Cuando trabajar no basta: una de cada cuatro españolas está en riesgo de pobreza

A pesar del crecimiento del 2,9 por ciento del PIB, en España tener empleo no disminuye el riesgo de caer en la exclusión social, y las mujeres están más expuestas

El Banco de España acaba de elevar su previsión de crecimiento de la economía española. En línea con el Gobierno, estima un crecimiento del 2,9% del Producto Interior Bruto (PIB) para este año gracias al tirón del consumo privado y la inversión. Sin embargo, el “cohete de la economía española” en los datos macro sigue sin llegar a los hogares de una parte importante de la población, especialmente las mujeres y los niños.

Esta realidad social suele explicarse con estadísticas que, en su frialdad, se vuelven incontestables. Sucede con España. Por algo el Gobierno incorporará objetivos para reducir la pobreza en el cuadro macroeconómico. Los últimos indicadores reflejan que el país es el tercer Estado de la UE por número de trabajadores pobres. El 11,2% de la población activa española está en riesgo de pobreza, cuando la media comunitaria es del 8,2%. Solo Luxemburgo, con un 13,4%, y Bulgaria, con un 11,8%, superan a España. Los datos del Eurobarómetro están fechados en 2024, pero confirman una tendencia que es todavía más dura con las mujeres.

Pobreza en población ocupada

Las cifras aparecen en el informe actualizado Cifras claves sobre las condiciones de vida en Europa. El Eurobarómetro las destacó en un comunicado remitido a los medios el mes pasado. España es uno de los países con más riesgo de pobreza entre la población ocupada. Cifra la cantidad de personas trabajadoras, por cuenta ajena o propia, que aun estando activas se encuentran en los umbrales de la pobreza. En otras palabras: su renta disponible es inferior al 60% de la mediana nacional, una vez descontadas las transferencias sociales.

Si se desglosan las cifras por género se obtiene que en la mayoría de países de la UE hay más hombres que mujeres en edad de trabajar y en riesgo de pobreza. En España, por ejemplo, el 12,1% de la población activa masculina está en esa horquilla, mientras que la cifra ‘cae’ al 10,1% en el caso de la femenina. En cambio, en Luxemburgo, el país con la mayor tasa de trabajadores pobres, sucede al contrario. Allí son las trabajadoras las más expuestas a la pobreza a pesar de tener empleo. También en Letonia (décimo cuarto puesto en la tabla), Chipre (décimo octavo) o en República Checa (vigésimo sexto).

 

Rina es una de las mujeres que acude a recibir ayuda de alimento
Rina es una de las mujeres que acude semanalmente a recibir ayuda de alimento
Javier Cuadrado

Más mujeres en riesgo

Pero este no es el único indicador que da la alarma. Eurostat ya alertó a finales de octubre que la pobreza crónica creció en España el año pasado hasta afectar al 13,6% de la población. Por otro lado, la tasa AROPE (siglas en inglés de riesgo de pobreza o exclusión social) es otra métrica que arroja más cifras demoledoras. Mientras la Seguridad Social anunciaba a principios de mes el récord de más de 21,8 millones de afiliados, se sabía que el 25,8% de la población española, casi 12,5 millones de personas, estaba en 2024 en este rango. Y sí, aquí sí: proporcionalmente hay más mujeres que hombres en situación de exclusión social. Tener trabajo no lo evita.

El Gobierno ya ha confirmado que el IMV y las pensiones no contributivas subirán un 11,4% en 2026. La medida no solo busca cerrar la brecha que abre la inflación: también quiere acabar con un problema estructural de la economía que se evidencia año a año en indicadores tanto nacionales como comunitarios. España es el cuarto país con mayor tasa AROPE de la UE. En 2024, este indicador cayó en siete décimas, no lo suficiente. Y detrás de los fríos números, implicaciones muy graves y lecturas diversas en función del género: la tasa AROPE femenina es del 26,8%, frente al 24,8% de la masculina.

9 de cada 100, con “privación severa”

Uno de los indicadores que se contemplan en la tasa AROPE es la ratio de privación material y social grave. Este valor del Eurostat radiografía que una persona está en situación de “privación severa” si no puede permitirse al menos siete cosas de un listado de trece ítems. Un listado en el que aparecen cuestiones tan comunes como pagar el alquiler, calentar el hogar, afrontar imprevistos, comer carne, pescado o equivalentes proteicos cada dos días, tener una conexión a internet o tener dos pares de zapatos en buen estado.

En 2024, el 8,6% de las mujeres españolas no podían colmar al menos siete de esas metas. En otras palabras: casi nueve de cada cien mujeres españolas están en esa situación de privación grave. Entre hombres españoles la cifra es más baja: del 7,9%. La media europea para ambos géneros es todavía menor; del 6,4%. En cualquier caso, la tasa de privación en España ha caído tanto en hombres como en mujeres en 2024 con respecto al récord de 2023. Pero sigue por debajo de los datos vistos en 2022, después de la pandemia.

Vivienda, compra y sueldos

Múltiples factores explican la situación de la pobreza en España. Dos de ellos son la crisis de vivienda y la evolución de la cesta de la compra, que golpea ahora con fiereza productos básicos como los huevos o el café. Pero otro factor a tener en cuenta es la evolución de los salarios en el país, y de nuevo aquí hay diferencias marcadas por el género. 

La Agencia Tributaria elabora anualmente su estadística sobre mercado de trabajo y pensiones a raíz de las fuentes tributarias. Hacienda coteja todo el dinero que se paga en salarios y lo divide entre los contribuyentes que han cobrado algo en el mismo ejercicio. Esta estadística tiene límites, ya que en la media participan tanto empleados con contratos indefinidos como personas que han tenido rendimientos del trabajo puntuales, durante semanas o meses. Y, sin embargo, los números son elocuentes: el salario medio de los hombres, según este indicador, es de 27.411 euros al año. El de las mujeres, de 22.255 euros, un 18,1% menos. 

Además, se aprecia cómo conforme ellos envejecen su salario medio aumenta, mientras que ellas lo ven menguar. En las generaciones más envejecidas la brecha crece.

La brecha que no se cierra

La cronicidad de la pobreza en las trabajadoras también se aprecia en los tipos de contratos que tienen ellas. La conciliación sigue siendo una losa. El 73,7% de los asalariados con contratos a jornada parcial son mujeres, según datos del INE. Se han producido avances hacia la paridad en este aspecto, pero muy tímidos. Hay que remontarse hasta 2017 para ver una cifra tan baja de mujeres con contratos parciales: entonces fueron el 73,2%. 

Quienes acaban reduciendo su jornada para cuidar de los niños siguen siendo mayoritariamente ellas, y no ellos. La brecha salarial se va cerrando en este ámbito, pero los ingresos pueden ser pírricos para las unidades familiares. La serie histórica refleja cómo en 2024 por primera vez el salario medio de las mujeres con contrato parcial fue ligeramente superior al de los hombres en circunstancias idénticas. Un respiro, teniendo en cuenta que en 2022, por ejemplo, la brecha entre hombres y mujeres a tiempo parcial se amplió un 1% con respecto a la registrada en 2006, hace casi dos décadas.

De igual modo, la misma brecha no ha hecho más que consolidarse entre trabajadores a tiempo completo. Han pasado casi 20 años, y la disparidad entre sueldos medios de hombres y mujeres solo se ha cerrado un 2,7% entre 2006 y 2024. El año pasado, el salario medio de los trabajadores a tiempo completo fue de 2.718 euros al mes. El de las trabajadoras, de 2.490. Los números arrojan una realidad áspera y cruda. En España no basta con tener trabajo para evitar ser pobre, y las mujeres lo siguen teniendo todavía más difícil.