Julian Fellowes: “La historia no está tan lejos como creemos”

El creador de Downton Abbey y The Gilded Age reflexiona sobre ambición, legado, desigualdad y el poder de las mujeres en un mundo que cambia... o que finge hacerlo

Julian Fellowes en el rodaje de 'Downton Abbey'
Julian Fellowes en el rodaje de 'Downton Abbey'

Uno de los aspectos más sorprendentes del trabajo de Julian Fellowes es su habilidad única para escribir personajes femeninos complejos y profundamente humanos. Desde Lady Mary en Downton Abbey hasta Ada, Bertha o Marian en The Gilded Age, sus mujeres no solo protagonizan los dramas, sino que los definen. Fellowes comprende, con agudeza y empatía, los conflictos internos de sus personajes femeninos. Desde el deseo de independencia hasta la lucha contra las estructuras sociales, o la tensión entre deber y deseo.

No es casualidad que sus historias resuenen tanto en las audiencias contemporáneas, porque sus historias, aunque ambientadas en el pasado, tocan nervios vivos del presente. Su dominio de la narrativa histórica, cargada de detalles auténticos y de sensibilidad social, ha redefinido el drama de época en la televisión. Downton Abbey se convirtió en un fenómeno global por esa combinación de nostalgia, crítica social y personajes inolvidables, y The Gilded Age continúa trasladando ese legado al contexto estadounidense, con una estética fastuosa y una mirada aguda sobre el poder, la ambición y el cambio.

'The Gilded Age' es el drama histórico de Jullian Fellowes para HBO
‘The Gilded Age’ es el drama histórico de Jullian Fellowes para HBO

Julian Fellowes no sólo revive épocas pasadas: las reinterpreta con ojos modernos, recordándonos que la historia no está tan lejos como creemos. Su visión, más que una reconstrucción del pasado, es un espejo que nos refleja.

Julian, ¿puede hablarnos un poco del tema central de esta temporada?

Siempre me ha fascinado esa gente que pretende que la pérdida de dinero o de estatus no les afecta. Pero claro que les afecta. Incluso hoy lo sabemos. En esta temporada lo vemos en Agnes, cuya fe en ese concepto europeo de grandeza por nacimiento es inamovible. Ella cree que todo seguirá igual, pero no es así. A través del personaje de Ada, y gracias a la maravillosa actuación de Cynthia Nixon, entendemos que Ada es una persona complaciente, que desea la armonía. Pero ahora está al mando. Y, aunque inicialmente permite a Agnes mantener la ilusión de que nada ha cambiado, la realidad es otra. Durante la temporada, Ada empieza a encontrar la confianza que le corresponde. Me interesa explorar ese cambio: la aceptación de una nueva dinámica en la relación entre las hermanas. Los ingleses tienden más a creer que la pérdida de dinero no cambia nada, pero eso es un autoengaño. Los estadounidenses, en cambio, son más realistas. Y eso es lo que se ve en Marian y los demás personajes: comprenden el cambio, pero dejan que las hermanas lo enfrenten solas.

¿Cómo planifican el arco narrativo de una temporada? ¿Usan eventos históricos como guías?

Sí, solemos hablarlo con el equipo desde el principio. Nuestra relación creativa ha evolucionado y ahora empezamos sabiendo a dónde queremos llegar. Luego debatimos cómo llegar allí. Siempre intentamos incluir eventos históricos reales para anclar la trama y hacerla creíble. Lo primero es definir el destino, luego debatimos la ruta.

Larry encuentra el amor esta temporada. ¿Qué es lo que le atrae de Marian?

Precisamente lo que a Larry le atrae de Marian es lo que la mantiene alejada de él. Ella no quiere simplemente asentarse; quiere una vida que signifique algo más que vestirse para la ópera o llegar puntual a la cena. Tiene un espíritu independiente que él percibe y admira. Pero en esa sociedad, las mujeres con aspiraciones fuera del hogar lo tenían muy difícil. Esa tensión es parte de lo que exploramos entre ellos.

'The Gilded Age', una creación de Julian Fellowes
‘The Gilded Age’, una creación de Julian Fellowes

En algún momento dice que una parte de madurar es darse cuenta de que no hay que seguir los prejuicios de los padres. ¿Puede explicar eso?

Exacto. Todos en algún momento comprendemos que no somos una copia de nuestros padres. Recuerdo haber dicho de niño: “Esto es bueno, ¿qué es?”, y me dijeron: “Gilbert y Sullivan”, y yo respondí: “No puede ser, a nosotros no nos gusta eso”. Esa es la esencia del crecimiento: aceptar que eres una persona distinta. No es traición, es independencia.

¿Ve paralelismos entre The Gilded Age y el mundo actual?

Por supuesto. Mientras trabajábamos en la segunda temporada, Elon Musk y otros multimillonarios competían en su carrera espacial. Si hubieran tenido cohetes en la era dorada, habrían hecho lo mismo. Vivimos en otro tipo de “mundo ego”, donde muchos aparentan preocuparse por los problemas del mundo, pero en el fondo esperan su momento para resurgir con fuerza. También estamos viendo un clima político tan extraño que ya no sabemos a quién votar. Una parte de nuestro trabajo al hacer drama de época es mostrar qué ha cambiado… pero también qué sigue igual: la ambición, el deseo de estatus, la manipulación. Todo eso sigue muy presente.

Muchos magnates de la Era Dorada, al final de sus vidas, donaron enormes fortunas a la cultura y las artes. ¿Cómo interpreta usted ese legado?

Es interesante. Al final de sus vidas, muchos se preguntaron cómo serían recordados. Así que comenzaron a donar arte, construir bibliotecas y salas de conciertos. No lo critico, el público se benefició. Pero no hay que confundir eso con un verdadero cambio moral. Muchos, como Frick y Carnegie, fueron capaces de reprimir brutalmente a sus trabajadores, y después quisieron ser recordados como filántropos. Esa necesidad de reinventar su imagen no equivale a una conversión espiritual. Es, más bien, una estrategia de legado.

Fotograma de la serie 'The Gilded Age'
Fotograma de la serie ‘The Gilded Age’

Y si hablamos del presente… Elon Musk, por ejemplo, ha donado cientos de millones a campañas políticas como la de Trump. ¿Encuentra similitudes con esos millonarios del pasado?

Julian Fellowes: Por supuesto. Es otro ejemplo claro. Musk y otros como él también están muy atentos a cómo serán recordados. En cierto modo, vemos el mismo patrón: poder, riqueza y una necesidad urgente de construir una narrativa favorable sobre su vida y legado. No digo que no haya aportes valiosos —las colecciones, las iniciativas científicas—, pero no debemos perder de vista que muchas veces lo que los motiva es el deseo de redimirse ante la historia. Como en la Era Dorada, no se trata necesariamente de arrepentimiento sincero, sino de control del relato. En eso, la historia se repite con bastante exactitud.

En la serie se muestra respeto por la ambición femenina. ¿Cree que aún hay una doble vara de medir?

Claro. Siempre intentamos mostrar que los argumentos tienen peso en ambos lados, para que el público sienta empatía por cada posición. Bertha, por ejemplo, pudo haber tenido una vida cómoda con un “buen partido”, pero su ambición la lleva mucho más lejos. Quiere lograr cosas. Y también defiendo a Agnes. Sí, es una snob, tiene prejuicios… pero es sabia. Entiende que la verdadera lucha es por el derecho al voto femenino. No necesita una medalla; simplemente ve lo que es realmente importante, y eso me parece admirable.