Isabel quería comprarse unas zapatillas de marca, pero no estaba dispuesta a gastar mucho dinero. Así que accedió a una plataforma de venta de segunda mano y compró por 50 euros unas deportivas que en la tienda podrían costar cuatro veces más. ¿Un chollo? No, eran una falsificación.
La moda está a la cabeza del comercio mundial de falsificaciones, representa el 62% del total, especialmente el calzado y los artículos de lujo como cinturones, bolsos o pañuelos de grandes firmas. En realidad, no es difícil detectarlo, solo hay que fijarse en el precio. Si por internet nos ofrecen un bolso de Loewe que nos resulta una ganga, por debajo de los 500 euros, desconfía. Es una imitación seguro.
Impacto económico
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), este tipo de comercio está en alza y ha llegado a alcanzar un valor en el mercado de 467.000 millones de dólares, el 2,3% del total del comercio mundial. Las prendas de vestir copan el 21,6% de todo el comercio mundial de falsificaciones, mientras que el calzado supone el 21,4%.
¿Y dónde se fabrican todos estos artículos? La mayor parte proviene de China y de Hong Kong, aunque también podemos encontrar su origen en algunos países de Latinoamérica como México y Colombia. La cosmética, en Turquía.
En las redes sociales, hay quienes lo promocionan a través de plataformas como TikTok, habitualmente mujeres jóvenes que muestran artículos a precios asequibles. En algunos casos, puede ser una estafa y que las zapatillas en cuestión no te lleguen nunca, o que el aspecto no tenga nada que ver con lo la foto que han publicado. Las marcas de lujo persiguen esta clase de delitos porque les suponen pérdidas económicas, pero también un daño reputacional, ya que parece que los bolsos de Louis Vuitton, por ejemplo, pueden estar al alcance de cualquiera y pierde, por lo tanto, ese halo de exclusividad. Marcas como Louis Vuitton han multiplicado medidas legales y tecnológicas para combatir esta ilegalidad.
España gran consumidor
España es el segundo país europeo con mayor consumo de falsificaciones impulsado por las redes sociales y los más jóvenes que no tienen capacidad adquisitiva, pero sí demandan productos que no están al alcance de sus bolsillos. Lo que es sorprendente es que algunos consumidores están dispuestos a desembolsar hasta 1.000 euros por un bolso de imitación cuando hay en el mercado complementos de gran calidad a menor precio, pero sin el logotipo de la marca de lujo. Pero están tan bien copiados, que casi es imposible distinguir el original de la imitación.
Tampoco hace falta acudir a internet. En las calles más populares de los centros de las ciudades o en los paseos marítimos, encontramos una variedad de imitaciones de camisetas de fútbol, zapatillas, bolsos y gafas de sol.
Pérdidas de 12.000 millones de euros
La imitación también puede estar ligada a unas condiciones laborales sin control, injustas, que no estén reguladas por ley, con posibles trabajadores menores de edad en condiciones inhumanas, por lo que la compra de este tipo de elementos conlleva también algunas dudas éticas además de legales.
Se estima que el sector de la confección en Europa pierde cerca de 12.000 millones de euros al año y que elimina hasta 160.000 puestos de trabajo. También se dan este tipo de falsificaciones en la tecnología, como con el teléfono IPhone y otros accesorios de la marca o con el mundo de la juguetería y los videojuegos, que pueden llegar a causar pérdidas de 1.000 millones al año en Europa y que afectan a un 8,7% de las ventas en el sector.
Mercado negro en medicinas
Pero incluso la industria farmacéutica no se salva de las imitaciones. Marcas como Pfizer, Roche y Mayer ven copias de sus medicinas en el mercado negro con un impacto de 200.000 millones de dólares. Y los relojes. Si compras un Rolex por menos de 4.000 dólares, aunque sea de segunda mano, desconfía. Es posible que te estén dando gato por liebre.