INVASIÓN RUSA

“Trump trata a Ucrania como si fuera una ficha de póker”: Anastasia Zabiyaka sobre la cumbre en Alaska

La activista ucraniana califica de “humillante” la ausencia de Zelenski en el encuentro previsto para este viernes, que podría marcar el rumbo de las negociaciones de paz

Este viernes 15 de agosto, en el estado de Alaska, se dará el encuentro entre Donald Trump, y el líder ruso, Vladímir Putin. El cara a cara se celebrará en la base militar Elmendorf-Richardson, y llega tras meses de tensión por la negativa del Kremlin a detener los bombardeos en Ucrania. Según adelantó el propio Trump, su objetivo principal será escuchar al mandatario ruso y explorar avances que puedan derivar en un alto el fuego. “Sería conveniente que tuviéramos una buena reunión, porque voy a dejar que negocien su acuerdo. Yo no voy a negociar el acuerdo, voy a dejar que negocien ese acuerdo”, declaró el presidente estadounidense en Fox News, subrayando que su papel será facilitar, no imponer, soluciones.

Trump no descarta que, si el encuentro con Putin “va bien”, invite al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a sumarse a una segunda reunión, incluso en el mismo escenario. La posible cumbre trilateral, aún incierta, podría abrir la puerta a un proceso de paz más amplio, aunque el Kremlin insiste en que no se firmará ningún documento en Alaska. Mientras tanto, el líder ruso ha reconocido los “esfuerzos enérgicos y sinceros” de Estados Unidos para poner fin a la guerra, aunque mantiene firmes sus exigencias territoriales.

Trump
Fotografía de archivo fechada el 16 de julio de 2018 del presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin
EFE

Pese a las afirmaciones de Trump, la perspectiva ucraniana -faltante en la reunión- resulta esencial para comprender lo que está en juego. Desde Artículo14 hablamos con Anastasia Zabiyaka, fotógrafa, activista y co-creadora de la asociación Ukrainian Lives, para conocer de primera mano sus impresiones sobre este encuentro histórico y sus posibles implicaciones para el futuro de su país.

-¿Qué opina del papel que Donald Trump está asumiendo como mediador entre Rusia y Ucrania?

-La figura de Donald Trump como mediador me genera escepticismo y rechazo. Su papel parece más un espectáculo político que una verdadera mediación. Entre los ucranianos tenemos la sensación de que Putin lo manipula y que juntos se burlan del resto de la comunidad internacional. Y cuando escuchamos ideas como la de un ‘intercambio de territorios’, sentimos que Trump trata a Ucrania como si fuera una ficha de póker. Pero no estamos hablando de tierras vacías, sino de millones de personas que viven allí. Nosotros lo sabemos de primera mano en Ukrainian Lives, donde con el proyectos como Retratos de Fortaleza hemos documentado historias de mujeres que han perdido sus hogares en lugares que Trump sugeriría “intercambiar”. ¿Qué significa para ellas que alguien negocie sus vidas a puerta cerrada?

-¿Qué supone, como ucraniana, que se celebre una reunión así sin la presencia directa de Zelenski?

-Para mí es indignante, y para muchos ucranianos es una humillación. Zelenski lo ha dicho claramente: ‘cualquier decisión sin Ucrania es una decisión contra la paz’. Y es cierto. Imagínese si mañana alguien decidiera sobre el futuro de España sin que España estuviera en la mesa. Sería inaceptable. Además, sentarse a negociar sin Ucrania abre la puerta a legitimar la invasión. No olvidemos que fue Rusia quien cruzó la frontera en 2014, que se anexionó Crimea ilegalmente, y que después de cada supuesto alto el fuego ha seguido atacando: Donbás, Bucha, Mariúpol, Járkiv… Los ejemplos sobran. Por eso, dejar a Ucrania fuera de una mesa de negociación es, en realidad, darle carta blanca a Rusia.

Putin
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comienza a impacientarse
KiloyCuarto

-¿Qué espera del encuentro? ¿Puede lograrse un alto el fuego real?

– Con sinceridad, no espero nada positivo. No creo que se logre un alto el fuego real, porque cada vez que Rusia se ha sentado a negociar, lo ha usado para ganar tiempo, rearmarse y después atacar con más fuerza. Lo hemos visto una y otra vez. Basta recordar cómo, después de intentos de diálogo, lo que ha llegado a Ucrania son más misiles y más drones lanzados contra ciudades civiles. Rusia no tiene un historial de cumplir sus promesas; pensar que ahora va a ser diferente es muy ingenuo. Incluso hace poco, después de reuniones diplomáticas, lo único que llegaron fueron más drones Shahed iraníes y misiles sobre ciudades ucranianas. En Ukrainian Lives hemos hablado con familias que perdieron sus casas justo días después de que se anunciara una ‘tregua’. Para esas personas, creer en un alto el fuego ruso es imposible, porque ya han sentido en carne propia que Moscú no cumple su palabra.

-¿Qué opina sobre la postura de Zelenski de no ceder territorio por mandato constitucional? ¿Merece la pena ceder para poner fin a la guerra?

-La Constitución ucraniana lo prohíbe, y además hay un factor humano que pesa más que cualquier artículo legal. ¿Cómo se le explica a una madre que perdió a su hijo defendiendo Bajmut o a una familia que vio morir a sus seres queridos en un bombardeo en Dnipró, que ahora vamos a entregar ese territorio por el que ellos dieron su vida? Sería como borrar su sacrificio. Y, además, todos sabemos que si cedes un trozo hoy, mañana Rusia pedirá otro. Lo vimos con Crimea en 2014: se dijo que la cesión ‘garantizaría la estabilidad’, y al final lo que hizo fue abrir la puerta a una invasión aún mayor en 2022. Por eso, para muchos ucranianos, ceder tierra no es un camino hacia la paz, sino hacia más guerra.

– Muchos ucranianos han tenido que abandonar su país y rehacer su vida en otro lugar. Algunos quizá no puedan volver porque su hogar podría quedar en territorio ruso. ¿La percepción de la guerra y de las posibles negociaciones es distinta cuando se vive como refugiado en otro país, comparado con estar dentro de Ucrania?

– Sí, absolutamente. Vivir la guerra desde dentro y desde fuera cambia mucho la manera en que se percibe.
Dentro de Ucrania, la lucha es diaria: la gente defiende su dignidad, su tierra y su derecho a existir. La idea de no ceder ni un centímetro de territorio es visceral, porque se vive en carne propia. Desde fuera, como refugiado, la tentación de pensar en una paz inmediata puede ser más fuerte. Cuando has perdido tu hogar y tu seguridad, un acuerdo rápido, aunque inestable, puede parecer aceptable, porque el coste personal ya ha sido altísimo. Pero el dolor es compartido: tanto dentro como fuera duele ver cómo otros deciden sobre nuestro país. Es como si privatizaran nuestra soberanía. La diferencia está en la urgencia y en la perspectiva del riesgo: dentro se mide en las bombas que caen cada día, fuera en la incertidumbre de si algún día podremos volver. Y no olvidemos que, aunque vivamos lejos, todos los ucranianos tenemos familia y amigos que siguen allí. Cada ucraniano conoce a alguien que está luchando en el Ejército o que ha sufrido la guerra de alguna manera. Ese vínculo hace imposible mirar la guerra con indiferencia, aunque estemos en el exilio.