“Te animan a denunciar y luego acaban con tu vida”. Con esta frase resume Liz, cabo primero con 24 años de servicio y tres medallas al mérito militar, lo que le ocurrió tras denunciar acoso profesional en el Ejército. Su historia, como la de otras mujeres militares, marca el punto de partida de la nueva iniciativa que lanza Artículo14: una campaña inspirada en el #MeToo, centrada en las Fuerzas Armadas, que abre un canal seguro para que las víctimas puedan contar su historia y, en muchos casos, romper años de silencio. El buzón habilitado es denuncia@articulo14.es.
Las mujeres que se han atrevido a denunciar describen un patrón de represalias que se repite: aislamiento, hostigamiento, informes médicos para apartarlas del servicio y campañas de desprestigio que las llevan a abandonar la carrera militar. “Cogen tu denuncia, la pasan al alto mando, activan la Sanidad Militar y te mandan a la calle por loca”, denuncian.
Desde 2016 existe la Unidad de Protección frente al Acoso (UPA), pero muchas afectadas han dejado de confiar en ella. “Un oficial que da cursos animando a denunciar me dijo por lo bajo que rellenar el formulario solo sirve para tapar al mando y entregarle toda la denuncia”, relata Liz. Por eso decidió ir al Juzgado Togado Militar, donde su caso fue archivado tras un proceso que define como “una encerrona”.
En los últimos dos años, se han presentado 84 denuncias por acoso en el Ejército. Ninguna ha terminado en condena. Los testimonios recogidos por Artículo14 muestran que la impunidad es casi absoluta. “A mí me mandaron a la calle con un informe psicofísico y este señor sigue en su puesto”, cuenta Liz, quien se vio obligada a abandonar Bilbao, su trabajo y sus amistades, para empezar de cero en otra ciudad.
Lourdes Castellanos, cabo primero con 25 años de servicio, también ha querido contar su historia con nombre y apellidos. “Pasé mucho miedo, pero ya no”, afirma. Fue obligada a abandonar su alojamiento sin motivo aparente, se le cortó el agua caliente durante un mes y vivió bajo amenazas constantes. Cuando pidió ayuda a la UPA, le dijeron que como no había acoso sexual, no podían intervenir. “Era acoso de género, a los chicos no les hacían eso, solo a mí”, asegura.
Las consecuencias psicológicas son devastadoras. Muchas acaban con expedientes de baja, declaradas incapacitadas para seguir en las Fuerzas Armadas. Cristina Valdearcos, otra militar que ha querido romper su silencio, llegó a ser acusada falsamente de protagonizar películas porno como represalia por denunciar a una teniente coronel.
Desde hoy, Artículo14 abre un canal para que estas voces no queden silenciadas. Cualquier persona que haya sufrido o presenciado acoso en el Ejército puede escribir a denuncia@articulo14.es. Esta redacción se compromete a escuchar, verificar y dar visibilidad a cada caso, porque el silencio no puede seguir siendo la norma en una institución que dice tolerancia cero pero, en la práctica, castiga a quien denuncia.