El Banco Central Europeo (BCE) decidió ayer fijar los tipos de interés al 2% por tercera sesión consecutiva. La institución consolida así su estrategia de espera ante una inflación controlada y una economía estable en la zona euro. La pausa en las bajadas sigue a una serie de ocho recortes consecutivos que comenzaron en junio de 2024. Por entonces, la tasa de depósito se situaba en el 4%. Con este último parón, el BCE mantiene su nivel más bajo desde principios de 2023.
En guardia
Para las casas de análisis la decisión ha sido la esperada. ING sostiene que “la mayoría del BCE parece estar enfatizando varios acontecimientos alentadores del verano“, en alusiones al crecimiento del PIB y el acuerdo comercial con EEUU. Y apuntan que los miembros del Consejo de Gobierno siguen “una estrategia de aguantar y ver qué pasa”. Aunque la medida puede estar motivada por la precaución. La firma de inversión PIMCO piensa que la entidad monetaria “quiere preservar el margen de maniobra de la política convencional para minimizar el riesgo de tener que dar marcha atrás poco después de haber alcanzado el tipo terminal”.

En esta línea, Kelisto comparte que “la decisión permite al BCE seguir guardando munición en caso de que la situación en Europa o EEUU se complique”. De este modo, defiende que el organismo monetario “se cubre las espaldas para enfrentar o bien una posible recaída de la economía del viejo continente. O una política más agresiva por parte de la Reserva Federal estadounidense”.
Impacto en el Euríbor
Pese a que el BCE no recortase los tipos de interés, el comportamiento del Euríbor ya anticipaba la decisión. Las expectativas del mercado eran claras. No habría cambios en el precio del dinero. En este sentido, para el índice, el mantenimiento del coste de financiación no ha tenido trascendencia. Tras un inicio de mes al alza y cierta estabilidad, el Euríbor se situó ayer en el 2,168%. Lo que implica una leve subida de 0,008 puntos respecto al miércoles. Aunque conserva la tendencia a la baja, después del pico de 2,191% alcanzado el pasado 3 de septiembre.
Sin embargo, las casas de análisis ya pronostican que el Euríbor no experimentará descensos significativos hasta que el BCE anuncie recortes. Ya que la política actual mantiene los costes de financiación todavía elevados, a pesar de las bajadas de hasta 200 puntos básicos. Por ello, aunque la decisión del 11 de septiembre confirma la estabilidad sobre el Euríbor, habrá que esperar a futuras reuniones y posibles revisiones a la baja de los tipos. En ese caso, los préstamos hipotecarios variables experimentarían caídas más notables.
Crecimiento sostenido
Durante la rueda de prensa, Lagarde destacó que la economía de la eurozona creció un 0,7 % durante la primera mitad del año, impulsada principalmente por la demanda interna. No obstante, la expansión estuvo más marcada en el primer trimestre que en el segundo, afectado por las tensiones comerciales con Estados Unidos. La presidenta del BCE señaló que tanto la industria como los servicios han continuado creciendo y que, pese a un tímido debilitamiento del mercado laboral, este sigue siendo una “fuente de fortaleza”.
En cuanto a los factores que podrían perjudicar el crecimiento, Lagarde advirtió que el aumento de los aranceles, la apreciación del euro y la mayor competencia internacional podrían “frenar la economía durante el resto del año”, aunque espera que estos efectos desaparezcan en 2026. Por el contrario, destacó que el gasto en defensa e infraestructuras, la mejora de la productividad y un aumento de la confianza empresarial podrían “impulsar la inversión privada” y relanzar el crecimiento si se resuelven antes las tensiones comerciales y geopolíticas.

Respecto a Francia, Lagarde hizo referencia indirecta a los riesgos de la política fiscal y la estabilidad económica del país en el contexto europeo, sugiriendo que cualquier medida de apoyo debe estar condicionada al cumplimiento de las normas fiscales europeas.
En el objetivo
La institución también compartió nuevos datos sobre las proyecciones de inflación. Para 2025, la tasa interanual de la eurozona se situará en el 2,1%, una décima más respecto a la revisión de junio. Si se elimina el efecto de la energía, la inflación se mantiene estable en el 2,5%. Y si además se excluyen los alimentos, el alcohol y el tabaco, la subyacente se sitúa en el 2,3%, sin cambios respecto a las anteriores proyecciones. Este contraste pone de relieve que, aunque la caída de la energía puede aliviar temporalmente la inflación general, no altera la política monetaria del BCE. Lo que explica por qué el banco central ha optado por mantener los tipos de interés sin cambios.
Asimismo, el BCE estima que para 2026 la inflación general apenas variará en una décima respecto a las estimaciones de junio, situándose en el 1,7 %. Mientras, el resto de indicadores de precios se mantienen prácticamente sin cambios. Para 2027, en cambio, se anticipa un ligero ajuste a la baja. La inflación general se situaría en el 1,9 %, la que excluye energía también en 1,9 %, y la que, además, no tiene en cuenta alimentos y cambios en impuestos indirectos se reduciría a 1,8 %. Todas ellas una décima por debajo de las proyecciones de junio.

En julio, la inflación interanual en la eurozona se mantuvo en el 2%, mientras que en la Unión Europea (UE) subió ligeramente hasta el 2,4%. La diferencia entre el freno del alza de los precios en la zona euro y la escalada en el conjunto de la UE se explica principalmente por la ausencia de países como Rumanía en el primero. El país balcánico registró una subida interanual del 6,6% en julio, muy por encima del promedio de ambos bloques. En España, la inflación armonizada alcanzó el 2,7%, siete décimas por encima del promedio de la zona euro.
Lejos de nuevos recortes
De cara al futuro, las opiniones de los analistas sobre posibles recortes de tipos por parte del BCE son similares. Desde Renta 4 consideran que el escenario actual no justificaba un recorte inmediato de los tipos por parte del BCE. Según la firma, “únicamente un deterioro mayor de la actividad económica o unas mayores presiones deflacionistas justificarían un recorte adicional en 2026”. Sin embargo, el impacto positivo de un mayor gasto y el acuerdo comercial con EE.UU, que “sin ser el mejor, no es tan malo como podría haberse temido”, alejan esa posibilidad.
Desde ING apuntan que “el listón para un nuevo recorte sigue siendo muy alto”. Aunque reconocen que existen factores que podrían forzar a la autoridad monetaria a actuar: “La condicionalidad del acuerdo comercial con EE UU y la apreciación del tipo de cambio del euro”, señalan. Así, PIMCO coincide en que “hay muchas posibilidades de que el ciclo de recortes ya haya concluido con el tipo de interés oficial actual del 2 %”. Y zanja: “Se espera un largo periodo de inactividad en los tipos de interés oficiales”.