El precio del pescado en Navidad empieza a encender todas las alarmas del sector español. Cada mes de diciembre, el mar llena nuestras mesas con productos que forman parte del imaginario festivo. La gamba roja, la langosta, el calamar, el rape, la merluza. Sin embargo, este año su precio podría dispararse por un motivo que no tiene nada que ver con la demanda. La flota mediterránea está exhausta, sin días disponibles para faenar. Y las restricciones impuestas por Bruselas amenazan con dejar a medio país sin género nacional justo en la temporada más crítica.
La política comunitaria ha reducido desde 2020 más del 40% de los días de pesca permitidos a las 570 embarcaciones de arrastre que operan en el Mediterráneo. Ese recorte ha dejado a la flota con apenas entre 130 y 140 jornadas anuales, lo que, según los profesionales, es insuficiente para mantener su actividad. Y si el sector se detiene en pleno diciembre, el precio del pescado en Navidad será el primero en reflejar el golpe.
Los puertos empiezan a vaciarse
En el puerto de Almería, la situación es crítica. María Ángeles Cayuela, armadora y presidenta de Andmupes, confirma en La Información que desde el 10 de noviembre hay embarcaciones completamente sin días de trabajo. De mantenerse el escenario, en menos de dos semanas podrían quedar amarrados más de 25 barcos. Una cifra que dejaría al mercado prácticamente huérfano de producto local. Y, en consecuencia, elevaría el precio del pescado en Navidad a niveles particularmente delicados.
Más al norte, en Torrevieja, la realidad no es mejor. Pedro Carmona Pérez, patrón mayor de su cofradía y vicepresidente de la FNCP, asegura también en La Información que la mitad de la flota mediterránea está ya parada. Con el inicio de las celebraciones el 6 de diciembre —cenas de empresa, comidas familiares y el repunte en las compras de restauración—, la incertidumbre se multiplica. Si la oferta nacional se desploma, el precio del pescado en Navidad dependerá de las importaciones, generalmente más caras y menos accesibles para buena parte de los hogares.

Las restricciones no afectan solo al producto. Afectan al tejido humano. Detrás de cada barco detenido hay tripulaciones que no han podido completar un año de cotización y jóvenes armadores, como el de Santa Pola que compró un barco asumiendo un crédito de 380.000 euros y apenas ha podido faenar 138 días. Este tipo de situaciones anticipan un diciembre dramático en el que el precio del pescado será apenas la superficie visible de un problema mucho más profundo.
Europa subvenciona un máximo de 52 días de parada. Una cantidad insuficiente para cubrir el año laboral perdido. Y mientras tanto, los compradores —alerta Cepesca en La Información— recurrirán a capturas de otros países. El resultado inevitable será un precio del pescado en Navidad condicionado por mercados exteriores y por un Mediterráneo español prácticamente en silencio.
Bruselas decide en diciembre
El Ministerio de Agricultura negocia contrarreloj para recuperar días de pesca antes del 31 de diciembre. El año pasado, Bruselas llegó a proponer un recorte del 79% del esfuerzo pesquero. Un golpe que se suavizó tras una negociación límite.
Este año, el ministro Luis Planas reclama que, antes de fijar nuevas reducciones, la UE tenga en cuenta los avances ambientales y energéticos logrados por la flota, como los cambios de mallas, las vedas o la instalación de puertas voladoras —que han reducido el impacto en los fondos y ahorrado hasta un 30% de gasoil.

Si estas mejoras se reconocen, podría lograrse cierta flexibilización. Si no, el precio del pescado en Navidad quedará decidido en los consejos europeos del 11 y 12 de diciembre. Allí se perfilará el futuro inmediato del Mediterráneo.

