Pese a que el mundo editorial, sobre todo en España, ha contado históricamente con una notable presencia femenina en sus filas, las autoridades aún siguen concentrándose en manos masculinas, y la creación literaria continúa mostrando una brecha de género evidente. Las mujeres son muchas, fundamentales, pero no siempre visibles donde se decide. Este largo recorrido intenta desentrañar esa paradoja.
Las mujeres constituyen la mayoría de las trabajadoras del sector editorial. Correctoras, maquetadoras, traductoras, bibliotecarias, agentes: casi todos los ámbitos cotidianos de la edición están ocupados por mujeres. En grandes sellos, como Espasa (Grupo Planeta), una directora editorial afirma: “en mi departamento de trece editores sólo hay un hombre”. No obstante, al subir un peldaño, las cifras se tensan. En cargos directivos y en la toma de decisiones, los hombres siguen dominando.
Según los datos del Ministerio de Cultura del 2024 -registrados bajo código ISBN-, el 39,7 % de los títulos fueron escritos por mujeres, frente al 60,1 % por hombres. En literatura infantil y juvenil, las mujeres publican más, pero la brecha se abre ampliamente en ensayo y creación literaria. Solo el 20 % de los ensayos publicados entre 2017 y 2018 estaban firmados por mujeres; en 2022, su participación en ensayo fue del 31,3 %. Si ampliamos a todos los soportes (digital, papel y otros formatos), las mujeres representan el 37,8 % frente al 62 % de los hombres.

El ecosistema editorial independiente destaca por su apertura: en editoriales de catálogo más reducido, la presencia de obras escritas por mujeres alcanza un promedio del 43 %, y puede llegar al 53 % si se consideran valores no ponderados. Sellos como Editorial Ménades (fundada en Madrid en 2018) se dedican exclusivamente a rescatar y difundir la obra de autoras de todas las épocas. Otro ejemplo emblemático es Ediciones Torremozas, fundada en 1982 por Luzmaría Jiménez Faro, centrada en literatura femenina, especialmente poesía, rescatando memorias, epistolarios y obras olvidadas. También en clave feminista, la editorial catalana LaSal. Edicions de les donesfue pionera: nacida en Barcelona en 1978, fue considerada la primera editorial feminista en España.
Muchas figuras femeninas han definido el panorama editorial moderno. Desde pioneras como Esther Tusquets en Lumen o Carmen Balcells en el ámbito literario, hasta editoras actuales como María Fasce (Alfaguara), Silvia Sesé (Anagrama), Ofelia Grande (Siruela) o Elena Ramírez (Seix Barral). Aun así, varias de ellas denuncian que las publicaciones siguen siendo mayoritariamente masculinas, aunque hay voluntad de equilibrio: Roberta Gerhard, editora de Random House, confiesa que la programación de 2026 será paritaria por primera vez.

Las mujeres no solo trabajan en el sector, sino que lo sostienen como consumidoras. Según el Barómetro de hábitos de lectura, el 68,5 % de las mujeres mayores de 14 años leen libros por ocio, frente al 59,3 % de los hombres. Durante el confinamiento, esa brecha se amplió: el 66 % de mujeres leyeron frente al 48 % de hombres. Aun así, que lean más no se traduce directamente en igualdad en autoría o dirección editorial.
Frente a esa invisibilidad, asociaciones como Clásicas y Modernas apuestan por la recuperación de referentes culturales femeninos, criticando la desigualdad en el canon literario. Otra iniciativa relevante es El Legado de las Mujeres, que desde 2019 trabaja para aumentar la presencia de mujeres escritoras y pensadoras en los contenidos educativos, tras detectar solo un 7,6 % de referentes femeninos en los libros de texto de secundaria.
El sector editorial español refleja una tensión histórica: las mujeres están en el corazón de la industria -como trabajadoras, lectoras, editoras-, pero siguen encontrándose con límites estructurales en creación, reconocimiento y liderazgo. La mejora pasa por visibilizar su rol en la edición, equilibrar la autoría literaria, apoyar editoriales independientes que apuestan por mujeres y consolidar espacios de referencia cultural femenina. Solo así el mundo del libro será verdaderamente inclusivo y representativo.