Música

Bad Bunny dispara las citas de Tinder durante su residencia en Puerto Rico

La presencia de Bad Bunny en la isla caribeña se ha dejado notar hasta en las aplicaciones y ha convertido a San Juan, donde tienen lugar sus conciertos, en uno de los destinos más codiciados del verano

Bad Bunny

En un fenómeno sin precedentes, Bad Bunny ha logrado transformar más que el panorama musical: su residencia artística “No Me Quiero Ir de Aquí” —que tiene lugar en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot entre el 11 de julio y el 14 de septiembre de 2025— está disparando la actividad en la aplicación de citas Tinder, redefiniendo las formas de relacionarse entre la gente.

Desde el inicio de su residencia, la plataforma ha reportado un aumento del 35 % en el volumen de deslizamientos localmente. Pero más allá del incremento local, se evidencia una movilización digital global: el modo Tinder Passport, que permite cambiar la ubicación geográfica para explorar perfiles en otros lugares, ha crecido un 52 %. Este hecho convierte a San Juan en uno de los destinos virtuales más codiciados del año.

“Viajeros virtuales” en busca de pareja

Los “viajeros virtuales” no provienen de los tradicionales núcleos urbanos de Estados Unidos, sino de República Dominicana, Colombia y España, que encabezan la llegada digital hacia Puerto Rico. Incluso dentro de Estados Unidos, estados como Florida, Nueva York y Texas lideran el origen de quienes usan Passport para conectarse con usuarios en la isla.

Bad Bunny tinder
Imágenes de Tinder.

Esta tendencia global también se manifiesta en los perfiles de Tinder. A raíz del anuncio de la residencia, las menciones de “Bad Bunny” en biografías de usuarios se incrementaron cerca de un 13 %, con una participación masculina mucho más pronunciada: los hombres mencionan al artista casi un 200 % más que las mujeres. Esta mención se convierte en un recurso inmediato para conectar por intereses compartidos, un puente dentro de la interfaz de citas.

Bad Bunny: punto de unión

La música de Bad Bunny también impregna los perfiles: sus canciones dominan la función “Spotify Anthem” en Tinder. “DtMF” (sigla del álbum Debí Tirar Más Fotos), “Baile INoLVIDABLE” y “NUEVAYoL” se posicionan como las más elegidas por los usuarios. Además, él se convierte en el artista más escuchado en la plataforma desde países como México, España y Colombia, excluyendo al público estadounidense.

El vínculo entre la residencia de Bad Bunny y el aumento en Tinder es más que estadístico: representa una convergencia de música, cultura, tecnología y relaciones sociales. Medios internacionales destacan cómo esta residencia no solo es un show musical, sino también una iniciativa cultural que prioriza a la comunidad local, fomenta un turismo sostenible y enaltece la identidad puertorriqueña.

El cantante también celebra la cultura latinoamericana desde el escenario, denunciando problemas como gentrificación, emigración masiva y pérdida de identidad. Estos temas han estado presentes su último álbum en canciones como LA MUDANZA o LO QUE LE PASÓ A HAWAII.

Bad Bunny
La estrella de reggaetón Bad Bunny.
Shutterstock

Artistas y analistas culturales interpretan este fenómeno como un puente entre lo físico y lo digital. Eladio Carrión, por ejemplo, calificó la residencia como “algo bueno para la isla”, destacando el impacto social positivo detrás del espectáculo. Este impacto se traslada también a Tinder, donde la plataforma se convierte en un espacio de interacción cultural y afectiva, motivado por el magnetismo de Bad Bunny.

Las cifras hablan por sí solas: más de 400,000 entradas vendidas en apenas cuatro horas; creación de miles de empleos, impacto económico estimado en más de 200 millones de dólares, y trota global digital en Tinder. Todo ello reafirma cómo un artista puede transformar experiencias —bien sean conciertos, economía local o dinámicas en apps globales— desde una plataforma de entretenimiento que se expande a un horizonte mucho mayor.

Este impulso de Bad Bunny también representa una nueva forma de “celestinado del siglo XXI”, donde en lugar de un encuentro fortuito, el “match” nace del lenguaje simbólico del fandom, un deslizamiento que va más allá de lo romántico: conecta territorios, ritmos, identidades y memorias compartidas.

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