A falta de una jornada para el cierre del año, el euríbor cierra diciembre en el 2,268%. El registro superará ligeramente el nivel registrado en noviembre, cuando se situó en el 2,217%. La nueva cifra deja una noticia buena y otra mala para quienes dispongan de hipotecas a tipo variable.
Por un lado, la caída interanual de 0,17 puntos porcentuales -equivalente a una bajada de alrededor del 6,5%, la menor registrada en lo que va de año- contribuirá a rebajar la cuota de las hipotecas revisadas anualmente en el próximo mes de enero. Pero, por otro, el aumento frente al valor de junio implica que quienes revisen sus préstamos semestralmente se enfrentarán a un nuevo incremento en la mensualidad.
Los ajustes del BCE
Si 2025 fue un año de transición para los mercados financieros, el euríbor también ha reflejado ese equilibrio entre prudencia y cautela. Ahora, el ciclo de bajadas de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE), ya se da por cerrado después de que desde el pasado mes de junio la autoridad monetaria frenase las caídas en el 2%, precio del dinero que se ha mantenido durante todo el segundo semestre del año. La pausa en las caídas se justifica por el leve repunte de la inflación y el posible impacto de los aranceles estadounidenses en el coste de vida.
En este sentido, esta estrategia ‘en guardia’ del BCE ha diluido cualquier expectativa de relajación adicional en las tasas de referencia, lo que ha provocado que la curva del euríbor se haya invertido, dejando atrás los periodos de rebajas y repuntando, levemente, durante los últimos meses de 2025. Aunque, eso sí, por debajo de los picos de 2023 y 2024. Así, el índice ha transitado por una banda alcista, pero relativamente estable.
El repunte de diciembre responde a un reajuste de las expectativas sobre la política monetaria. Las últimas previsiones del BCE anticipan una inflación algo más persistente en 2026, especialmente en servicios y en la inflación subyacente. Esto refuerza la idea de que los recortes de tipos -si finalmente se producen- serán tardíos y graduales. De hecho, el euríbor, que se mueve anticipando el coste futuro del dinero, incluso descuenta la posibilidad de una subida de tipos a finales de 2026. De ahí el cambio de tendencia. A los motivos previamente argumentados se suma la mejora de las estimaciones de crecimiento para la eurozona. Así, parece demostrarse que la autoridad monetaria habría encontrado su tipo neutral en el actual 2%.
Perspectivas para 2026
El inicio del próximo año se presenta, por tanto, bajo el signo de la prudencia. Desde Kelisto aseguran que “el BCE solo empezará a bajar tipos cuando tenga plena confianza en que la inflación converge de forma estable hacia el 2%“. Por ello, anticipan que “en las primeras reuniones de 2026 veamos continuidad en la política actual y no recortes”. Así, el euríbor se mantendrá en niveles similares a los actuales durante los primeros meses del año. De cara a mediados de 2026, Estefanía González, portavoz de la entidad, contempla “la posibilidad de un descenso gradual hacia una horquilla de entre el 2% y el 2,2%”.
En la misma dirección apunta el equipo de Caixabank, que prevé una tasa de referencia interbancaria del 2,18% durante el próximo año. Algo más conservadoras -y menos favorables para los hipotecados- son las proyecciones de Bankinter, que elevan el euríbor hasta el 2,25%, superando el intervalo estimado por Kelisto. En la otra cara de la moneda se sitúa Funcas, cuya previsión del 1,9% es la que mayor alivio ofrecería a los titulares de hipotecas variables.

La vivienda, cada vez menos accesible
A este escenario de tipos persistentemente elevados y menor competencia bancaria se suma una tercera presión clave: el encarecimiento sostenido de la vivienda. Con el fin de la llamada guerra hipotecaria -en la que las entidades priorizaban ganar cuota de mercado a costa de rentabilidad- y el repunte del euríbor, se diluyen las dos últimas bazas que favorecían al comprador: financiación competitiva y expectativas de alivio en los tipos. El contexto actual deja al precio de la vivienda como el principal obstáculo de acceso.
El coste medio en España alcanzó los 2.091 euros por metro cuadrado en el cuarto trimestre, un 3,5% más que el trimestre anterior y un 13,1% interanual. En términos reales, descontando la inflación, el encarecimiento anual ronda el 10%, según la firma de tasación y valoración inmobiliaria Tinsa. Pese a ello, el año cerrará con unas 550.000 transacciones. De las que cerca del 50% se financian con hipoteca, con una cuota media de 795 euros mensuales. Sin embargo, la moderación en el crecimiento de las compraventas apunta a un mercado con “una demanda próxima a máximos”, reconocen desde Tinsa.

La presión es aún mayor en la vivienda nueva. Según Sociedad de Tasación, su precio medio ha marcado un nuevo máximo histórico de 3.298 euros por metro cuadrado, tras subir un 8,9% interanual y un 4,7% semestral, en un entorno de fuerte demanda, oferta limitada y condiciones de financiación que, aunque aún atractivas frente a otros ciclos, ya no compensan el encarecimiento del activo. Un cóctel que estrecha el margen de acceso a la vivienda, especialmente para los nuevos compradores.


