Cuando Amparo Soler, presidenta de Women in Nuclear (WiN) en España, recuerda los inicios de esta organización, lo hace con una imagen gráfica: “Las mujeres ‘nucleares’ cabían literalmente en un ascensor”. Hoy son más de 300 las integrantes de esta asociación, en un sector en el que el talento femenino representa alrededor del 27 % del total (unas 1200 personas en toda España). Este porcentaje es similar al del sector a nivel internacional.
Y son las mujeres de todo el mundo en la industria nuclear quienes han decidido tomar la iniciativa en el debate sobre el futuro de esta energía en España. Convocadas por WiN Global, la asociación internacional que las representa, Madrid acogerá entre hoy y mañana, 28 de mayo, el primer evento regional europeo. Así, la capital española será el epicentro de una conversación estratégica, como único país de la UE con una política de desmantelamiento nuclear, frente al renovado impulso continental hacia la energía atómica.
“España es el único país de la UE con un plan legal de cierre nuclear, y por eso representa tanto como una oportunidad para un intercambio de conocimiento”, afirma a Artículo14 Amparo Soler. Según explican fuentes de WiN Global, se trata de una reunión histórica en la que aspiran a debatir el futuro de esta fuente de producción de energía. WiN España destaca, a su vez, que la elección de España para este evento se alinea también con el hecho de que se trata de un país reconocido por su firme compromiso con la igualdad, la diversidad y la inclusión, “valores que están en el corazón de la misión de WiN Global y que son esenciales para la próxima generación del sector nuclear”.
La red WiN
WiN Global está presente en 96 países y cuenta con alrededor de 30.000 socias. En España, WiN agrupa ya a unas 300 profesionales. Sus perfiles son tan variados como los campos que abarca la industria nuclear: ingenieras, abogadas, físicas, técnicas de FP o economistas. Según explica Soler, las mujeres también se van incorporando a las centrales nucleares, históricamente dominadas por hombres.

“Una anécdota que se cuenta siempre es que, cuando se construyeron las centrales, no había vestuarios femeninos porque no había mujeres”, recuerda Soler. Ahora no solo hay mujeres: ya se han organizado e incluso han creado sus propias redes de apoyo. “Tenemos un grupo WiN en Almaraz que hemos bautizado como el WiN West”, valora la presidenta. Esta realidad encaja con uno de los retos estratégicos de la asociación: fortalecer el networking femenino. “Los hombres han hecho un networking fantástico y las mujeres uno penoso”, reconoce Soler.
Profesionales en todo el ciclo nuclear
La consigna no es excluir —un ejemplo es que la asociación cuenta con un perfil masculino en su comité asesor—, sino garantizar que haya mujeres expertas en los foros donde antes no estaban presentes: “No quiero paneles con cuatro perfiles masculinos y una moderadora para cubrir el cupo. Tenemos talento femenino experto de sobra”.
A su vez, WiN trabaja activamente en colegios, ferias científicas y redes sociales para despertar vocaciones sin imponerlas. No se trata de que todas las niñas quieran ser ingenieras nucleares, sino de que ninguna descarte serlo por falta de referentes. “Yo no voy a forzar a mi sobrina de ocho años a que le gusten las mates. Pero si le gustan, quiero que sepa que puede llegar donde quiera”, dice su presidenta.
Una vocación precoz

Soler vivió esta situación en su propia infancia. A los trece años, tras leer artículos sobre Marie Curie y Nikola Tesla, anunció en casa que quería ser ingeniera nuclear. Ni su madre, ama de casa, ni su padre, administrativo sin estudios superiores, sabían muy bien qué hacer con aquella declaración. La llevaron a una psicopedagoga, que despejó las dudas con contundencia: “Está perfectamente capacitada para llegar”.
Y no fue un camino fácil. En su primer año de carrera en Ingeniería Industrial tuvo que pedir un año de gracia, pero con la fuerza que da la pasión —“cuando algo te apasiona, no es esfuerzo”, resume— y tras aprender a gestionar el fracaso, no solo finalizó con éxito su licenciatura, sino que logró una beca para cursar un máster en energía nuclear en la Universidad de Pennsylvania. Hoy es doctora en Ingeniería Nuclear, dirige un departamento técnico, ha liderado proyectos para diferentes compañías energéticas y preside WiN España.
Un sector con futuro
Más allá del debate sobre el futuro nuclear español, Soler no duda del potencial de esta energía ni de la proyección de sus profesionales. La industria nacional cuenta con una experiencia acumulada de más de 40 años, y sus profesionales —hombres y mujeres— son requeridos a nivel internacional. Hay más de 400 centrales nucleares operativas en el mundo, más de 200 en construcción y varias docenas en fase de diseño.
“No me interesa forzar vocaciones. Pero si una niña quiere estudiar ingeniería y duda, ahí estaremos para decirle que puede.” Amparo Soler lo resume con una mezcla de orgullo y propósito: “Queremos dejar una red fuerte, visible y entusiasta. Que las niñas —y también los niños— digan: ‘yo también puedo ser nuclear’”.