La número 1 Aryna Sabalenka revalidó el pasado sábado su título del US Open al vencer a Amanda Anisimova. Ha sido la gran historia deportiva del fin de semana, fuera de los focos presidenciales. Donald Trump, quién si acudió a la final masculina del domingo, no apareció en la femenina.
En un torneo que se enorgullece de haber sido el primero en igualar los premios y que lleva el nombre de Billie Jean King por bandera, el contraste entre el discurso y la puesta en escena reapareció con fuerza: la atención institucional y mediática sigue inclinándose hacia los hombres. Su ausencia es aún más llamativa puesto que en la final femenina sí había una finalista norteamericana. Amanda Anisimova era la única finalista entre hombres y mujeres que representaba los colores estadounidenses.
La ausencia que habla por sí sola
Trump asistió a la final de Alcaraz como invitado a través de Rolex. Sin embargo, no estuvo presente el sábado en el Arthur Ashe de Nueva York y desde el principio, su aparición ya estaba fijada para el domingo. La elección no es neutra: reforzó la jerarquía simbólica que ya arrastra el calendario del fin de semana en Nueva York.
Horarios que pesan
El fin de semana del US Open estuvo dividido: final femenina el sábado y masculina el domingo. Este año, la final de Sabalenka se jugó “no antes de las 22:00h en España“, mientras que la masculina arrancó el domingo a las 20:00 en hora peninsular.
¡CUENTA REGRESIVA PARA LA GRAN FINAL! ⚔️⏳
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📍 Arthur Ashe Stadium, Flushing Meadows, Nueva York
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— ESPN Tenis (@ESPNtenis) September 7, 2025
La realidad de todo esto es que no es un detalle menor. En 2024, el torneo adelantó la final masculina de la franja horaria tradicional (de las 16:00 ET a las 14:00 ET). Un cambio que se ha mantenido en este 2025, con la intención de ganar competitividad televisiva y escapar al choque frontal con la NFL. La femenina, en cambio, no ha recibido nunca un ajuste equivalente.
Un torneo que presume de igualdad
El US Open tiene credenciales únicas: fue el primer Grand Slam en pagar la misma cantidad por el premio a mujeres y hombres (1973) y su sede lleva el nombre de la extenista estadounidense, Billie Jean King, también referente global por la igualdad.

No obstante, la igualdad no se agota en el cheque: también es parrilla horaria, relato y presencia institucional. Si el torneo que ser coherente con su historia, debe asegurar que las decisiones de programación y protocolo no resten visibilidad a la final femenina.
La corrección política de la retransmisión
A la expectativa por la presencia de Trump se sumó otra decisión polémica: el torneo pidió a las televisiones mostrar posibles abucheos o reacciones adversas hacia el presidente durante la final masculina. Además de ello, hubo un retraso en el inicio del partido debido a los masivos controles para acceder al Arthur Ashe.
WATCH: President Trump arrives at the men’s final at US Open in New York City pic.twitter.com/OFyqR5zodX
— Fox News (@FoxNews) September 7, 2025
La instrucción, desvelada por el boletín Bounces de Ben Rothenberg y replicada por medios como The Guardian o The Independent, refuerza la asimetría del foco. Se blindó el relato el domingo y el sábado no hubo equivalente.
Señales políticas y culturales
El mensaje que proyecta la agenda presidencial es claro: apoyo visible para el acto del domingo. En términos políticos y culturales, esa elección encaja con un patrón de desinterés hacia el deporte practicado por mujeres.
Con ello, no hace falta sobreactuar, solo ver los hechos y su escenografía. Una suite corporativa, el foco televisivo anticipado y un ajuste de horarios, para concluir que el valor otorgado al cuadro WTA sigue por detrás.
Que el centro del relato sea la campeona
Sin lugar a dudas, Sabalenka cerró la defensa de su corona con solvencia y temple, a pesar de que merecía un dispositivo a su altura. En este sentido una franja igualmente competitiva, un mismo despliegue editorial y la presencia institucional que el torneo sí reservó para el domingo.
El US Open ha sido palanca histórica de igualdad, pero hoy la vara de medir está en cómo se programa y a quién se ilumina. Aryna hizo su parte y ahora toca que el torneo haga la suya para la próxima.