Escalada

Trump resucita, dispara barcos, mueve bases y se pelea con las “fake news”

El presidente anunció que EE UU había atacado aun barco lleno de drogas procedente de Venezuela; que el Comando Espacial dejaría Colorado para instalarse en Alabama; y que los medios son, han sido y siempre serán, “los verdaderos enemigos”; 11 personas han muerto

Imagen de la embarcación que supuestamente transportaba droga, antes de ser abatida por el Ejército estadounidense
Truth Social

Cuando medio planeta lo daba por enterrado —unos en lo político, y otros incluso en sentido literal—, Donald J. Trump apareció en escena con la teatralidad que lo caracteriza hablando de drogas, de barcos, de Nicolás Maduro, de bases militares mudadas de estado y, por supuesto, de su eterna guerra contra la prensa.

“Nunca me he sentido mejor en mi vida”, proclamó el presidente número 45 de Estados Unidos, en respuesta a rumores que lo daban muerto, enfermo o al borde de la renuncia en las redes sociales. Escoltado por su Vicepresidente JD Vance, Trump aseguró: “Todo son noticias falsas, muy falsas, tan falsas que ni la CNN podría inventar algo así”.

La escena tuvo lugar en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, donde Trump lucía con su mano hinchada —detalle que no escapó al ojo de los ‘conspiranoicos’—, pero con la lengua afilada como siempre. La cita sirvió para anunciar que Estados Unidos había disparado contra un barco lleno de drogas procedente de Venezuela; que el Comando Espacial dejaría Colorado para instalarse en Huntsville, Alabama, rebautizada por él mismo como “Rocket City”; y que los medios son, han sido y siempre serán, “los verdaderos enemigos del pueblo”.

El barco fantasma de Maduro

El presidente relató con la precisión difusa que lo distingue: “Hemos llegado tarde porque acabamos de destruir un barco, un barco que transportaba drogas, mucha droga. Y lo verán, lo leerán. Pasó hace unos momentos”.

Nicolás Maduro, habla en una rueda de prensa este lunes.
EFE/ Ronald Peña

No hubo fotos, ni coordenadas, ni videos, pero sí confirmación de Marco Rubio —ascendido en el guion trumpista a “Secretario de Estado”— quien en la red social X publicó: “El ejército estadounidense ha llevado a cabo un ataque letal en el sur del Caribe contra un barco narcotraficante que zarpó de Venezuela”.

Ni Rubio ni Trump precisaron el nombre de la organización “narco-terrorista” responsable del buque, aunque la administración ya ha señalado con el dedo al presidente venezolano Nicolás Maduro y al famoso ‘Cártel de los Soles’. “Estos salieron de Venezuela. Muchas cosas malas vienen de Venezuela”, repitió Trump, encajando en un mismo saco la cocaína, Maduro y el bolivarianismo. “Pero nosotros tenemos los barcos, los misiles, los mejores marines. ¡Los mejores!”.

De hecho, el Pentágono confirmó que se desplegaron más de 4,000 militares, ocho buques, 1,200 misiles y un submarino nuclear en las aguas del Caribe, como quien prepara una función de fuegos artificiales pero con pólvora bélica.

Alabama, tierra de cohetes (y de votos)

No todo fue pólvora marítima. Trump aprovechó para anunciar que el Comando Espacial de Estados Unidos —hasta ahora en Colorado— se muda a Huntsville, Alabama. “Rocket City, la ciudad de los cohetes. Mucha gente no lo sabe, pero ahora todos lo saben. Huntsville será grande, muy grande. Más grande que Cabo Cañaveral, tal vez más grande que Houston”, dijo con serenidad trumpista.

La decisión no es casual. Alabama es bastión republicano, un territorio de votos rojos. Trasladar el comando allí equivale a asegurar ovaciones y una alfombra de bienvenida en campaña. “Colorado tiene montañas muy bonitas, lo admito. Pero Alabama tiene cohetes, tiene espíritu, tiene MAGA. ¡Es tremendo!”, afirmó el mandatario, mientras los estrategas del Pentágono —más preocupados por logística que por aplausos— esbozaban sonrisas forzadas.

Pete Hegseth (C), Secretario de Defensa de EE. UU., habla durante un anuncio en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, EE. UU., el 2 de septiembre de 2025.
EFE/EPA/AL DRAGO / POOL

La resurrección del comandante en jefe

Lo más pintoresco fue la circunstancia de la conferencia precedida de días de silencio presidencial que hicieron estallar teorías de todo tipo en las redes sociales. Durante el fin de semana largo del Día del Trabajo en Estados Unidos, Trump desapareció del ojo público. Su agenda quedó en blanco, sus paseos se limitaron a salidas al club de golf en Virginia junto a Kai, una de sus nietas. El silencio de Trump provocó una oleada de mensajes en la red X con el hashtag ¿dónde está Donald Trump?

El vacío lo llenaron los analistas todólogos, conspiranoicos profesionales y tuiteros con demasiado tiempo libre. Las fotos de un moretón en la mano y unos tobillos hinchados bastaron para sembrar el pánico digital.

Hasta el vicepresidente J.D. Vance echó gasolina al fuego con una entrevista donde aseguró que estaba “listo para asumir la presidencia en caso de una terrible tragedia”. Aunque acto seguido aclaró que Trump estaba en “increíble buena salud”, pero el mal ya estaba hecho con Google llenándose de búsquedas necrológicas anticipadas.

La respuesta de Trump fue tan lacónica en sus redes como grandilocuente: “NUNCA ME HE SENTIDO MEJOR EN MI VIDA”. Lo repitió en la Casa Blanca, con la firmeza de quien no sabe si responde a médicos, a votantes o a los internautas que ya habían redactado su obituario.

Mano de Donald Trump - Internacional
Un montaje con una fotografía de Donald Trump y su mano en un circulito.
Artículo14

“¿Que si estoy muerto? No, no estoy muerto. Estoy aquí, muy vivo, más vivo que nunca, y las noticias falsas son las que están muertas, muertas de risa, muertas de miedo, muertas de todo”.

Noticias falsas, la gran obsesión

El episodio sirvió para revivir uno de los clásicos del repertorio trumpista con la prensa como enemigo doméstico. “Los medios inventan, los medios exageran, los medios no cuentan lo que hacemos. Cuando yo desaparezco un día, dicen que estoy muerto. Cuando juego golf, dicen que estoy enfermo. Y cuando destruimos un barco lleno de drogas, ni siquiera lo publican. Es ridículo, muy ridículo”, señaló entre gestos.

Lo cierto es que Trump logró transformar la crisis por su salud en un espectáculo, transformando la duda en narrativa para su movimiento y el rumor en ratings positivos.

En un solo movimiento político-mediático, se declaró vivo, se presentó como comandante en jefe activo, bombardeó un barco fantasma de Maduro, reubicó el centro de operaciones espaciales, y repartió dardos contra los medios. “Tenemos los mejores generales, los mejores barcos, los mejores cohetes. Y yo estoy muy bien, tan bien como nunca. Ellos quieren que me vaya, pero no me voy. No me voy. ¡Vamos a seguir!”, dijo al cerrar la conferencia.

Y así, mientras medio mundo seguía debatiendo si la mano morada era síntoma de enfermedad o un simple golpe con un palo de golf, Trump apareció como un Lázaro naranja disparando barcos y anunciando que Alabama es la nueva Meca espacial.

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