Las excusas del asesino de Teresa Rodríguez: la atestó 153 puñaladas “ciego de amor”

La familia de la joven vallisoletana de 23 años, a la que el exagente de la Guardia Civil arrebató la vida cuando ella decidió dejarlo y mudarse a Bruselas, lleva tres años esperando el juicio

TERESA RODRÍGUEZ_montaje

153 puñaladas por “estar ciego”, dice el asesino de Teresa Rodríguez, “de amor”. 153 puñaladas. Así lo constató la autopsia de la joven y él mismo los ha confesado en sus primeras sesiones ante el jurado de la capital belga que lleva su caso.

César Arribas, el exguardia civil (aún guardia civil cuando mató a Teresa) encarcelado en una prisión de Bruselas desde hace casi tres años, ha excusado su violencia: “Perdí el control”. No era él, dice, sino su cegara. Una excusa que no convence a nadie: ni a Fiscalía ni al jurado popular que se encarga de deliberar su sentencia.

Y no lo hace, además de por ser un viejo conocido de poca utilidad entre las defensas de los asesinos machistas, porque se sabe también que Arribas planificó el asesinato de su expareja: buscó en Google como matarla y escribió una nota en su teléfono móvil pidiendo “perdón” por lo que “iba a hacer”. Imaginan los investigadores que esa nota se la iba a hacer llegar a la familia de Teresa. Nunca llegó a enviarla, pero sí cumplió sus intenciones.

El asesino no aceptaba que Teresa lo hubiese dejado

Arribas no aceptaba que Teresa, enfermera vallisoletana de 23 años, lo hubiese dejado. La madre de la víctima, que ha declarado como testigo en las primeras sesiones del juicio, ya había expresado en más de una ocasión que el asesino de su hija era una persona “controladora”.

Tanto es así, de hecho, que él mismo, con su propio testimonio, ha dado la razón a la madre de Teresa: cuando viajó hasta Bruselas en la madrugada del 27 de octubre de 2022 sabía que su víctima estaba sola. Teresa tenía compañera de piso, pero en esas fechas se encontraba de viaje. Su asesino ha admitido, durante la segunda sesión del juicio, que lo sabía, y que por eso aprovechó esas fechas para ir tras su víctima.

Admitirlo forma parte de su estrategia de defensa: sepan que esto último lo negó durante la instrucción del caso. Ha sido ahora, acorralado por las pruebas, cuando ha decidido admitirlo. Quiere evitar la posible cadena perpetua a la que se enfrenta por matar, con “premeditación” y “ensañamiento”, a su exnovia.

Arribas justifica su crimen

La familia del asesino de Teresa se espera que declaren hoy mismo ante el Tribunal belga. A ellos, durante las últimas sesiones, también se ha dirigido: pedía perdón por sus “actos” a la familia de su víctima y a la suya propia. Actos que este asesino confeso sigue justificando con un simple “no podía rehacer mi vida” sin Teresa, porque, dice, “toda su existencia estaba ligada” a la de su víctima. Ha dicho también que “la quería y la admiraba mucho”. 153 puñaladas. Dos cuchillos diferentes. Luz apagada, contó, para “no ver” lo que estaba “a punto de hacer”. Acuchillarla “por todas partes”.

Después de matarla- y no antes, porque así son los asesinos machistas- intentó “quitarse la vida” también él. Se lanzó por la ventana. Eso dice él. Que se intentó suicidar porque se sentía muy mal. Pero esto último, aunque será difícil demostrarlo, tampoco termina de colar entre los investigadores del caso.

Ellos insisten en el hecho de que Arribas no intentaba suicidarse, sino escapar. La jugada le salió mal: conmoción cerebral y esguince en uno de los pies. Y es como la policía belga lo pilló.

Cuando los asesinatos machistas traspasan fronteras

Los padres de Teresa -Blanca y Juan- piden justicia para su hija: que Arribas cumpla la máxima pena posible. “Esto no puede volver a pasar. Nadie es dueño de la vida de nadie”, reclamaban en diversas concentraciones en la memoria de su hija. Rodeada por los amigos y conocidos de su hija, pedían en Valladolid – de allí es la familia- que “entre todos y mediante la educación, la justicia y la cultura, la sociedad debería parar esto”.

Es lo único que han podido hacer por esa justicia que piden: reivindicarla y evitar que la memoria de Teresa caiga en el olvido. En Bélgica no existe la figura de la acusación particular- como sí ocurre en España. La acusación recae íntegramente en la Fiscalía. La esperanza de la familia Rodríguez recae, directamente, en una Fiscalía y jurado popular extranjero.

Esto no quiere decir que sea peor ni mejor. Pero sí deja entrever las dificultades- tanto judiciales como psicológicas- a las que se ven envueltas las familias de las víctimas de violencia machista en un contexto internacional. De hecho, la lucha de la familia de Teresa ha llegado al Parlamento Europeo. Allí se inauguró el martes pasado una exposición fotográfica en memoria de la joven enfermera vallisoletana: ‘Endelea. La vida de Teresa’. De forma simbólica, se pretende alertar sobre las cifras de la violencia machista en toda la Unión Europea y luchar contra el negacionismo de esta brutal violencia que traspasa todo tipo de fronteras.

Tan invisible parece ser a nivel internacional que ni si quiera existen fuentes oficiales que contabilicen a cuantas mujeres matan al año los hombres machistas como César Arribas. Estiman, desde la Comisión Europea, que “más de 3.000”. Al año. Estiman.

Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.