El FC Barcelona volvió a ofrecer una lección de fútbol europeo en su estreno en la UEFA Women’s Champions League. En un Estadio Johan Cruyff entregado, las de Pere Romeu aplastaron al Bayern de Múnich por 7-1 en una actuación que rozó la perfección. Desde los primeros minutos hasta el pitido final, el conjunto azulgrana dominó con una autoridad abrumadora, desplegando un fútbol coral y con una intensidad imposible de igualar.
Alexia Putellas, Brugts, Pajor (por partida doble), Salma Paralluelo y Claudia Pina (también con doblete) firmaron una noche mágica que reaviva la sensación de que este Barça no solo quiere llevarse el título europeo, sino seguir marcando una época.
Primer tiempo para enmarcar
El Johan Cruyff no tuvo que esperar para vibrar. Desde el pitido inicial, el FC Barcelona salió decidido a imponer su juego, a presionar arriba y a devorar el balón. Apenas se habían disputado tres minutos cuando Alexia Putellas, fiel a su zurda prodigiosa, dibujó una parábola imposible que se coló en la escuadra. Un golazo que fue mucho más que el 1-0: una declaración de intenciones.

Aquel tanto marcó el inicio de un auténtico vendaval azulgrana. El Bayern intentó estirarse, pero cada intento alemán chocaba contra un muro de jerarquía: Mapi León e Irene Paredes cortaban todo, mientras Patri Guijarro y Aitana Bonmatí manejaban la medular con una autoridad abrumadora. Cada toque, cada giro, cada cambio de orientación tenía sentido. El Barça jugaba a otra velocidad.
El dominio pronto se transformó en gol. En el minuto 12, tras un córner colgado por Graham Hansen, el cabezazo de Paredes se estrelló en el larguero, y Ewa Pajor, con olfato de killer, cazó el rebote para hacer el 2-0. El estadio rugió. El Bayern no encontraba respuestas ante un equipo que convertía la posesión en arte.
Pero el Barça no conoce el conformismo. A los 28 minutos, una pared mágica entre Aitana y Alexia desarmó a la defensa bávara. El balón acabó en los pies de Esmee Brugts, que recortó con elegancia y definió con clase para el 3-0. Era un monólogo, una demostración de cómo se interpreta el fútbol desde la inspiración y el orden.
Solo un destello de orgullo visitante permitió a Klara Bühl recortar distancias con un disparo ajustado, el único borrón en una primera parte de manual. Pero el Barça reaccionó con la naturalidad de quien domina el escenario. Antes del descanso, Brugts y Aitana armaron por la izquierda que culminó Salma Paralluelo con un punterazo seco al palo corto. 4-1 al descanso y una sensación rotunda: el Barcelona seguía siendo el dueño del continente.

Segunda parte de autoridad total
El segundo tiempo fue la confirmación de que el Barça no solo brilla, sino que también sabe controlar, gestionar y disfrutar. Lejos de relajarse, las de Pere Romeu mantuvieron el pulso del partido con una madurez admirable.
En el minuto 57, la polaca volvió a aparecer para rubricar su doblete. Una recuperación alta, un pase filtrado de Alexia y un disparo cruzado que selló el 5-1. Fue el golpe definitivo para un Bayern que, superado física y tácticamente, se limitó a resistir.

Con el marcador encarrilado, el Barça desplegó su versión más pausada, la del control absoluto. Y, como si el guion lo exigiera, llegó la fiesta final. En el minuto 70, Irene Paredes se sumó al marcador con el sexto tanto tras una jugada de pizarra: córner bien ejecutado, confusión en el área y remate de la capitana con la convicción de quien se sabe líder. Pero aún faltaba la guinda.
Con el encuentro ya sentenciado, apareció Claudia Pina, que transformó los últimos minutos en un espectáculo propio. Primero aprovechó una asistencia de Vicky López, brillante en la conducción, para definir con serenidad. Luego, ya en el descuento, firmó el séptimo gol con una obra de arte: control, recorte y disparo seco al palo contrario.
Este equipo no entiende de relajaciones ni de mínimos. Cata Coll, segura cada vez que fue exigida, Aitana, omnipresente y creativa, y Alexia, inteligente y serena, completaron una actuación coral que rozó la excelencia. Desde la banda, Pere Romeu pedía más presión, más intensidad, más hambre, incluso con el partido decidido. Ese detalle define la esencia de este Barça: un equipo que no se conforma con ganar, sino que busca perfeccionarse en cada jugada.