El fallecimiento de la actriz Kelley Mack, conocida por su papel en The Walking Dead, ha vuelto a poner el foco sobre una de las enfermedades más agresivas y menos conocidas del sistema nervioso central. Se trata del glioma difuso de línea media. Este tipo de tumor cerebral, diagnosticado a Mack en 2024, es una de las patologías más complejas tanto de detectar como de tratar.
Aunque poco frecuente, el glioma difuso de línea media afecta principalmente a pacientes jóvenes, incluidos niños, adolescentes y adultos menores de 40 años. Su evolución es rápida y su localización lo hace especialmente difícil de operar. Los especialistas lo describen como un tumor que se “disuelve” entre las células cerebrales, sin formar una masa definida. Eso complica cualquier intento de extirpación.
¿Qué es exactamente el glioma difuso de línea media?
El glioma difuso de línea media es un tipo de tumor cerebral infiltrante que afecta zonas profundas del encéfalo, como el tálamo, el tronco del encéfalo o la médula espinal. Su nombre proviene de la llamada “línea media” del sistema nervioso, una región estructural central donde se localizan funciones vitales.
Este tumor pertenece al grupo de los gliomas, que se originan en las células gliales, encargadas de dar soporte y protección a las neuronas. En el caso del glioma difuso de línea media, las células tumorales se infiltran por los tejidos, sin delimitar bordes claros. Lo que dificulta su identificación en estadios tempranos y vuelve muy complicada cualquier cirugía.
Un diagnóstico difícil, unos síntomas engañosos

Uno de los principales retos del glioma difuso de línea media es su presentación clínica. Los síntomas pueden ser vagos, intermitentes y fácilmente confundibles con otras dolencias más comunes. Entre los más habituales se encuentran:
- Dolores de cabeza persistentes, especialmente matutinos.
- Náuseas o vómitos sin causa digestiva aparente.
- Problemas de equilibrio o coordinación.
- Visión borrosa o doble.
- Cambios en el habla o dificultad para encontrar palabras.
- Debilidad en extremidades o pérdida de sensibilidad.
- Cambios de humor o confusión mental.
- Convulsiones, en algunos casos.
Estos síntomas, al no ser específicos, suelen retrasar el diagnóstico. En muchas ocasiones, el glioma difuso de línea media se identifica solo cuando los síntomas se agravan y la enfermedad ya está en fase avanzada.
¿Por qué es tan agresivo?
El glioma difuso de línea media es considerado uno de los tumores más letales del sistema nervioso. Su comportamiento biológico lo hace extremadamente invasivo. A diferencia de otros tumores que pueden formar una masa identificable y extirpable, este glioma que ha acabado con la vida de Kelley Mack se “mezcla” con el tejido cerebral sano, lo que impide su eliminación quirúrgica sin dañar funciones neurológicas esenciales.
Además, se ha descubierto que muchas de las variantes de este tumor presentan una mutación específica en el gen H3K27M, lo que lo hace más resistente a las terapias convencionales y con un pronóstico especialmente grave.
Tratamientos actuales: ¿hay esperanza?

El tratamiento del glioma difuso de línea media depende de múltiples factores: la localización exacta del tumor, la edad del paciente, su estado general y la presencia de mutaciones genéticas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las opciones son limitadas.
Los tratamientos suelen incluir:
- Radioterapia: principal herramienta para ralentizar el avance del tumor.
- Quimioterapia: con agentes específicos, aunque su eficacia es moderada.
- Ensayos clínicos: cada vez más importantes para buscar terapias dirigidas o inmunológicas.
- Cuidados paliativos: fundamentales para mantener la calidad de vida del paciente en fases avanzadas.
En la actualidad, el glioma difuso de línea media no tiene cura. Pero existen investigaciones en marcha para desarrollar tratamientos más eficaces, especialmente dirigidos a las alteraciones genéticas del tumor.