TENIS

Paula Badosa, vencer al dolor y volver a sonreír

Tres meses después de su última victoria y tras un regreso amargo en la Billie Jean King Cup, Badosa vuelve a disfrutar

Paula Badosa.
EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

Creer, nunca rendirse y seguir soñando. Esa podría ser una buena definición de lo que pasa por la mente de Paula Badosa desde hace años. Su tenis es excelso, de lo contrario alcanzar el top 10 mundial sería impensable, pero sus lesiones han sido siempre la gran traba. Muchas piedras en un camino en el que, eso sí, Badosa no cesa en su empeño de seguir dando pasos.

A un lado queda que tenga que empezar de cero en repetidas ocasiones. Sufrir una lesión crónica y querer seguir jugando al tenis tiene ese coste. Pero ella quiere demostrar que igual que se cae, se levanta. Que igual que disfruta de la gloria, sabe batallar con la crudeza del deporte.

Paula Badosa

“Quiero demostrar que nada puede detenerme” fueron las palabras de Badosa hace unos meses antes de llegar a Roland Garros. Por entonces, sus contratiempos físicos habían vuelto a hacer mella, pero estaba preparada para volver. Y vio la luz, aunque poco después volvería a opacarse en la oscuridad. Un túnel en el que ahora, de nuevo, Paula ve la puerta de salida.

Adaptarse o morir

Puede sonar drástico, pero ante un inconveniente como con el que tiene que lidiar la tenista española, solo hay dos opciones. Una, buscar la forma de minimizar el dolor adaptando tu juego y forzando nuevas vías en tu estilo de competir. O rendirse, tirar la toalla y enterrar su gran pasión.

Es probable que en muchos momentos esa segunda opción ronde la cabeza del deportista profesional. Cuando luchas, te entregas y lo das todo para no recibir nada, lo fácil sería darlo por perdido. Pero Paula Badosa es una mujer distinta. De lo malo se extraen lecciones y ella ha aprendido a construir una mente inquebrantable.

A partir de ahí, a disfrutar de lo que venga. Si son éxitos, mejor. Si son problemas, a encararlos con determinación. Es su lucha, es la carrera por cumplir sueños y es el objetivo principal de una tenista que quiere volver a lo más alto. Y, para ello, sabe que el sacrificio no es negociable.

Una batalla silenciosa

El aficionado al deporte, en general, solo ve una parte. Su visión se reduce al resultado, al éxito o al fracaso en un partido. Detrás queda todo lo que esconde cada persona para llegar hasta ese momento. En el caso de Paula: frustración, miedo, una batalla en la que conviven su enemigo, el silencio y ella.

Dolor, incertidumbre, esfuerzo… Todo porque sus sacrificios pueden quedar en nada por culpa de algo que no está bajo su control. Puede prepararse y volver al 110%, pero ni eso le asegura no volver a recaer. Es una losa eterna, un compañero no deseado y un desafío personal.

Quizás, por eso, volver a ver a Paula Badosa sonreír en una pista de tenis es motivo de celebración. Es admirar de nuevo a una jugadora incansable en la lucha. Es observar cómo el deportista atraviesa una montaña rusa de grandeza y hundimiento. Es presenciar la recompensa al trabajo en su máximo esplendor.

De vuelta al negocio

La gira de hierba arrancó mal en Berlín y terminó peor en Wimbledon. Más allá de las derrotas, era un nuevo paso atrás para Badosa. Sin embargo, acostumbrada a no dar su brazo a torcer, no cambió el gesto. Centrada en volver, mentalizada para un nuevo proceso y enfocada en volver a estar entre las mejores.

La Billie Jean King Cup, defendiendo los colores de España, trajo de vuelta a Paula Badosa. No fue el regreso soñado, pero fue la demostración de que el trabajo de la española iba por el buen camino. Ante la número 13 del mundo sacó las garras y vendió cara la derrota.

Paula Badosa

Eso sí, su reencuentro con el triunfo se palpaba en el ambiente. Y en China, lugar de gratos recuerdos para ella, se puede decir alto y claro: “She’s back”. Cien días después, Paula Badosa ha vuelto a saborear la dulzura de la victoria. Mucho más que un partido, en realidad es otra batalla ganada. La de una mujer que ha vuelto a vencer al dolor y, lo más importante, ha vuelto a sonreír.

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