Inflación

Sequías, aranceles e inventario: la ‘tormenta perfecta’ que explica por qué el café de cada mañana va a seguir subiendo de precio

Las tensiones comerciales de Trump son la guinda a un lustro de escasez global de café y a los golpes del clima a los países productores

Los mercados también viven turbulencias con tu desayuno. Los futuros del café arábica, una de las variedades más consumidas del mundo, superaron  los cuatro dólares por libra el pasado 17 de septiembre, alcanzando un techo que no veía desde febrero. La razón: las tiranteces comerciales entre Trump y Brasil a causa de la aplicación de los aranceles (y los problemas en los cultivos, atribuibles a sequías y al cambio climático) ha echado del mercado a muchos inversores. Esta circunstancia es tanto causa como consecuencia: desde principios de año, el precio minorista del café en EEUU ha crecido un 30% y los analistas prevén más subidas.

¿En España? Tanto de lo mismo, aunque la mayoría del café importado procede de Vietnam, donde además de arábica se cultiva sobre todo café robusta. Los españoles toman unas 16.000 millones de tazas de café al año y el brebaje forma parte de una rutina, prácticamente un ritual, que se da cada mañana en la cafetera de casa, sigue en el bar de la esquina y se repite en oficinas, universidades y terrazas.

El café no es solo una materia prima o una bebida: es un hábito cultural que cada día le cuesta más dinero a los españoles. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) son contundentes. El mes pasado, el precio del café en España subió un 20,2% interanual, mientras que el grupo en el que se integra (café, té y cacao) lo hizo un 16,7%. Son porcentajes que contrastan con la inflación general del país, que en el avance de agosto se mantuvo en el 2,7%. Nunca antes, ni siquiera en la crisis de 2022, se habían registrado incrementos de tal magnitud. La pregunta es pertinente: ¿por qué?

España cada vez depende más de Brasil

España no produce café: todo el grano que se consume llega del exterior. En 2024 se importaron más de 345.000 toneladas de café verde, un 13% más que el año anterior. El café verde es el que no ha sido tostado ni tratado de ningún modo, y el que se bebe aquí procede fundamentalmente del Sudeste Asiático y de Latinoamérica. En 2024, España importó 110.000 toneladas de café de Vietnam, valoradas en 420 millones de euros. De Brasil llegaron 98.000 toneladas, café en unos 380 millones de euros. Solo estos dos países concentran el 60% de las importaciones, según la Asociación Española del Café. Después de ellos el podio lo completan dos grandes reexportadores: Alemania y Bélgica.

Sin embargo, hay un cambio de tendencia en el comercio español de café que está tensionando sus precios. Las importaciones del robusta de Vietnam cayeron un 11,2% en 2024 con respecto al año anterior, mientras que las del café arábica de Brasil crecieron un 74,3%. España cada vez depende más de Brasil, que es el mayor productor del mundo, pero también está en el ojo del huracán: allí, la sequía y altas temperaturas atribuibles al cambio climático han golpeado a los cultivos. El Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada de la Universidad de Sao Paulo ha alertado que muchas plantaciones están en malas condiciones tras un invierno seco en 2024 y una escasez de lluvias en la primera mitad de 2025.

Aranceles de Trump

Si a eso se suma que Brasil es uno de los países más golpeados por los nuevos gravámenes de Trump (las importaciones brasileñas a EEUU se enfrentan a aranceles del 50%, entre los más altos del mundo), se llega a la tormenta perfecta. A finales de agosto Vanusia Nogueira, directora de la Organización Internacional del Café, reconocía que los problemas de déficit en la producción global del grano se arrastran desde hace años. Sin embargo, que EEUU se abra a nuevos productores va a hacer que todo el mercado se tensione más, lo que ya se reflejaba en la volátil cotización de la materia prima esta semana.

Imagen de granos de café.

España importa todavía más café de Vietnam que de Brasil, y el país del Sudeste Asiático ya vaticina a través de la agencia de noticias gubernamental una “cosecha de oro” para esta temporada. Prevén un incremento de la producción. Sin embargo, se duda de que el aumento de la producción del robusta de Vietnam consiga estabilizar los precios del café globalmente: en otras cosechas lo que ha sucedido es que la abundancia de su oferta presiona los precios a la baja, pero sus márgenes no son suficientes para compensar la falta del arábica brasileño. Además, los robustas vietnamitas suelen destinarse a mezclas o cafés instantáneos, por lo que no sustituyen la demanda de arábica en EEUU o Europa.

La vulnerabilidad europea

En este sentido, España y el resto de la Unión Europea vuelven a ser agentes comerciales muy vulnerables a lo que pasa en el resto del planeta. Si Brasil reduce exportaciones y Vietnam no logra compensar la falta de arábica, el impacto se notará directamente en los puertos españoles. También se seguirá haciendo notar en los bolsillos de los consumidores. En palabras de Noriega, la directora de la Organización Internacional del Café: “Los consumidores van a pagar, los consumidores quieren el café”.

Esa vulnerabilidad no solo radica en que ningún país del Viejo Continente destaque como productor: la situación se agrava si se revisa el inventario de café. El stock global del grano está bajo mínimos y el consumo no cae. Tostadores y distribuidores norteamericanos están comprando masivamente en la Bolsa de Café de la India para cubrir sus necesidades. Mientras tanto, en Europa la situación llegó a ser crítica: hace justo un año la Organización Internacional del Café lanzó la voz de alarma al anunciar que Europa tenía solo reservas de café para seis semanas. Antes de la crisis inflacionaria de 2022 ese stock podía llegar a cubrir varios meses.

Seguirá subiendo

Taza de café
Una taza de café alrededor de algunos granos de café tostados sin moler

Esta tormenta no va a amainar pronto. Es más: la situación es tan delicada que cualquier interrupción, desde una huelga de estibadores a una plaga, podría llevar más lejos el aumento de los precios. El café empieza a ser tan volátil como una criptomoneda, pero esta vez las consecuencias se van a notar desde primera hora de la mañana. Solo se vería una caída moderada de los precios si se conjugaran varios factores improbables: desde cosechas récords en otros productores como Colombia a lluvias abundantes en Brasil.

Además, el precio del grano no solo se establece en función de lo bien o mal que haya ido la cosecha: los costes del transporte de la materia prima también tendrían que darle un respiro. Se prevé que los precios sigan subiendo globalmente, aunque de forma más moderada, hasta principios de 2026. Mientras tanto, un paquete de café molido en un supermercado en España cuesta hoy un 20% más que hace un año. Y las consecuencias van a ir más allá de la primera taza del día: los hosteleros también están sufriendo la encrucijada en un momento en el que el café de especialidad goza de cada vez mayor popularidad.

España no dejará de beber café. Como decía Nogueira, la directora de la Organización Internacional del Café, los consumidores estarán dispuestos a pagarlo. Pero la tormenta perfecta de sequías, aranceles y falta de stock llevan a un solo destino: el ritual cotidiano de despertarse con un café recién hecho va a convertirse en un lujo cada vez menos invisible en la factura del día a día.

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