José Antonio García Serrano conoce a fondo a los adolescentes. Este psicólogo transdisciplinar ha publicado y coordinado diferentes guías y manuales de atención a víctimas de violencia de género, desde un enfoque interseccional, y desarrollado actuaciones a nivel regional como el Plan Estratégico para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Andalucía 2022-2028 o el Proyecto de Mejora de la respuesta institucional de la Junta de Andalucía ante las violencias machistas. Su ámbito de trabajo y formación ha estado centrado en la población infanto-juvenil.
¿Está el sistema pensado para luchar contra la violencia de género en adolescentes?
¿Las qué información reciben? Lo que es la violencia de género, pero en personas adultas: la violencia económica, física, los asesinatos, eso ellas no lo reconocen como algo propio, no se sienten identificadas. ¿Cómo les ejercen violencia a ellas? Con el control de móvil, de las amistades, con el compartir ubicación del teléfono, te mando un vídeo sexual y te digo que me encantaría hacerlo, presionando con mis amigos mantienen relaciones y tú no me practicas sexo oral, tu amiga tal no me cae bien… Es mucho más sutil. El sistema contra la violencia de género no está pensado para las adolescentes.
Si no las formamos para que detecten estos mecanismos de control, ¿cómo se van a sentir identificadas? Ellas mismas pueden verse en la tesitura, si están viviendo violencia, de preguntarse, “¿esto es normal, no es normal? Porque nadie me habla de esto”. Es la falsa creencia que sabemos de algo cuando no es así.

Una adolescente de 17 años en estado crítico tras ser quemada por su pareja.
Hay que entender que la violencia de género, en este caso, no viene del niño y de la niña, es un problema de salud pública que afecta a toda la ciudadanía, que sí que es terrible, pero la única culpa del hecho es del agresor y del sistema que lo permite. Como adultos no podemos pedirle a la juventud cosas no estamos llevando a cabo, porque al final ellos aprenden de su sistema adulto cercano. Tanto ella como él. Es un problema estructural. Se permite en una sociedad que los hombres tengan el poder y se sientan por encima de las mujeres porque el machismo está establecido en todos los niveles, en todos los sectores de la sociedad.
La víctima estaba tutelada por el Estado
Este machismo estructural no detecta la vulnerabilidad de estas chicas en estos entornos, como puede ser un centro de menores, o un espacio de chicas con discapacidad. Si sabemos que hay mayor vulnerabilidad, ¿por qué no hemos hecho nada? Es más, ¿por qué ese sistema del centro de menores no ha sabido detectar esto?
Estamos mirando a la chica para que lo detecte porque no somos capaces de hacerlo de manera proactiva. ¿Qué se está haciendo contra esto? ¿Qué campaña de sensibilización? ¿Se le está pidiendo a los vecinos del centro de menores que si escuchan o ven algo llamen?
Los centros de menores fallan sistemáticamente en la protección de las adolescentes.
Existe una falta completa de recursos y de atención especializada. Al final la protección de la infancia y la adolescencia no es solo dar un techo y cubrir las necesidades básicas, sino que se necesitan otras tantas necesidades afectivas, relacionales, educacionales.
Son niñas con un perfil muy claro de vulnerabilidad. Es un sistema de acogida en el que muchas niñas cuando cumplen 18 años acaban en la red prostitucional o por los perfiles que tienen acaban en situaciones de violencia de género. Te sacan de un sistema familiar y te meten en un sistema de protección sin ninguna figura de apego y sin ningún tipo de previsión, cuando cumplas 18 años te mandamos a la calle. El sistema se desliga de ellas por completo y esto es terrible. ¿Qué están haciendo? Cuatro talleres. ¿Eso es lo que están haciendo?

Es un fallo estructural del sistema. Lo relaciono con las agresiones a las educadoras sociales de estos meses. Tenemos un sistema que está conteniendo, pero no está protegiendo. Hay pocas profesionales y no son suficientes para abastecer la carga de niños. Es decir, en una casa con 14, 15 niños no puede haber una educadora asociada. No da abasto.
La víctima y el agresor no se conocían desde hacía mucho tiempo.
Este caso es el resultado de un sistema que no protege. Habrán acontecido otros hechos de violencia, habrá habido señales de alerta que nadie ha detectado. ¿Ha sido rápido? Es que la violencia de género en población adolescente tiene esos ciclos, como explica Lenore Walker, son mucho más veloces. Van mucho más rápido y se va intensificando. Por eso es un fracaso, no lo hemos detectado, no hemos visto las relaciones previas de esta niña con otras persona, no hemos visto que la niña salía del centro, no hemos visto nada. ¿Cuánta gente había con esa niña?, ¿cuánta gente estaba supervisando? Recordemos que es una menor.
¿Cómo se las puede ayudar, cómo se puede reforzar su autoestima y protegerlas?
Es importante la creación de redes, las amigas, que a ellas las conectes, tengas espacios para hablar, para compartir confesiones, que practiquen ejercicios de sororidad con las demás. Eso es un mecanismo de protección. ¿Por qué? Porque una de las claves de la violencia de género es aislar y dejar solas a las victimas. Si estás sola eso es un factor de riesgo. Si estás en un entorno social que te comprende, te protege y te acompaña eso es un fastidio para el agresor. Si creas un espacio seguro en los institutos donde no se tiene que hablar precisamente de feminismo, pero sí de cosas que les interese a las adolescentes, como de las películas o series que hayan podido ver, de algún artista que les guste; y a través de eso hacer esa incidencia en la violencia de género. Por otro lado, el apoyo es fundamental que cuando pase algo la respuesta sea contundente porque, desgraciadamente, se siguen produciendo actos de culpabilización a las víctimas y esto no puede ser. Primero por víctimas y luego por protección a la infancia.
Luego habría que preguntarse, si decimos que existe un aumento de la violencia machista en los jóvenes, ¿cuántos protocolos se han activado en los centros educativos por violencia de género? La cifra es ridícula, irrisoria. El sistema educativo falla. Y no es normal que después, en los centros privados, mi compañeros y yo veamos a multitud de niñas que acuden por problemas de violencia de género con su familia, por la entidad de pueblo a la que han acudido y no por el sistema educativo. Y si rascas, ¿qué encuentras? La culpabilización. Te dicen: “No, yo se lo he dicho a mi tutor y ha mediado. ¿Mediación en casos de violencia? Si está prohibido por ley. “Se lo he contado a mi profesora de inglés, pero me ha dicho que es cosa de chavales”, ¿cómo que cosas de chavales? También cuando las niñas rompen el silencio tendríamos que dejar de infantilizar a la víctima y entender que es una víctima. Tenemos que actuar, no son cosas de niños. Al revés, por ser cosa de chavales tenemos que intervenir desde el principio, con ellas y con ellos.