Un golpe de suerte, una herencia inesperada, un bonus de fin de año o la venta de un activo que ya no se necesitaba. Así es como muchas personas se encuentran, de pronto, con una suma nada despreciable de 10.000 euros. Aunque no cambia la vida, esa cantidad puede marcar la diferencia si se utiliza con inteligencia financiera.
¿Y ahora qué? ¿Dejar el dinero en una cuenta corriente esperando que no se devalúe? ¿Meterlo en un depósito y olvidarse? ¿Lanzarse a la Bolsa como si fuera una ruleta? Afortunadamente, hay caminos intermedios. Desde la prudencia más clásica hasta la apuesta bursátil más decidida, el dinero puede trabajar para el ahorrador e inversor sin tener que vivir pendiente de las pantallas.
Esto es importante, sobre todo en un año como este, en el que la volatilidad en las bolsas, los tipos de interés en Estados Unidos y los temores que plantea la presidencia de Donald Trump han disparado el nivel de incertidumbre.
Perfil conservador: control de riesgos
Aquí no hay espacio para sustos. La premisa es sencilla: no perder dinero. O dicho de otro modo, lograr que el ahorro crezca mínimamente sin sucumbir a la inflación ni a los vaivenes del mercado.
Una opción clásica han sido las letras del Tesoro, pero su atractivo ha bajado. En la última subasta su interés a 12 meses cayó al 2,023%, su nivel más bajo en dos años.
Otra vía, más flexible, es la de los fondos monetarios. Francisco Palomino, desde Renta 4, lo plantea así: “para este perfil, la prioridad es mantener el capital con algo de rentabilidad real. Nada más, pero tampoco menos”. Su receta es un 50% en fondos monetarios, un 45% a renta fija de corta duración y un pequeño 5% a renta variable global. Entre los nombres propios, aparecen el Groupama Mercado Monetario, acompañados de Carmignac Sécurité , AXA Euro Credit Short Duration o IKEAU Short Duration Bond.
Desde iCapital, Guillermo Santos no se aleja demasiado del guion, pero lo adereza con algunos matices. Para este perfil, la prioridad es mantener el capital con algo de rentabilidad real y sugiere repartir entre Carmignac, DWS Floating Rate Notes y BNP Insticash.
Pablo Tellería, desde InbestMe, defiende un planteamiento algo más sistemático: “entre un 80% y un 90% a monetarios, y el resto en bonos indexados a corto plazo. Y entre un 10% y 20% a bonos de corto plazo a través de fondos indexados globales. “La clave está en preservar la liquidez sin renunciar a ventajas fiscales”, apunta.
Perfil moderado: equilibrio con sentido común
Aquí el inversor empieza a mirar más allá de la inflación. Busca crecer, pero sin que el corazón le dé un vuelco cada vez que baja la Bolsa.
Palomino plantea una estrategia en tres tercios: 30% monetarios, 35% renta fija diversificada y 35% renta variable global y europea. Añade a su selección nombres como Robeco Global Premium Equities, Threadneedle Global Dividend o Vanguard Global Stock Index. “Este perfil necesita estructura, diversificación y algo de paciencia. No es para hacerse rico, sino para crecer sin sobresaltos“.
Tellería, en cambio, prefiere una mezcla algo más atrevida: 40-50% de renta variable global, 30-40% de renta fija global con duraciones medias y un 10-20% en fondos con fecha objetivo. “La clave no es prever lo que pasará, sino protegerse frente a lo que no sabemos”.
Guillermo Santos recomienda productos mixtos flexibles como el DWS Kaldemorgen o el BLI Global Flexible, y complementa con el fondo estadounidense Lord Abbett Short Duration Income. ¿Su argumento? “Flexibilidad para reaccionar, pero sin caer en el cortoplacismo”.
Este perfil suele pensar en horizontes de entre tres y cinco años. Tiempo suficiente para que la volatilidad se diluya y los ajustes tácticos tengan sentido. La idea no es estar pendiente del mercado, sino de la estrategia.
Perfil agresivo: todo al crecimiento
Aquí no hay medias tintas. Si el ahorrador tiene tolerancia al riesgo, una visión de largo plazo y ganas de ver crecer su patrimonio, entonces el 10.000 puede convertirse en una palanca.
Tellería propone una distribución agresiva: hasta un 80% en Bolsa global, con exposición a índices como el MSCI World o el S&P 500, y sectores de crecimiento como la inteligencia artificial o las energías limpias. El resto, entre renta fija global a medio plazo y apuestas tácticas como materias primas o los ETF temáticos.
Santos pone el acento en Europa. Recomienda el Magallanes VI UCITS European Equity o el Robeco European Equity. Y, para estabilizar, el Schroder ISF Euro Corporate Bond. “La renta fija está ahí para contener las caídas, no para tirar del carro”, afirma.
Palomino coincide en las líneas maestras, pero recuerda que este perfil debe contar con un 20% en monetarios como póliza de tranquilidad. Entre los fondos destacados, también incluye al Guinness Global Equity Income y al Fidelity European Dividend.
El que quiere crecer de verdad sabe que habrá baches. Pero también oportunidades. Para Warren Buffett, la mejor opción sigue siendo un ETF que replique el S&P 500, aunque en este ejercicio el principal índice de Estados Unidos pierde un 5%.
¿Lo más importante? No tocar la cartera en mitad de una tormenta. Automatizar aportaciones, revisar con calma una o dos veces al año y, sobre todo, entender que la rentabilidad no se gana en una semana. “El mercado premia a quien sabe esperar”, concluye Tellería.
Y así, con un poco de criterio, 10.000 euros pueden dejar de ser solo un buen pellizco para convertirse en el principio de algo más serio.