El arte, especialmente el pictórico, vivió una reinvención radical a finales del siglo XIX e inicios del XX. El invento de la fotografía y el cinematógrafo, primero como puro registro de la realidad y más tarde como medio creativo, obligó a que los artistas tradicionales se reinventaran para mantenerse relevantes. Es así –entre otros muchos motivos– como surgen las vanguardias. Unos y otros estilos se asentaban mejor en según qué lugares. En el caso de Alemania, el expresionismo fue el que mejor se consolidó. En esa época convulsa de inicio de siglo, con el país experimentando una rápida industrialización y con un crispado clima político, social y económico, los artistas decidieron exteriorizar sus emociones en su obra. Colores intensos, formas rocambolescas, trazados gruesos, perspectivas deformadas… son solo algunas de las características que definen el expresionismo.
El cine no tardó en beber de esta corriente, haciéndola suya y evolucionándola, acercándose al Gesamtkunstwerk, la “obra de arte total” que anhelaban los autores de la época. La nueva exposición de Fundación Canal pone en diálogo las obras plásticas (incluyendo pintura, escultura, grabados y dibujos) con las películas de las primeras décadas del siglo XX. Poniendo en valor la integración entre las diferentes formas artísticas, la exposición busca hacer visible a una de las primeras vanguardias interdisciplinares.

La muestra se ha organizado en colaboración con la Fundación Friedrich Wilhelm Murnau de Wiesbaden y el Institut für Kulturaustauch de Tubinga, con 152 piezas que incluyen 76 pinturas, grabados, esculturas y dibujos de los mayores exponentes del expresionismo alemán que se asocian a una selección de 19 fragmentos y 57 fotogramas de 11 películas fundacionales del estilo cinematográfico, entre las que destacan El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), Nosferatu, una sinfonía del horror (F. W. Murnau, 1922) El Golem (Paul Wegener y Henrik Galeen, 1915), Dr. Mabuse: el jugador (Fritz Lang, 1922), Metrópolis (Fritz Lang, 1927) o Las aventuras del príncipe Achmed (Lotte Reiniger, 1926).
La exposición se divide en tres secciones. La primera, titulada Ruptura/Liberación, enfatiza en la alteración de la propia población y las tensiones del periodo, que tiene su reflejo en el abandono de la vida rural por la ciudad y cómo esto deshumanizó a la población alemana. La segunda sección, Forma/Deformación, muestra las dificultades de la época y cómo hicieron que el propio país viviera este quiebro y esta emancipación, siendo una consecuencia de la otra, centrándose en el papel de los artistas, quienes tornaron hacia su obra para poder expresarse libremente y poner de manifiesto sus emociones. Aquí abundan las imágenes referentes a la ciudad, a los espacios y cómo se representaron tanto en pintura como en cine, con sus angulosas perspectivas y sus siniestras sombras, pero también a la deformación del propio cuerpo humano.
La tercera, Sueño/Trauma, explora las dimensiones oníricas del expresionismo, dando forma visual a las pesadillas, las fantasías y a los deseos reprimidos. Esta tercera parte se apoya sobre todo en fotogramas ampliados que recogen estos estados de trance en diferentes películas de la época. Aquí, también se hace un aparte para hablar de la figura del monstruo, elemento central en muchas obras de la corriente germánica. Surgido como metáfora de la fragilidad humana, le debemos a estos autores monstruos clásicos como el vampiro Nosferatu o la autómata-robot de Metrópolis, pero también una gran influencia en muchas décadas posteriores, como encontramos en el cine de cineastas como David Lynch, Guillermo del Toro o Tim Burton.

Christian Ruiz Orfila, director de Arte y Cultura y subdirector de la Fundación Canal, afirma que “esta exposición explica el por qué de muchas cosas que están en nuestro imaginario colectivo y nuestra memoria, pero que quizá no nos habíamos planteado de dónde vienen”. También considera que la exposición es “una forma muy lúdica de acercar temas sociales, históricos y artísticos que están muy entrelazados con algo tan cercano para todos como es el cine”.
En cuanto a la división en estas tres secciones, Maximilian Letze, director del Instituto de Intercambio Cultural de Tübingen, explica que querían “trasladar la situación, la emoción y el mensaje” de las películas de esta época, y que “el estado emocional era el que debía marcar la estructura de la exposición, lo cual no hubiera sido posible organizándola, por ejemplo, cronológicamente o por películas”. Esto se traslada perfectamente al diseño de salas, el cual imita los escenarios y dirección artística de las películas de Murnau, Lang y compañía. Apoyándose en marcadas sombras, colores intensos que chocan entre sí en paredes y suelos, formas angulosas en los expositores, o incluso un “puente”, inspirado, como nos cuenta Christian Ruiz, en la escuela Die Brücke, del movimiento, nacida en Dresde; todos los elementos de la exposición hacen sentir al visitante como si estuviera dentro de una película del cine mudo.

La exposición podrá visitarse desde el 8 de octubre hasta el 4 de enero del próximo año en la Fundación Canal. Además, se podrá contar con visitas guiadas gratuitas todos los lunes no festivos, mediante reserva previa, visitas taller para familias con niños de 5 a 12 años e incluso en formato digital, con visitas virtuales 360º y visitas guiadas online.

