Cada ocho segundos, una mujer en Estados Unidos hereda una fortuna o se convierte en el principal sostén económico de su hogar. Hace solo unos años era impensable que tantas mujeres lideraran decisiones financieras de alto impacto.
Se calcula que para 2048 cerca de 100 billones de dólares de la gran transferencia intergeneracional de riqueza serán gestionados por mujeres, según estimaciones del Bank of America Institute, que proyecta un volumen total de 124 billones de dólares que cambiarán de manos en las próximas dos décadas.
Esa cifra no se queda en Estados Unidos exclusivamente, puede extrapolarse a Europa, donde las dinámicas de herencia, longevidad y liderazgo femenino están creando escenarios similares. En esta región, hasta 2023 las mujeres controlaban unos 60 billones de dólares en activos bajo gestión, lo que representaba alrededor del 34% del total mundial, y se prevé que esa proporción suba a entre 40% y 45% en 2030. Además, la riqueza gestionada por mujeres ha crecido un 51% entre 2019 y 2023.
En España, el cambio también es visible. Las mujeres ocupan aproximadamente el 40% de los puestos directivos en empresas y tienen cada vez más presencia en consejos de administración. También se están posicionando al frente de pequeñas y medianas empresas, y lideran más de un tercio del tejido emprendedor.
Traspaso intergeneracional de riqueza
Ese avance en la esfera económica se traduce en un nuevo escenario de responsabilidad financiera. Al mismo tiempo que aumenta el crecimiento empresarial y profesional, millones de mujeres en Europa y España se encuentran ante decisiones cruciales relacionadas con la gestión de su patrimonio. Viudas, herederas, divorciadas, autónomas con carreras largas o mujeres solteras sin descendencia directa tienen que hacer frente a situaciones en las que deben tomar el control financiero de sus vidas.
Un perfil cada vez más habitual es el de una mujer de 58 años que hereda una cartera de acciones y una vivienda pagada. No tiene hijos, ha trabajado toda su vida y quiere seguridad. No busca duplicar su capital, sino asegurarse tranquilidad, autonomía y, si es posible, dejar algo en orden cuando ya no esté. En la práctica, lo que recibe son propuestas estándar: un fondo mixto, algo de renta fija, un plan de pensiones. Productos sin contexto, sin conversación previa, sin una visión a medio plazo.
La mayoría no necesita una cartera perfecta, sino una estrategia comprensible. ¿Le interesa una renta vitalicia? ¿Mantener liquidez en cuentas o trasladarla a instrumentos fiscales eficientes? ¿Conviene usar un seguro con beneficiarios asignados para transmitir el patrimonio con menos costes? Preguntas razonables que requieren tiempo y que muchas veces no encuentran respuesta.
El ascenso femenino en la gestión de patrimonios
La falta de adaptación no es solo una cuestión local. Según distintos estudios de McKinsey, las mujeres ya controlan más de un tercio de los activos gestionados a nivel mundial, pero su participación en decisiones de inversión sigue siendo más baja que la de los hombres. Según esta firma, esta diferencia no se explica por falta de interés, sino por diferencias en la forma de relacionarse con el dinero y en la experiencia ofrecida por parte del sistema financiero.
Además, hay patrones distintos en las decisiones de inversión. El 64 % de las mujeres prioriza criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) al tomar decisiones financieras. Muchas también prefieren inversiones estables, diversificadas y con un propósito más allá de la rentabilidad pura. Eso no implica menor rendimiento. De hecho, los fondos liderados por mujeres o equipos diversos presentan en muchos casos resultados comparables o superiores a la media del mercado.
El entorno financiero, sin embargo, ha cambiado poco. Algunas entidades han comenzado a lanzar soluciones más adaptadas, como carteras con enfoque temático o herramientas de planificación intergeneracional, pero el grueso de la oferta sigue centrándose en perfiles generalistas, sin especial atención a los matices que rodean al inversor individual, y menos aún a las particularidades de las mujeres que gestionan capital propio o heredado.
En este contexto, las proyecciones sobre el traspaso de riqueza adquieren un papel clave. El Bank of America Institute estima que 40 billones de los 124 billones de dólares previstos para 2048 pasarán a manos de viudas, y otros 54 billones serán transferidos a hijas, nietas o familiares femeninas.
En Europa, aunque no existen estimaciones unificadas con ese nivel de detalle, las previsiones de entidades como PwC, Deloitte y el Banco Central Europeo (BCE) apuntan a que las mujeres heredarán una proporción creciente del capital familiar, especialmente en países con estructuras demográficas más envejecidas como Alemania, Italia, Francia o España. A este escenario se suman los datos de esperanza de vida. Las mujeres viven, de media, cinco años más que los hombres en Europa, lo que significa que muchas de ellas acabarán administrando solas la totalidad del patrimonio familiar en algún momento de su vida. Según Eurostat, esa diferencia se mantiene estable y afecta especialmente a mujeres mayores de 60 años que enviudan y no tienen antecedentes de participación activa en las decisiones económicas del hogar.
La evolución del sistema financiero europeo tendrá que tener en cuenta esta transformación. Las instituciones públicas ya lo están detectando. El Banco Central Europeo ha señalado que las mujeres se están convirtiendo en actores clave de la estabilidad patrimonial en la región, aunque también ha reconocido que aún existe una brecha en acceso, comprensión y aprovechamiento de los productos financieros complejos.