Fíjense en esta frase: “Yo si fuera una mujer, lo que más odiaría en un hombre sería, que sea un hombre que actúa desde las emociones, y no desde la razón”. Una afirmación que cada vez se escucha más en redes sociales, pronunciada, eso sí, siempre por hombres. El debate está servido, generando quienes aseguran que esto refuerza los roles de género y quienes apoyan la tesis. Por ello, nos disponemos a averiguar, ¿encierra algo de verdad o sólo es un eco más de estereotipos sociales?
Detrás de este mensaje hay una clara simplificación. Y las relaciones humanas son complejas. La sugerencia de que las mujeres únicamente valoran la razón en los hombres, como si la emoción fuese un obstáculo, es, en el mejor de los casos, parcial y reductiva. La evidencia psicológica y las reflexiones de expertos apuntan en otra dirección.
@kastelmethodUn hombre emotivo es lo peor♬ sonido original – Marca Oficial de Adri Kastel
La psiquiatra Marian Rojas Estapé explica que, frente a un problema, las mujeres tienden a buscar el diálogo como vía de alivio y procesamiento emocional, mientras que los hombres recurren más al aislamiento e introspección. Esta diferencia no implica que la razón sea más valiosa que la emoción, sino que los estilos comunicativos suelen diferir y pueden generar malentendidos en la pareja. En la misma línea, investigaciones de la Universidad de Granada revelan que, en conflictos de pareja, las mujeres suelen emplear estrategias de expresión y lealtad, mientras que los hombres, con más frecuencia, adoptan respuestas negligentes que pueden incluir evitar el diálogo o simplemente no atender las emociones expuestas. Sin embargo, un factor fundamental para mejorar ambas dinámicas es la inteligencia emocional, herramienta que facilita una mejor regulación emocional y una resolución constructiva de los conflictos.
Por ello, la explicación que ofrecen en redes sociales que intenta justificar esa frase inicial, no sería válida: “¿Por qué? Porque cuando tú dejas que las emociones tengan el control, la metes en los agujeros que no debes meterla, te va a engañar, va a estar mirando culos, qué clase de mujer va a querer un hombre que se comporta así. Cuando tú controlas tus emociones, no la metes donde no tienes que meterla, respetas a tu mujer al 100%”. No es cuestión de se emoción o razón, sino de equilibro.
Diferente gestión emocional
Desde una perspectiva neurocientífica, se ha observado que hombres y mujeres tienen estilos distintos al enfrentar emociones: las mujeres suelen mostrar mayor sensibilidad hacia expresiones de tristeza o dolor, mientras que los hombres tienden a adoptar enfoques más analíticos en situaciones de riesgo. Sin embargo, lo más relevante no es la diferencia en sí, sino encontrar un equilibrio saludable entre emoción y razón. Regirse únicamente por la razón, sin conexión emocional, puede desembocar en represión, pesimismo o baja autoestima.
Lo que a menudo se etiqueta como “emotividad femenina” no es necesariamente algo innato, sino una consecuencia de la educación y las expectativas sociales. Desde edades tempranas, a las mujeres se les enseña a ser más expresivas, a mostrar empatía y a cuidar de los vínculos, mientras que, a los hombres, en muchos contextos, se les desalienta a mostrar emociones o se les exige mantener la compostura. La psicóloga Júlia Martí señala que esta diferencia genera una carga añadida: a muchas mujeres se les hace sentir responsables de mantener el clima emocional de la relación, incluso con una autoexigencia desmedida cuando su pareja no responde de la misma forma.
En este punto conviene preguntarse dónde se esconde la verdad y dónde la falacia en la frase viral. Es falso que las mujeres solo valoren la razón: lo que suelen buscar es comunicación emocional y entendimiento. Tampoco es cierto que los hombres actúen únicamente desde la razón; si bien se observan tendencias comunicativas distintas, la realidad es mucho más matizada. Y, sobre todo, resulta contraproducente creer que ignorar las emociones fortalece la relación. En la práctica, esto genera desconexión y malestar.
La frase, en definitiva, se sustenta en generalizaciones que ignoran la diversidad individual, refuerzan roles de género rígidos y desconocen el valor de la inteligencia emocional. No todas las mujeres buscan lo mismo, ni todos los hombres priorizan de igual manera la razón o la emoción. Lo que sí es común en las relaciones que prosperan es la capacidad de integrar ambas dimensiones con madurez, honestidad y empatía.