Las zapatillas que puso de moda Britney Spears conquistan a las abuelas

Detrás de la empresa hay una familia de emprendedores que ha fracasado en negocios muy diversos hasta encontrar la horma de su zapato

Para las compañías de ropa, es muy difícil conquistar a las mujeres a partir de los 60 años porque priorizan la comodidad y no se dejan engatusar por las modas pasajeras y las redes sociales. Por eso llama la atención que las zapatillas Skechers calcen los pies de millones de señoras que no se fijan tanto en la marca como en el producto. No son especialmente baratas, cada par de deportivas cuestan en torno a 70 euros, pero han dado con la clave de lo que piden sus clientas: confort, y ahora venden tanto como otras marcas consolidadas como por ejemplo, Puma.

Las distinguirás por un diseño ergonómico y la S de la marca que se ha vuelto tan común entre las viandantes de cierta edad en ciudades de todo el mundo. Pero no es un éxito casual. Detrás de la empresa hay una familia de emprendedores que ha fracasado en negocios muy diversos hasta encontrar la horma de su zapato. Es la historia de cómo caerse un millón de veces y volverte a levantar hasta encontrar la gran idea. Y así es como la compañía ha llegado a vender el negocio por 9.400 millones de euros a un gran grupo de inversión. Pero la historia de Robert Greenberg, hasta llegar a la cima, ha pasado por muchos altibajos.

Hoy es un multimillonario octogenario, pero Robert Greenberg nació en una familia obrera de Boston en 1940. Decidió estudiar peluquería y su espíritu emprendedor le empujó a abrir su primer salón llamado Talk of the Town en 1962. En ese salón vendía postizos que podía comprar a 50 dólares y revender a 300 dólares. Una bombilla se encendió en su cabeza: pondría en marcha un distribuidor al por mayor para vender estos postizos con los que sacaba un margen muy grande.

Pero el negocio de la peluquería pronto se le quedó pequeño y entonces dio el salto a una empresa más grande. En 1979 compró la compañía tecnológica Medata Computer Systemas, que cotizaba en Bolsa, con la que empezó a importar relojes desde Coreo del Sur. De nuevo repetiría el mismo patrón: los compraba por unos 16 dólares y en Estados Unidos los podía vender por 130 dólares. El margen era inmenso y las ganancias, seguras.

Su mente inquieta le llevó a acabar importando todo tipo de artículos desde vaqueros hasta monopatines. A finales de la década de los setenta fundó Roller Skates of América, que era una empresa de venta y alquiler de monopatines en Los Ángeles. Vendía cordones de zapatillas con la imagen de la película de Spielberg ET pero no funcionó.

Su afición por las zapatillas llegó más tarde, ya en los años ochenta, cuando un Greenberg de cuarenta años decidió apostar por una tienda de moda femenina en Los Ángeles llamada L.A. Gear y comenzó a importar calzado deportivo. Era un momento del auge del aerobic y del cuidado del cuerpo que el empresario aprovechó con cierto éxito. En solo una década, llegó a superar los 800 millones de dólares en ventas y rivalizaba con Nike, la reina del deporte en Estados Unidos. Pero la vida de las empresas no es plana y a esa etapa le siguió otra más difícil, con pérdidas económicas que le llevó a ser despedido como consejero delegado de la compañía. No tardó en recomponerse. Si había triunfado una vez, podía volver a hacerlo así que se levantó y con la ayuda de su hijo mayor ideó otro nuevo negocio. ¿Por qué no importar las famosas Dr. Martens en un momento en el que estaba de moda el estilo grunge? No cuajó. En 1993 perdió el acuerdo de distribución con el dueño de la marca y tuvo que abandonar el negocio. Pero de nuevo dio una lección sobre emprendimiento y no se quedó parado. En el fracaso había aprendido sobre cómo importar productos, conocía de cerca el negocio del calzado así que decidió que era el momento de sacar su propia marca, Skechers, una palabra que define muy bien a su fundador puesto que denomina a una persona que no puede estar quieta, que siempre está en movimiento.

Ese mismo año, Skechers saltaría al parqué y hasta Britney Spears se convirtió en imagen de esas cómodas y novedosas deportivas. Las zapatillas que puso de moda la princesa del Pop de Baby one more time, ahora las llevan las madres y abuelas de quienes escuchaban sus canciones, una generación que ni se imagina que la cantante que contribuyó a que las ventas en el año 2000 se situaran en los 675 millones de dólares. En 2019, ya superaban los 5.000 millones de dólares y en 2021, pese al Covid y gracias a las ventas online, superó los 6.200 millones de dólares

Una empresa que no solo triunfa en Estados Unidos sino que exporta más del 60% de sus zapatillas al extranjero. En total, distribuye su calzado en 180 países del mundo. Y ahora, el fondo de inversión 3G Capital, que es propietario de Burger King, ha comprado la compañía por 9.400 millones de dólares. Greenberg seguirá siendo el presidente pero sobre todo un gran ejemplo de empresario que no tira la toalla hasta encontrar con el negocio redondo. Y no lo hubiera conseguido sin fracasar una y otra vez.