El universo de Leticia Dolera se ha caracterizado siempre por mirar la vida desde los márgenes, con la voluntad de incomodar a los discursos dominantes. Tras el impacto de Vida perfecta, la cineasta y actriz catalana regresa con Pubertat, una serie que pone el foco en la adolescencia femenina y en ese instante de vulnerabilidad y furia en el que el cuerpo empieza a ser disputado, observado y, demasiadas veces, silenciado.
Leticia Dolera irrumpe de nuevo en la ficción con esta miniserie de seis episodios que estrena el 24 de septiembre en HBO Max. Ambientada en un pueblo catalán y enmarcada dentro de la tradición de los castells, la serie plantea un conflicto que quiebra una comunidad: una denuncia de agresión sexual entre adolescentes estalla en redes y pone en jaque los vínculos entre familias, la propia identidad de los jóvenes implicados y la forma en que los adultos asumen su responsabilidad.

La ficción, que llega a HBO con un lenguaje visual arriesgado y una narrativa fragmentada, retrata las experiencias de un grupo de adolescentes en la periferia de Barcelona. Leticia Dolera convierte el tránsito biológico y emocional en una metáfora política, cuestionando las presiones sobre la identidad de género, la violencia simbólica del patriarcado y la falta de espacios seguros para la juventud. La pubertad no aparece aquí como un mero despertar sexual o como un relato de paso hacia la madurez, sino como un campo de batalla en el que se enfrentan la intimidad y la mirada social.
En Pubertat, Dolera no rehúye la contradicción: ella es creadora, directora, guionista y también una presencia actoral en la historia. A su lado, un reparto coral conformado por intérpretes veteranos como Betsy Túrnez, Vicky Peña y Xavi Sáez, junto con adolescentes debutantes que representan cuerpos en tránsito. La serie fue desarrollada con asesoramiento de psicólogas, coordinadoras de intimidad y protocolos especiales para abordar escenas sensibles, huyendo del morbo explícito y apostando por las miradas, las ambigüedades y los silencios que dicen más que lo que se muestra.

Con Pubertat, Leticia Dolera retoma una de las líneas centrales de su trayectoria: la exploración de la libertad de las mujeres frente a los mandatos culturales. Los personajes femeninos, lejos de ser secundarios o accesorios, sostienen el pulso narrativo y hacen visible la contradicción entre lo que desean y lo que se espera de ellas. El lenguaje de la serie, con su mezcla de humor ácido y crudeza, rehúye la nostalgia y se adentra en la complejidad de una generación que hereda un mundo roto pero no se resigna.
La mirada feminista atraviesa tanto los temas como el propio dispositivo narrativo: cámara en mano que se acerca a los cuerpos sin cosificarlos, diálogos que desarman los clichés y una estructura coral que desborda los estereotipos de género. Leticia Dolera, consciente del lugar desde el que filma, apuesta por la multiplicidad de voces y por un relato que incomoda al espectador adulto, obligándolo a preguntarse qué imaginarios hemos construido alrededor de la adolescencia femenina y cuáles son las consecuencias de ese silencio colectivo.
Pubertat no es un simple retrato de juventud, sino una reivindicación de la adolescencia como territorio de resistencia. Dolera recuerda que crecer siendo mujer sigue implicando un aprendizaje desigual, atravesado por la violencia y el miedo, pero también por la creatividad y el deseo de emancipación. En un panorama audiovisual aún dominado por perspectivas masculinas, su nueva serie se erige como un ejercicio de libertad y de futuro, donde la pubertad ya no se cuenta desde fuera, sino desde dentro y en primera persona.

