Kanye West y Bianca Censori se han convertido en la viva imagen de la provocación dentro del mundo de la alta costura. Cada una de sus apariciones públicas parece estar cuidadosamente diseñada para causar impacto, llamar la atención y, por supuesto, generar conversación. Pero, ¿son ambos los verdaderos protagonistas de esta atrevida exposición? Al observar sus atuendos, resulta difícil no plantearse esa pregunta.
En una de sus más comentadas apariciones, el contraste fue evidente: ella lucía un body color piel, casi transparente, con un escote pronunciado y unas llamativas botas de pelo que llegaban hasta las rodillas. Una elección que dejaba muy poco, casi nada, a la imaginación. Él, por el contrario, optó por un look completamente opuesto: un esmoquin de terciopelo negro, cubriendo cada centímetro de piel. Sobrio, cerrado, misterioso.
La fascinación por los desnudos no terminó ahí. Poco tiempo después, la pareja volvió a aparecer, manteniendo la misma dinámica: Bianca en atuendos reveladores, y Kanye, nuevamente, vestido de negro de pies a cabeza. La escena se repitió durante su paso por nuestro país, donde dieron mucho de qué hablar. En Mallorca, las imágenes hablaban por sí solas: ella, semidesnuda, caminando por las calles con total naturalidad; él, otra vez, completamente cubierto, en su ya habitual atuendo oscuro.

Pero la historia no termina ahí. El conjunto más reciente de Bianca llevó la provocación un paso más allá: apareció con lencería hecha de caramelos. Sí, caramelos. Un atuendo comestible, tan inusual como provocador. ¿Y la elección de Kanye? Nada más lejos de la extravagancia: pantalón, sudadera y botas marrones. Un look deportivo, sobrio y sin riesgos.
Este constante contraste entre ambos vuelve a encender el debate. ¿Se están cruzando los límites de la provocación? ¿Hay detrás de todo esto una dinámica de control, quizás un sometimiento por parte de Bianca hacia las decisiones estéticas impuestas por Kanye?
Desde el punto de vista de la periodista especializada en estilo Carmen Duerto, no hay lugar a dudas: Esto no es moda. “Desde mi punto de vista, esto no es moda, es llamar la atención, es provocar el clickbait”, afirma. Para Duerto, el fenómeno responde más a una necesidad de visibilidad que a una propuesta estética genuina: “Lo que habría que investigar es qué le pasaba a esa pareja, por qué momento pasaban, y eso te da una explicación de ese comportamiento. ¿Por qué en ese lugar y en ese momento aparece desnuda? ¿Por qué no lo hizo antes? No es su costumbre, no es su modus operandi, pero en esa gala sí lo hizo. ¿Excentricidad? ¿Moda? ¿Desequilibrio? ¿Déficit de atención mediática, afectiva o económica?”
Duerto va más allá y pone como ejemplo otros casos similares: “Ágata Ruiz de la Prada lo hacía en España, ella sabía que su ropa era infumable y mala, pero acompañaba a un hombre poderoso y la única forma de acaparar las miradas era provocar, ser una mamarracha disfrazada de ‘moda’, y lo que en realidad disfrazaba era su problema mental de necesidad de llamar la atención”.

Sin embargo, otras voces apuntan a una lectura distinta. Beatriz Bonete, socióloga especializada en perspectiva de género, aporta una visión diferente: “Pocas veces se analizan este tipo de situaciones como las que protagoniza Kanye West con su mujer desde el punto de vista de la inseguridad masculina. Además de un señor muy machista, el rapero es, sobre todo, un hombre extremadamente inseguro. La inseguridad de los hombres siempre es proporcional al grado de machismo que demuestran.”
La desigualdad en el discurso visual entre ambos no parece casual. La atención se centra en el cuerpo femenino, ofrecido como espectáculo, mientras él permanece impasible, como autor en la sombra. Este desequilibrio, explica Bonete, no es nuevo en la trayectoria del artista:
“Kanye West ya lo demostró hace años, en 2009, cuando ridiculizó a Taylor Swift en los premios de la MTV. Un hombre que desprecia el talento de una chica joven de esta manera, solo puede hacerlo porque, en el fondo, lo que siente es inseguridad ante lo que se le está viniendo encima: un mundo artístico en el que las mujeres están luchando con uñas y dientes para estar donde les corresponde.”
Para la socióloga, la puesta en escena entre Kanye y Bianca no habla de una relación igualitaria, sino de un ejercicio de poder y cosificación: “A este tipo de hombres solo les queda refugiarse en lo que consideran suyo. Presumen de dinero y de poder sin ningún tipo de reflexión o conciencia. Por eso Kanye West puede presumir de coche, igual que presume de los modelos absurdos y misóginos que lleva su mujer, Bianca Censori. Es imposible ver detrás de esto nada que hable de una relación igualitaria y respetuosa.”
El debate sigue abierto. ¿Está Bianca Censori ejerciendo una libertad provocadora? ¿O está siendo parte de una narrativa impuesta donde su cuerpo es un medio para que su pareja proyecte control y poder?