Opinión

Tejidos de vencindad

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Iniciamos la “rentrée” política con tal profusión de despropósitos que no puedo sino volver la mirada hacia una obra, Tejidos de vecindad, que nos hace pensar distinto y, en cierta manera, sensato. Presenté este libro en Zaragoza, con la periodista Lola Ester y su promotor, Javier Lambán, entonces Presidente de Aragón. Al releerlo, con motivo del fallecimiento de este último, volví a revivir, a través de sus páginas, historias recientes, al mismo tiempo que me ilustré con las antiguas que en él se recogen, para explicar los vínculos históricos ente Aragón y Cataluña durante los siglos XVIII a XX.

La Historia, ciertamente, cuando no es objeto de las manipulaciones a las que pretenden acostumbrarnos, nos explica muchas cosas del pasado y nos previene frente a disparates futuros. De igual modo la geografía nos condiciona culturalmente y de ahí a los lazos personales y sociopolíticos no hay más que un paso. Cuántos aragoneses en Cataluña y cuantos catalanes en Aragón han sido testigos de esos lazos que se describen en el libro. Podemos vehicularlos, por ejemplo, a través del Ebro, esa que fue vía fluvial imprescindible durante siglos, marcados por las sirgas o los “llaüts”, indispensables para el transporte de arroz y trigo. O a través del ferrocarril, que desde Barcelona llegaba a Pamplona, atravesando Cataluña y Aragón. Incluso mediante esa carretera serpenteante entre Aragón y Cataluña que une Lérida con el Valle de Arán, entre dos Nogueras, el Pallaresa y el Ribagorzana.

Los de Lérida quizás hemos vivido en manera distinta esa forma de tejer la vecindad con Aragón, si nos comparamos con las otras tres provincias catalanas. Recuerdo, de pequeña, a las inconfundibles fragatinas, con sus medias blancas y sus trenzas enrolladas, bien envueltas en sus mantones, al mando de sus carros para llegar los mercados leridanos a primera hora de la mañana. Para nosotros, la Franja era un lugar común desde muchos puntos de vista. Y Zaragoza una referencia cultural indispensable, pues para llegar a Barcelona teníamos que superar la subida, y bajada, del Bruc, hasta que su famoso túnel nos acercó a la capital catalana. Muchos de mis compañeros estudiaron en Zaragoza, especialmente medicina, pero también derecho o filología. Y muchos licenciados aragoneses nutrieron los institutos de enseñanza media en Cataluña, faltos de personal en la expansión educativa de los años setenta.

Todos aprendimos de todos. Los catalanes cantamos a la libertad con Labordeta y los aragoneses “Al vent” con Raimon. Supimos lo que fue el cantonalismo, antes de que apareciera en los libros de texto, con Mr. Witt, bajo la batuta de otro aragonés universal, Ramón J. Sender. Estuvimos en la clandestinidad con otros aragoneses afincados, cuando no encarcelados, en Cataluña, que fueron referentes de nuestra transición a la democracia, López Raimundo o Comín, entre otros. Aprendimos literatura, sin distingos por origen, con Mainer y los Blecua e Historia con Vicens Vives y su fecunda escuela.

Calanda, con su tamborrada, que muchos conocimos a través de Carlos Saura… El surrealismo de Buñuel…. Los territorios de frontera y conquista que aparecen en el “Sidi” de Arturo Pérez Reverte, por los que transitamos día sí y día también sin tener conciencia de ello…

Todo esto, y mucho más, se contiene en esos Tejidos de vecindad auspiciados por mi amigo Javier Lambán. Ese constitucionalista de pro que defendió a capa y espada sus principios como aragonés, amante de Cataluña, español y europeo. Mientras tanto, ahora, en este inicio de curso político, vamos a tener que lidiar con un Fiscal General penalmente encausado que deteriora sin límites a la institución que representa, con un presidente de la Generalitat que se desplaza a Bruselas para garantizar que el prófugo de Waterloo no se desmadre en demasía y ponga en peligro los equilibrios que permiten que tengamos un Gobierno que no gobierna, al que le da igual tener o no presupuestos para afrontar las necesidades de la ciudadanía, que bloquea las normas europeas porque así conviene al secesionismo, que delega en los más abyectos el aseguramiento de la poltrona acordando quitas de deuda y financiaciones singulares discriminatorias….

Javier Lambán se pronunció claramente en favor de las políticas de cohesión, no el desmembramiento territorial, la desestructuración económica ni el enfrentamiento social. Su talante, su buen hacer, el saber establecer esos “Tejidos de vecindad” que reclama la obra que tuve el honor de presentar, constituyen un modelo a imitar en medio de este erial político en el que estamos sumergidos. Nunca se lo agradeceremos bastante.

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