¿Por qué el asesinato de Susana Sierra no es un crimen machista?

La mató Jesús ‘El Vasco’, el hombre por el que supuestamente dejó a su marido. Pero el acusado niega toda relación. Así, mientras Igualdad la cuenta como víctima de VioGen, a él no lo investiga ningún juzgado de Violencia.

El cadáver de Susana estuvo casi dos meses en un cubo de basura, hasta que lo encontró la Policía durante el registro de la vivienda de Jesús Suárez ‘El Vasco’. 65 años y un pasado cargado de reseñas policiales por conflictos vecinales. Tiene además un juicio pendiente por agredir brutalmente a otra mujer en Gijón, en su casa y un año antes de cruzarse en su vida Susana Sierra.

49 años, de complexión normal, ojos negros y gafas graduadas. Es la descripción que figuraba en el cartel de búsqueda que se difundió tras la denuncia de desaparición interpuesta por su hijo, el pasado 7 de mayo. Casada en segundas nupcias, cuando perdieron todo contacto con ella enseguida sospecharon de la implicación del hombre al que había conocido meses antes, en un centro terapéutico. Vulnerable, ella. Tratado a nivel psiquiátrico él. Estando detenido, ‘El Vasco’ sufrió dos brotes psicóticos. De cara al proceso deberá determinarse si su estado le permite declarar y ser juzgado, o no.

¿Juzgado o no como VioGen?

La disyuntiva está en la calificación del crimen a día de hoy. El vínculo inicial entre víctima y verdugo apuntaba sin duda a un contexto penal de violencia de género, que según la legislación vigente implica que exista una relación de pareja o expareja. En este caso, es la familia de Susana quien así lo acredita en un primer momento. La respuesta institucional es inmediata en ese sentido. Tanto el Principado como la Delegación de Gobierno y el Ministerio de Igualdad no dudan en contabilizar el crimen de Susana Sierra en la oscura cifra anual de 24 víctimas mortales en lo que llevamos de año.

¿Suicidio o asesinato machista?
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Salvo porque el Tribunal Superior de Justicia de Asturias no lo ve así. “Entendemos que algo debe de haber trascendido del atestado policial para que lo nieguen con tal contundencia”, apunta Andrea Rodríguez. Abogada experta en violencia de género, ha solicitado personarse como acusación popular en representación de la asociación sin ánimo de lucro Abogadas por la Igualdad. Y no esperaba que su solicitud fuera rechazada. Ha sido un imprevisto para una entidad cuyo objetivo ineludible es el de presentarse en todos los feminicidios que se cometen en la región. “Hasta ahora sólo nos lo habían denegado en una ocasión, y ya está rectificado”, señala María Martín, presidenta de la asociación. Asume que, al igual que ocurrió en el caso de Karilenia Charles, la primera víctima de la violencia machista de este 2025, el peso que vuelca la balanza a su favor es que finalmente el crimen lo instruya un juzgado de Violencia.

¿El crimen de Susana es de interés público?

No es el caso. “En la providencia que nos notifica el rechazo, la magistrada alega que no tiene el interés público para que nos personemos como acusación popular. ¿Pero cómo no va a haberlo? ¿Cómo no va a tener interés nuestra presencia siendo como somos una asociación volcada en la erradicación de la violencia machista?”, clama Rodríguez. Por eso ha recurrido la decisión de la magistrada, y aún esperan respuesta. “Nosotras reclamamos que se aplique el Convenio de Estambul, que nos aclara que el concepto de violencia de género no se aplica únicamente al ámbito de la pareja”, explica Martín. Y añade: “El problema es que en España no existe como tal el delito de feminicidio, sino el de homicidio o asesinato con agravante de género”.

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Esto también lo saben bien. Fueron pioneras en solicitar su aplicación dos años después de que se introdujera en nuestro Código Penal, en 2015. El mismo año en que Jorge Portillo asesinó a su pareja, María Isabel Márquez, a golpes con una mancuerna. En la cabeza y por la espalda. Antes había ejercido un control absoluto sobre la mujer. “La moldeó a su gusto, la aisló y alejó de su círculo de amigos e incluso de su único hijo”. Así lo expuso el Ministerio Fiscal. Personadas como acusación popular, Abogadas por la Igualdad lo usaron como “litigio estratégico” y lograron que la pena alcanzara los 22 años y seis meses con la -entonces nueva- agravante de desprecio de género.

Por eso, insisten, el punto de partida para aceptar su personación no debe ser que Igualdad lo considere un crimen de violencia de género, sino la posibilidad misma de que se pueda aplicar la agravante de género. Es el argumento que han esgrimido negro sobre blanco: “La relación de afectividad no delimita el carácter del delito. Que exista o no esa relación no es hecho determinante para excluir la violencia de género en el presente asunto”. La jueza, confían, se pronunciará en breve.

Antes que asesino, maltratador

‘El Vasco’ maniató, golpeó a Susana en la cabeza y la estranguló con sus propias manos. No hay forma de ocultar la causa homicida y su implicación en el crimen. Pues ni siquiera se deshizo de los restos, sino que aparecieron en el céntrico piso de Gijón en el que residía desde hacía dos años. Conocido por sus vecinos, un año antes del crimen protagonizó otro episodio violento, sin resultado de muerte. Por suerte, la víctima logró escapar y poner distancia con su agresor. “Que me mata, que me mata”, la oyeron gritar los testigos. Pero de aquellas, Jesús Suárez quedó en libertad con medidas cautelares. Con su siguiente víctima fue menos indulgente. Ahora, pendiente del juicio por la agresión que se celebrará en unos meses, sigue entre rejas el transcurso de los acontecimientos procesales. Por delante, sólo le quedan años de condena en prisión.

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