La película El cautivo, dirigida por Alejandro Amenábar, ha reabierto un viejo debate: hasta qué punto el cine puede manipular la biografía de un personaje histórico para convertirlo en protagonista de una ficción dramática.
El filme aborda los cinco años que Miguel de Cervantes pasó en Argel tras ser capturado en 1575 por piratas berberiscos. Y mezcla hechos documentados con licencias narrativas que han generado discusión entre críticos e historiadores.
Aunque El cautivo no se presenta como un documental, la cinta juega con esa frontera que separa lo posible de lo inventado. La historia del joven soldado español que más tarde escribiría Don Quijote de la Mancha aparece en la gran pantalla con luces y sombras que obligan a preguntarse qué hay de verdad y qué es una pura construcción dramática.
Una etapa oscura de Cervantes
El punto de partida de El cautivo es fiel a la historia. Cervantes regresaba a España desde Nápoles cuando fue interceptado cerca de la costa catalana y vendido como esclavo en Argel. Allí permaneció entre 1575 y 1580, intentando escapar en varias ocasiones y soportando las dificultades de la vida en cautiverio.

Finalmente, fue liberado gracias a la mediación de frailes trinitarios que pagaron un alto rescate.
Este episodio, tan documentado como trascendental, sirve de base al guion de Amenábar. Sin embargo, en El cautivo la trama se adentra en territorios donde la documentación histórica se diluye. Y el guion se atreve a explorar lo que pudo haber pasado en la intimidad entre Cervantes y sus captores.
La relación con Hasán Bajá: ficción o probabilidad
Uno de los ejes dramáticos de El cautivo es la relación ambigua entre Cervantes y Hasán Bajá, gobernador de Argel. La película muestra una conexión que va desde la tensión intelectual hasta un atisbo de atracción personal.
Amenábar ha reconocido que en borradores iniciales del guion esa relación era más explícita. Pero finalmente optó por sugerir un vínculo emocional antes que físico.
Históricamente, no hay pruebas de que existiera una relación sentimental entre Cervantes y Hasán Bajá. El cervantista José Manuel Lucía Megías, asesor de la película, recuerda que Cervantes era un cautivo “de rescate”, valorado en 500 ducados. Y por tanto demasiado valioso para ser maltratado o ejecutado.
La indulgencia del gobernador hacia él puede explicarse desde un prisma económico y estratégico, no necesariamente personal. En este punto, El cautivo opta por la especulación creativa más que por la fidelidad histórica. El propio Amenábar lo confirmó recientemente.
¿Era Cervantes homosexual?
Otro de los aspectos más controvertidos de El cautivo es la insinuación de que Cervantes pudo haber sentido atracción por otros hombres. La película no lo afirma de forma categórica, pero deja espacio para esa lectura. Aquí la polémica está servida: ¿hay base histórica para esa interpretación?

Según la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, la respuesta es negativa. No existen pruebas documentales que permitan hablar de la orientación sexual del escritor en términos actuales. La homosexualidad como categoría identitaria es anacrónica aplicada al Siglo de Oro. De ahí que El cautivo, al introducir esta posibilidad, esté navegando por aguas estrictamente ficticias.
El germen del Quijote en Argel
La cinta también sugiere que Cervantes empezó a concebir su gran obra durante sus años de cautiverio, como un refugio mental frente a la desesperación. ¿Inspiró esa experiencia Don Quijote?

Es indudable que el paso por Argel marcó a Cervantes para siempre. Su visión del mundo, su empatía hacia los marginados y su obsesión por la libertad tienen raíces en aquella etapa. Sin embargo, no hay constancia de que en las mazmorras de Argel comenzara a gestar el Quijote.
Atribuir al cautiverio el nacimiento de la obra cumbre de la literatura española es una licencia poética de El cautivo. Una metáfora que la película utiliza para darle fuerza narrativa a la historia.