, ella de espaldas, y le levanta la camiseta y le toca la zona lumbar y aprieta sus pechos, según él, se trata de una técnica de relajación.

Ella dijo no e intentó zafarse, pero él era más fuerte

María solo quiere salir de ahí y le dice que se va a su camarote, con las sabanas, pero el Cabo le dice que le va ayudar a hacer la cama. Es importante entender que María llevaba poco tiempo en el Ejército y quien le hablaba era su superior.

Una vez en el camarote, él le pide que se tumbe para darle otro masaje. Ella obedece y él le quita la camiseta, el sujetador y comienza a tocarla y le rompe la cremallera del pantalón. Ella intenta evitar que acceda a su zona genital cruzando las piernas, pero él Cabo utiliza la fuerza para descruzarlas e introduce su mano en su ropa interior, a pesar de su negativa verbal y física. Varias veces intenta parar una agresión sexual que se consuma en ese camarote.

María sufre graves secuelas psicológicas
KiloyCuarto

Nadie la facilitó el formulario oficial y le pidieron que no dijera nada

Ella sufre terribles dolores tras el ataque y se va a que le dé el aire. Él, al rato, le vuelve a ofrecer otro masaje, pero esta vez María consigue llegar a su camarote y esquivarle.

Al día siguiente, él le habla como si no hubiese sucedido nada y ella, al pisar tierra, se lo comenta a unas compañeras, acude a un centro hospitalario y cinco días más tarde, realiza una denuncia en la Unidad de Acoso de la Policía Nacional.

Antes, siguiendo el protocolo, se lo comunica a su superior directa, una Cabo primero. “Me dio la sensación de que no sabía cómo actuar”, explica María. Esta superior informa al segundo Jefe de personal y al comandante. Nunca se reunieron con ella. “El segundo me llamó muchas veces para preguntarme porque él no sabía qué tenía que hacer”

Tardaron una semana en apartar al Cabo de su puesto

La única pregunta que le realizaron fue cómo iba a interponer la denuncia, si por lo militar o lo civil, pero nunca le facilitan el formulario del protocolo, ni sintió que la creían. No le ofrecieron ayuda de ningún tipo y ni apoyo emocional.

Le pidieron que redactara un escrito explicando lo que había sucedido y uno de los apuntes que le dieron fue que pusiese “presunta agresión en el documento. Además, el Segundo le pidió “que no se lo contase a nadie”. Nunca ha sabido qué fue de ese escrito.

La agresión tuvo lugar el pasado diciembre en un destino de la zona de Levante y la vista civil tuvo lugar un día después de que ella pusiese la denuncia. A pesar de formalizar la acusación por vía civil, el juicio, que se celebrará en unos días, tendrá lugar en un tribunal militar. 

Se cruzó con el Cabo y le dio un ataque de ansiedad

María consigue una orden de alejamiento de 300 metros en esa vista, pero a él tardan una semana en cambiarle de lugar de trabajo. Además, la obligan a llevar su baja al destino donde ocurrió todo, una circunstancia que le causaba mucho estrés y miedo.

Su psiquiatra pide que modifiquen esa decisión, que entregue la baja en cualquier otro lugar, pero ignoran las recomendaciones del médico. De hecho, en una ocasión, se cruza con el Cabo en una de esas visitas y sufre un ataque de ansiedad.

El psicólogo militar le pide un abrazo cuando le dice que tiene miedo al contacto físico

María también tiene un mal recuerdo del psicólogo militar. Asegura que le hacía preguntas inverosímiles y comparaba su situación con la de una madre que acaba de perder un hijo, “¿cómo crees que se sentiría ella?”, le dijo. No solo eso, las secuelas que la agresión ocasionaron en María han desembocado en un pánico al contacto físico y a los hombres. Tras contárselo al psicólogo militar le pidió si podía darle un abrazo. María no entendía nada.

No sale de casa sola, no puede soportar el contacto físico y le aterran los hombres

Sí se puso en contacto con ella el comandante de la UPA, la Unidad de Protección frente al Acoso, para ofrecerle una psicóloga que estaba en Madrid que podía atenderla por teléfono. Ella declinó la oferta.

María no sale de casa si no es acompañada de su mujer o algún familiar. Está medicada y tuvo pesadillas intensas y constantes los primeros meses. Revive continuamente la agresión y no es capaz de llevar una vida normal.

denuncia@articulo14.es

 “Necesito que la gente sepa lo que ocurre en el Ejército”

Intuye que no volverá a su puesto de trabajo, que todas esas ganas y todo su esfuerzo no han servido de nada y todo por algo que no es culpa suya. Está convencida de que estas situaciones son comunes en las Fuerzas Armadas, pero piensa que para los responsables es más importante la imagen de la institución que las víctimas de violencia sexual.

Pide que los delitos de acoso y agresión sexual se eliminen del Código Penal Militar y pide ayuda. “Necesito que la gente sepa lo que ocurre en el Ejército. Me gustaría que las mujeres dejen de callarse por miedo. Eso es lo que más necesito”, repite.

Para dar voz a estas víctimas, este medio lanzó una iniciativa inspirada en el movimiento #MeToo, habilitando un buzón de denuncias en denuncia@articulo14.es