Más de 300.000 mujeres autónomas trabajan en el comercio minorista en España. Un sector fuertemente feminizado que ha sufrido el cierre progresivo de sus negocios desde la irrupción de la pandemia en 2020. Según un informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA, cerca de 50.000 establecimientos han bajado definitivamente la persiana en los últimos cinco años, una pérdida paulatina de empresas que impacta de lleno en las emprendedoras.
Una de cada cuatro trabajadoras por cuenta propia desarrolla su actividad en este ámbito, y son ellas quienes asumen grandes retos para mantener sus negocios viables a largo plazo. También impacta de lleno en las asalariadas. Con 1.239.100 trabajadoras según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre, las mujeres suponen el 60,8% del empleo total en el comercio minorista, lo que las convierte en la columna vertebral del sector.
Impacto del comercio online

El cierre masivo de tiendas responde, en buena parte, al auge imparable del comercio online, que se ha disparado en el último lustro. Muchas pequeñas empresas no han logrado seguir el ritmo de la digitalización, con dificultades para adaptarse, falta de recursos o ambas. La pandemia ha hecho mucho daño al comercio de proximidad.
Entre 2019 y 2024, las ventas online en España prácticamente se duplicaron, con un aumento del 95% hasta alcanzar los 95.200 millones de euros en 2024. Las grandes corporaciones, con un mayor respaldo financiero y capacidad tecnológica, pudieron reaccionar con rapidez y terminaron absorbiendo a los negocios más vulnerables. A pesar de todo, el colectivo autónomo ha resistido más de lo esperado.
En detalle
En el primer trimestre de 2020, solo el 12,7% de los autónomos cerraron sus negocios, frente al 18,5% del total de empresas. Esta resiliencia se debe, en gran medida, a su vinculación con los vecinos y a la personalización en el trato. Porque la pandemia no solo aceleró el comercio online, también rescató la confianza en las tiendas de barrio.
El impacto no fue homogéneo. Mientras las ventas de alimentos crecieron un 10% en marzo de 2020, las de ropa y calzado se desplomaron un 90% interanual en abril de ese mismo año. Desde 2021, sin embargo, el sector ha comenzado a recuperarse y las ventas de moda han aumentado un 46% en los últimos tres años.
Nuevos consumidores digitales

El desarrollo de las compras online en tan poco tiempo no ha sido gracias, en exclusiva, a los más jóvenes. Se han incorporado 1,6 millones de nuevos consumidores digitales que tienen más de 50 años, lo que demuestra el profundo cambio de hábitos en los hogares españoles y de forma transversal en todas las generaciones. Hoy más de la mitad de la población compra online y casi el 50% se decanta por las marcas blancas.
Otro cambio profundo que se gestó en pandemia fue el uso generalizado del teléfono móvil como plataforma de compra. El consumo vía smartphone ha crecido un 62% y ha eliminado el hábito de estar en casa para adquirir productos. Hoy se compra desde cualquier lugar, a cualquier hora, de día o de noche.
Modelo omnicanal
Como solución, el informe recalca la necesidad de que el pequeño comercio apueste por el llamado modelo omnicanal, que combine venta física y digital. Aunque las dificultades de estos sectores son múltiples. A la transformación tecnológica se suman las presiones fiscales, el alza de cotizaciones, los costes energéticos y el precio de los alquileres. La subida del precio de la vivienda y la escasa oferta ha provocado que muchos locales, bajos de edificios, se reconviertan en apartamentos turísticos. Tiendas de ropa, pescaderías o fruterías se han transformado en alquileres vacacionales.
La conciencia sobre salud y sostenibilidad también está cambiando el consumo. En alimentación, crece la demanda de productos frescos, orgánicos y sin aditivos. En cosmética y cuidado personal, gana peso lo natural y respetuoso con la piel. El consumidor se interesa por el impacto ambiental de sus compras. Una exigencia más para el comercio, pero también una oportunidad para diferenciarse. Y son ellas quienes están en primera línea de esta transformación. Las mujeres que, día a día, luchan por mantener vivos sus negocios en un entorno económico cada vez más desafiante.