Entre los grandes títulos de la literatura universal, hay uno que permanece oculto para la mayoría de los lectores actuales. Se trata de Memorias de Adriano. Esta obra de Marguerite Yourcenar se publicó en 1951 y, a pesar de ser un éxito de crítica en su momento, hoy es un clásico que “casi nadie ha leído”.
Sin embargo, Memorias de Adriano es considerado el libro que inventó la novela histórica moderna. Una pieza maestra en la que la voz de un emperador romano se convierte en una confesión íntima, filosófica y profundamente humana.
La apuesta literaria de Marguerite Yourcenar
Lo que hace único a Memorias de Adriano no es solo su ambientación en el Imperio Romano, sino la manera en que Yourcenar la construyó. Tras años de investigación y reescrituras, la autora consiguió lo imposible: dar voz a Publio Elio Adriano, emperador del siglo II d. C., como si hablara en primera persona. No se trata de una novela histórica en el sentido clásico de recrear batallas, fechas y escenarios, sino de un ejercicio de introspección.
En Memorias de Adriano, la historia se convierte en monólogo interior. Adriano reflexiona sobre el poder, el paso del tiempo, la fragilidad de la vida y su amor por Antínoo. Un retrato que humaniza a uno de los emperadores más importantes de Roma. Esa capacidad de mezclar erudición histórica con profundidad psicológica es lo que hace que muchos críticos consideren esta novela como la obra que renovó el género.

Lo sorprendente es que Memorias de Adriano no fue escrita como una novela popular al uso. Es un texto exigente, con un estilo refinado y cargado de reflexiones filosóficas. Por eso, aunque es alabado en círculos académicos y literarios, rara vez aparece en las listas de lecturas habituales.
Sin embargo, quienes se sumergen en Memorias de Adriano descubren una experiencia única. El acceso a los pensamientos más íntimos de un emperador romano, en un ejercicio narrativo que combina filología, historia y poesía. Yourcenar no solo reconstruyó una época, sino que creó un modelo de novela introspectiva que muchos autores posteriores imitaron.
La invención de la novela histórica moderna
Antes de Memorias de Adriano, la novela histórica se entendía sobre todo como una narración épica, llena de datos y escenarios. Pero sin gran peso psicológico. Obras como las de Walter Scott o incluso las recreaciones decimonónicas de Victor Hugo y Alejandro Dumas se centraban más en la acción que en la voz interior.
Con Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar cambió las reglas. Creó una ficción histórica basada en la conciencia del protagonista, un recurso narrativo que después inspiraría a muchos novelistas. Desde los retratos de Robert Graves (Yo, Claudio) hasta las narraciones contemporáneas de Javier Marías o Antonio Muñoz Molina, el eco de Adriano sigue resonando.

Por eso, cuando se dice que Memorias de Adriano inventó la novela histórica moderna, no es exagerado: fue la primera obra que colocó en el centro al personaje como ser humano complejo, con dudas, pasiones y contradicciones.