La participación de Israel en Eurovisión 2026 se ha convertido en uno de los grandes focos de polémica internacional en la antesala del festival. La guerra en Gaza, que ha provocado decenas de miles de víctimas civiles, ha generado un debate sobre el papel que deben desempeñar los países participantes y las radiotelevisiones públicas que forman parte de la Unión Europea de Radiodifusión (UER). La cuestión que se plantea ahora es si España debe seguir formando parte de la competición en caso de que Israel no se retire.
El debate se intensificó tras la votación celebrada en el consejo de administración de RTVE, que aprobó una propuesta para respaldar la exclusión de Israel del certamen o, en su defecto, no participar en la edición de 2026. El movimiento, aunque simbólico, colocó a España en el centro de la discusión internacional, ya que muy pocas televisiones públicas se han pronunciado de manera tan explícita sobre el tema. El contexto remite a precedentes recientes: en 2022, la UER expulsó a Rusia tras la invasión de Ucrania, una decisión que marcó un antes y un después en la gestión política del festival.
La situación de Israel es, sin embargo, más compleja. A diferencia de Rusia, que se enfrentaba a un aislamiento internacional casi absoluto, Israel mantiene apoyos sólidos dentro de Europa y entre algunos de los países que forman parte de la UER. A esto se suma que Israel no es miembro de la Unión Europea, pero sí de la UER, lo que le ha permitido competir en Eurovisión desde 1973. Su participación siempre ha estado marcada por la controversia, con abucheos en directo, protestas en las sedes del festival y debates recurrentes sobre si su presencia responde a los principios fundacionales del certamen.

La dimensión política es ineludible. Eurovisión nació en 1956 como un proyecto cultural para unir a los países del continente tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, desde sus primeras ediciones, los votos estratégicos entre bloques, las tensiones diplomáticas y la utilización del festival como escaparate internacional han formado parte de su historia. Hoy, con la guerra en Gaza en primer plano, las críticas apuntan a que la presencia de Israel supone legitimar su actuación militar, mientras que otros defienden que el certamen debe mantenerse como un espacio cultural ajeno a la política.
En este marco, voces expertas analizan el dilema al que se enfrenta España.
“España debería seguir en Eurovisión, la solución es de la UER”
Para Adrián Valiente, Label Manager & Promotion Specialist en “Arriba Los Corazones Experience” y exresponsable de marketing internacional en Warner Music Spain, la retirada española no sería la vía adecuada. “Eurovisión nació como un espacio de unión tras la Segunda Guerra Mundial y, aunque se concibe como un certamen musical, siempre ha estado atravesado por la política”, recuerda.
Valiente subraya que Israel participa de acuerdo con las reglas de la organización: “La participación de Israel se ampara en los estatutos de la Unión Europea de Radiodifusión, pero el conflicto con Palestina ha reabierto un debate inevitable”. Aun así, cree que la decisión no corresponde a España: “Creo que España debería seguir en Eurovisión, porque abandonar el festival no soluciona nada; en todo caso, es la organización la que debe actuar con coherencia, como hizo con Rusia en 2022”.
Entre sus propuestas, apunta fórmulas para rebajar la carga política del evento: “Una posible solución sería relegar a un segundo plano el nombre de los países y el uso de las banderas, para garantizar igualdad de condiciones, aunque eso le restaría parte de su esencia: Eurovisión siempre ha estado politizado por naturaleza, aunque muchos lo quieran obviar”. Y añade: “Excluir a Israel también abriría otro problema, ya que hay países que apoyan su participación; por eso es la organización la que debe tomar cartas en el asunto, ya sea buscando vías de diálogo o replanteando el sistema de votación, al menos hasta que el conflicto con Palestina haya finalizado, dejando al público expresar su veredicto de una forma alternativa”.
“España no debería participar, es un golpe sobre la mesa”
La periodista de Fórmula TV especializada en Eurovisión Almudena M. Lizana plantea una posición más radical: “Creo que España, o al menos parte de la población española, ha dado un golpe sobre la mesa con respecto al tema de Israel y el genocidio que están perpetrando en Gaza”. Para ella, la decisión del consejo de RTVE abre un camino a seguir: “La votación de RTVE es el primer paso para poder presionar y expulsarlo de, al menos, esta competición. Por lo que creo que España no debería participar, dando ejemplo también a otras televisiones”.
Lizana advierte de que el festival ha servido de escaparate propagandístico para Israel: “El concurso, que se formó con tal de unir a los pueblos, estos últimos años ha estado sirviendo como herramienta propagandística de Israel, blanqueando su imagen y lanzando mensajes muy evidentes en uno de los eventos más vistos del mundo, por lo que se ha politizado inevitablemente, y es que la política está presente en todos los ámbitos de nuestra vida y Eurovisión no es menos”.
Una disyuntiva sin consenso
Las tres posturas reflejan la complejidad de la situación. Mientras parte de la industria cultural y periodística española pide que España abandone el festival en caso de que Israel se mantenga, otros expertos insisten en que la decisión corresponde a la UER, y no a los países de forma individual. Lo cierto es que la edición de 2026 se presenta como una de las más polémicas de los últimos años, con un debate que va mucho más allá de la música.

