¿Pueden los hombres y las mujeres ser sólo amigos?

El cine, la televisión y la literatura han alimentado la narrativa de que entre un hombre y una mujer tarde o temprano aparece algo más que amistad. Los expertos señalan que "es mayoritariamente un mito"

Fíjense en estas frases: “Los hombres no tenemos amigas; sólo hay más o menos posibilidades de que tengamos una relación sexual”. Frases como estas circulan en videos de creadores de contenido y se viralizan en redes sociales. La contundencia con la que se expresan arrancan risas, aplausos y también críticas. Pero ¿cuánto de verdad hay detrás de estas afirmaciones? ¿Son una descripción objetiva de la naturaleza humana o más bien un mito que arrastramos desde hace generaciones?

Una idea que divide

El debate no es nuevo. ¿Quién no ha visto Cuando Harry conoció a Sally y se ha sentido identificado, o es más, ha idealizado en su mente relaciones personales siguiendo esos patrones. El cine, la televisión y la literatura han alimentado la narrativa de que entre un hombre y una mujer tarde o temprano aparece algo más que amistad. La cultura popular se ha encargado de repetir una y otra vez que la atracción es inevitable, que “nadie escapa” y que, si una relación de amistad heterosexual dura demasiado, está destinada a transformarse.

Sin embargo, no se termina de ofrecer una respuesta concreta a la pregunta, ¿se trata de una realidad biológica inapelable o de una construcción social que condiciona la forma en que entendemos la cercanía entre géneros?

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La mirada de la psicología

Emma Iglesias, psicóloga especializada en Psicología Integradora, Trauma y Apego, lo explica de forma clara: “Existen investigaciones en la psicología evolutiva que nos dicen que a nivel biológico es normal que exista atracción entre hombres y mujeres porque hay una motivación, muchas veces inconsciente, para reproducirnos y perpetuar la especie. Pero eso no implica que siempre deba haber atracción, ni que no pueda existir la amistad entre géneros diferentes”.

La especialista subraya que, más allá de la biología, contamos con una herramienta fundamental: “Tenemos un cerebro racional, que nos distingue de los animales. Ese cerebro nos permite actuar en contra de los impulsos, decidir y mirar más allá de la posible atracción”.

Rebatiendo así la afirmación de que “los hombres no somos capaces, somos terribles; somos miserablemente primitivos, es la realidad”, escuchada en perfiles con gran número de seguidores.

En otras palabras, aunque la atracción pueda darse, no está escrita en piedra la imposibilidad de una amistad. Reducir el vínculo a una pulsión sexual sería desconocer la capacidad humana de elegir.

El peso de los mitos

“Es mayoritariamente un mito. Vivimos en una sociedad que romantiza las relaciones heterosexuales como si siempre tuvieran que acabar en pareja. Esto hace que se interprete cualquier signo de cercanía como ‘algo más’”, sostiene Iglesias.

Según ella, gran parte de la confusión se alimenta de mensajes culturales que refuerzan la idea de que el hombre es incapaz de controlarse. “Durante años se ha repetido que los hombres se dejan llevar por sus impulsos, que no tienen otra mirada sobre sus amigas. Nada más lejos de la realidad. Los hombres, igual que las mujeres, son humanos que pueden decidir y admirar a las personas de su alrededor más allá de su atractivo físico”.

Adolescencia, maduración y amistad

La psicóloga introduce otro matiz clave: la edad. “Cuando somos pequeños es más posible que confundamos atracción con algo más, porque estamos en un momento donde la curiosidad sexual está muy presente. Nuestro córtex prefrontal, que nos ayuda a controlar impulsos y pensar de forma racional, no termina de madurar hasta los 20 años. Por eso en la adolescencia puede haber más confusión, pero con la madurez aumenta la capacidad de diferenciar atracción de amistad”.

Es decir, el desarrollo neurológico y emocional abre el camino para relaciones más estables, en las que el cariño no tiene por qué transformarse en deseo. La madurez permite separar los planos y construir amistades auténticas.

El papel de los medios

Las películas y las series tampoco ayudan. “Influyen en el sentido de que normalmente acaban reforzando justamente esta idea de que no es posible la amistad entre hombres y mujeres porque al final siempre acaba pasando algo, cuando en realidad no tiene por qué”, señala Iglesias.

Desde las comedias románticas de los 90 hasta las series actuales, la trama suele girar alrededor de la tensión no resuelta, como si la atracción fuera el desenlace natural. Este guion repetido condiciona nuestras expectativas y, en cierto modo, valida frases como “los hombres NO tenemos amigas”.

Sin embargo, la vida real es más compleja. “De hecho, pensar lo contrario es una lástima”, apunta Iglesias. “Porque implica que, por el simple hecho de ser de géneros diferentes, nunca podremos ser amigos. Si además nos replanteamos qué pasa con las personas homosexuales, el mito deja de tener sentido”.

Una visión machista

Al final, la conclusión es clara: el mito de que hombres y mujeres no pueden ser sólo amigos es una construcción machista que limita la experiencia humana. Coloca a los hombres en la posición de seres dominados por sus impulsos y reduce las relaciones a un terreno sexual, borrando matices de complicidad, apoyo y cariño que son igualmente válidos.

Quizá lo más revelador sea que la propia existencia de millones de amistades entre hombres y mujeres desmiente la frase inicial. Sí, hay casos en los que la atracción aparece y puede transformar la relación, pero no es una regla universal ni mucho menos inevitable.

Al final, lo importante es reconocer que cada vínculo es único. La amistad entre hombres y mujeres no solo es posible, sino que enriquece nuestras vidas cuando se construye desde el respeto y la honestidad. Creer lo contrario es quedarse en un mito que limita la forma en que podemos relacionarnos.