Aquellos años en los que los niños jugaban al fútbol en las calles, las plazas y los parques españoles fueron los que vivió Priscila Borja Moreno (Alcalá de Guadaira, 1985) toda su infancia, “jugábamos mucho a todo, pero el fútbol era protagonista. Empecé así, en la calle”. “Tuve la suerte de coincidir con tres amigas que les gustaba también” un rara avis que normalmente no se daba en aquellos principios de los 90 en España.
El Club Deportivo Mosquito hizo caso a las insistencias de unas niñas de 11 años que querían pasar de jugar en su barrio o en el patio del recreo a hacerlo en un club senior. “El directivo era un vecino del barrio, y escuchó nuestra petición, así empezamos con 18 o 20 niñas“, ese club aún existe. De ahí, recaló en el Hispalis donde “los padres fueron los avalistas de esa competición para subir a lo que era la Superliga, pero después de eso ya no había nada en Andalucía para poder seguir como jugadora”, asegura.
Trabajar en un hotel para poder jugar
A los 18 años llegó la hora de buscar el fútbol fuera de casa. “Fue un drama en mi familia, mi hermana y mi prima lloraban porque me tenía que coger un avión”, recuerda con cariño.
Priscila apostó por la que fue su primera experiencia en un equipo profesional en el que cobraba 25.000 pesetas, en Sabadell. Como no le daba para sobrevivir sola, encontró trabajo de camarera en un hotel “daba los turnos de desayuno, rellenaba los mini bares y de ahí cogía un autobús y un tren para irme a entrenar por las tardes”, recuerda.
“El trabajo nunca me ha frenado, yo siempre lo tuve que compaginar si quería jugar al fútbol, porque entonces no era como ahora”, apunta. “Mi madre me dice que tenía que haber nacido diez años después para haber podido vivir todo esto” comenta entre risas.
Priscila, una auténtica trotamundos del fútbol que se retiró hace sólo cuatro años, reconoce haber dado “muchas vueltas” hasta que llegó un fichaje que le cambiaría la vida. “Me llamó Lola Romero, la presidenta del Atlético féminas”, y en el equipo rojiblanco comenzó una andadura en la que acabó haciendo historia con sus 107 goles anotados. También en su Betis del alma. “Sufridora siempre”, admite con humor.
“Seguir siendo la máxima goleadora es un honor”, reconoce de una estructura en la que a día de hoy trabaja como parte de la Academia Atlético de Madrid.
Un vaticinio cumplido
Puede que no haya nada más emocionante para un futbolista profesional que representar a tu país en la Selección. Ese fue el deseo que Priscila Borja lanzó al mundo en una entrevista que un periódico local le hizo con 15 años “mi sueño es jugar con España y jugar un Mundial“, lo que no imaginaba es que mientras completaba su turno en una pastelería, se enteraría de que Ignacio Quereda le había convocado para la Copa del Mundo de Canadá. “No podía parara de llorar, llamé a mi madre. Era la satisfacción de saber que lo había conseguido gracias a mi trabajo y a mi esfuerzo. Porque ayuda es muy poquita”, recuerda. Allí compartió vestuario con Alexia, con Vero Boquete o Jenni Hermoso, de las que guarda grandísimos recuerdos.
“En el Mundial de Canadá nos dimos cuenta de que nos faltaban muchas cosas”
En Canadá fue donde viendo a todas las selecciones, se dieron cuenta del gran nivel de profesionalización que había en el fútbol femenino del resto de países. “Decíamos, mira cómo están de preparados, y ahí nos dimos cuenta de que nos faltaban muchas cosas para poder ganar el Mundial, porque capacidad teníamos”.
El otro `Se Acabó´
Antes de que el movimiento `Se Acabó´ iniciado por Alexia generase una verdadera revolución de cambios en la RFEF, la generación de Priscila Borja también tuvo que plantarse ante la mala praxis de su seleccionador. “Tuvimos que alzar la voz, de hecho éramos las más mayores quienes tuvimos ciertas represalias. Entendieron que éramos las instigadoras”, relata. “Es la etapa que nos tocó vivir, para decir hasta aquí y para ver a la selección ganar el Mundial cómo lo han hecho”.
La camiseta de Alexia
“Alexia era una niña cuando la conocí en la Selección, no tenía ni la mayoría de edad cumplida, pero ya se veía que iba a ser alguien muy grande en el fútbol”, así recuerda Priscila a la dos veces Balón de Oro. “Mantengo muy buena relación con ella, es una persona increíble. De hecho cuando ganó el Balón de Oro le pedí la camiseta del Barça y me la regaló“, confiesa con gran cariño.
Entender a Jenni
Con pasado común también con Jenni Hermoso, cree que la valentía de la delantera madrileña fue clave en una gran serie de cambios que ahora dan sus frutos en la Federación Española. “Jenni se ha tenido que exponer ante un juzgado y ante la opinión pública para para que hayan ocurrido todos esos cambios, teniendo que alzar la voz otra vez”, reflexiona Borja sobre lo acontecido tras el beso no consentido de Rubiales.
Sobre su ausencia en esta Euro, Priscila reflexiona “entiendo que la liga mexicana igual no está tan preparada como otras ligas o que ya ha cumplido su ciclo. Ojalá hubiera ojalá hubiera podido ser de otra manera, con una despedida”. Ella tampoco la tuvo, ni Vero Boquete. Pero su trabajo y sus logros han dejado un legado que posibilitan los de esta Roja.