Economía

El boom de las autónomas: cuando las emprendedoras perdieron el miedo

Las españolas se lanzan a nuevas aventuras profesionales por cuenta propia e impulsan la afiliación a la Seguridad Social, que crece más de un 70% en los últimos meses

Gráfico que muestra la evolución de la mujeres autónomas en España

Hay un boom de mujeres autónomas. Una oleada imparable de emprendedoras que crece año tras año. Solo hay que remitirse a los datos de la Federación Española de Trabajadores Autónomos (ATA).

En los últimos doce meses, se han dado de alta 26.800 nuevos autónomos de los cuales casi el 72% tienen nombre de mujer. Una de ellas es Elena Díaz, que decidió tomar las riendas de su vida profesional escribiendo, produciendo y protagonizando su propia obra ‘Madres’, en el Teatro Lara de Madrid.

Le sobraban las ganas y las ideas pero le faltaba conocimiento para hacer frente al papeleo que supone ser su propia jefa. “Hay un miedo social para ser autónoma por las condiciones tan difíciles que supone hacer frente a las cuotas de autónomos, los pagos de los impuestos, la gestoría… son unos costes fijos y una responsabilidad. Y tenemos pocos conocimientos sobre la economía más básica, sobre incluso una nómina, el IRPF… porque por cuenta ajena te lo dan todo hecho y no te planteas los conceptos mientras te llega el salario cada mes. Pero en el otro lado, tienes que saber cada punto y da más vértigo”, confiesa.

Entre 45 y 59 años

El perfil de la autónoma española es el de una mujer entre los 45 y 59 años, con formación específica y que emprende en el sector servicios. Según Candelaria Carrera, coordinadora del Área de Mujer de ATA, son mayoría en muchas actividades como el comercio, la hostelería o las profesionales científicas y técnicas.

“Pero cada día son más las que emprenden en sectores donde apenas tenían cabida, como el financiero y de seguros, el inmobiliario o la industria. No obstante, queda mucho camino por recorrer. Las autónomas siguen encontrando especiales dificultades desde que inician su actividad hasta que se jubilan”, explica.

Uno de los principales problemas es la falta de cultura emprendedora. Elena lleva un año como autónoma y aunque su balance es positivo por todos los logros laborales, emprender conlleva una parte repleta de sombras.

“La obra de teatro está funcionando, pero los costes económicos, la soledad y el desconocimiento al que te enfrentas son enormes. Tienes que encargarte de tu tiempo como si fueras todos los departamentos de la empresa. Tú eres marketing, recursos humanos, contabilidad, creativo, comercial… y sin conocimientos previos. Y eso que yo he tenido la suerte de tener unos estudios universitarios y sin embargo estos conocimientos necesarios para emprender los estoy adquiriendo en la práctica”.

Otro obstáculo es la falta de financiación. De eso saben mucho en la Federación Española de Autónomos, es una de las principales quejas de los asociados. “Las empresas dirigidas por autónomas que solicitan un préstamo para su creación tienen entre un 10 % y un 20% menos de probabilidades de obtenerlo que un hombre, lo que implica un freno para su desarrollo al constituir la principal fuente de financiación externa con la que se puede contar. Esto evidencia que se siguen manteniendo estereotipos de género en el proceso de concesión de préstamos”, recalca la coordinadora de ATA. Pero existen ayudas que amortizan algo las dificultades y que toda mujer emprendedora debe conocer si quiere dar el paso.

Tarifa plana

Por ejemplo, pueden acogerse a la denominada ‘tarifa plana’ (igual que los hombres) cuando inician su actividad. Consiste en 80€ mensuales durante el primer año, extensible al siguiente año, para quienes no superen el salario mínimo interprofesional. En caso de ser víctima de violencia de género, esa la tarifa plana se aplicaría durante 36 meses.

“También existe una bonificación del 80% de la cuota durante dos años para todas aquellas mujeres que hayan cesado en su actividad por maternidad, adopción, guarda con fines de adopción o acogimiento y se incorporen a la actividad en los 24 meses posteriores a la fecha de cese. También cuentan con una bonificación del 100% de la cuota durante los períodos de descanso por maternidad, riesgo durante el embarazo o riesgo durante la lactancia natural, durante el tiempo que duren estos períodos. Y en el caso de tener hijos que padezcan cáncer o enfermedad grave, también hay una bonificación del 75% de la cuota”, explica nuestra experta de ATA.

Destaca el Programa de Apoyo Empresarial a las Mujeres, de ámbito nacional, promovido por el Instituto de la Mujer y la Cámara de Comercio de España, a través del cual se ofrece asesoramiento y la posibilidad de obtener microcréditos de hasta 30.000 euros sin avales.

En la misma línea funciona el Programa Desafío Mujer Rural, que ofrece formación y redes de contacto. Además de las ayudas a nivel autonómico. “Un ejemplo puede ser Extremadura, que ofrece ayudas de hasta 10.000 euros para las mujeres que inicien una actividad por cuenta propia y anuncia que además de la ‘cuota cero’ durante el primer año para cualquier persona emprendedora, la misma se extenderá durante 24 meses para aquellas que se reincorporen a la actividad en los 2 años siguientes a la fecha de cese por nacimiento de hijo o hija y situación asimilada, detalla Candelaria Carrera”.

Pero todavía hay camino por recorrer. Las mujeres suman el 36,8% del total del colectivo. Muchas emprenden y se ven obligadas después a cerrar el negocio por la imposibilidad de conciliar la vida laboral con la familiar. Para ATA es el gran caballo de batalla de las mujeres autónomas.

“En estos casos les toca desdoblarse, ya que las mujeres siguen asumiendo los cuidados del hogar y la familia en un porcentaje altísimo respecto al tiempo dedicado por los hombres a esas tareas. Además, hay otro factor importante que es el nivel de estrés y culpabilidad que les supone no ocuparse de forma personal de todo lo que sucede en el entorno familiar. Este es el resultado de conceptos sociales inculcados desde la infancia en sociedades todavía machistas, como la española. Incluso se renuncia antes de que se produzca la maternidad. Hay muchos ejemplos de mujeres con una trayectoria profesional de éxito que cuando deciden ser madres, comienzan a renunciar a cuestiones relacionadas con sus negocios por las que llevan mucho tiempo trabajando, como abrir nuevas líneas, o ampliar el territorio de ventas y expansión” revela nuestra experta.

Y es la falta de tiempo o la imposibilidad de gestionarlo lo que impide que puedan formarse o asistir a reuniones y eventos que son de suma importancia para sus negocios. Esto se debe a que las mujeres dedican más del doble de horas que los hombres al trabajo no remunerado.

En su obra de teatro, Elena precisamente denuncia las dificultades por las que atraviesan las mujeres madres y trabajadoras. Cómo el sistema laboral actual no incluye la crianza, lo difícil de integrar el modelo laboral con la maternidad. Los horarios son prácticamente incompatibles con la maternidad, pero aquí ser autónoma también puede ser una aliada. “Podemos ser dueñas de nuestro tiempo y que nadie nos diga en qué momento sentarnos a trabajar o ir a recoger a nuestros hijos al colegio. Eso lo decido yo”. La cara y la cruz de una misma moneda.

 

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