La música está repleta de historias de desengaño y desamor. Exactamente igual que el mundo de las empresas. Universal Music Group, uno de los conglomerados más grandes de la industria musical (factura más de 10.000 millones de euros al año y su cuota de mercado estimada es del 32%) ha puesto en pie de guerra a todo el sector tras intentar comprar una empresa, Downtown Music, por 775 millones de dólares (unos 660 millones de euros).
O lo que es lo mismo: la posible venta de una compañía que trabaja, entre otros aspectos, la gestión de derechos y royalties de compositores de temas para estrellas del pop internacional como Rihanna, Katy Perry o Beyoncé ha abierto un nuevo cisma mercantil en el que la Unión Europea va a tener que arbitrar.
La Comisión tendrá que evaluar si la compra de Downtown por parte de Universal se ajusta a las normas de competencia de la Unión Europea. Lo hará a instancias de más de 200 sellos independientes, que desde hace meses advierten que esta operación redundaría en la eliminación de competencia directa en algunos de los mercados europeos y perjudicaría, en consecuencia, el mercado interno. Bruselas dará a conocer sus conclusiones preliminares a finales de este mismo mes.
Las compras de Universal
Los críticos con la operación de Universal son claros. La multinacional, la más grande de la industria musical por encima de titanes como Sony o Warner, lleva protagonizando una agresiva política de compras desde 2023, en especial desde que en 2022 unificó toda su operativa dentro del mundo de la edición independiente en su filial Virgin Music. Desde entonces, Universal ha comprado sellos independientes y catálogos en Latinoamérica, Japón o Tailandia, pero también ha cerrado operaciones de compañías como PIAS Group en Europa o 8Ball Music, una agencia independiente de gestión, eventos y distribución.
Solo se conoce la cantidad puesta sobre la mesa para hacerse con Downtown, que opera en varios mercados: tiene un sello discográfico, también una gestora de derechos y regalías de compositores, opera canales de distribución y programas informáticos imprescindibles en la industria (como FUGA, una herramienta que utilizan los sellos para que sus autores puedan subir su música a tiendas o catálogos en línea como Apple Music o Spotify). Los independientes tienen claro que, de prosperar la compra, Universal estaría muy presente en demasiadas partes del mercado. Se acercaría al monopolio.
Universal anunció formalmente su intención de hacerse con Downtown a finales del año pasado. Desde entonces, el sector no ha dejado de moverse. Solo en lo que va de julio, WIN, siglas en inglés de la Red Internacional Independiente (de sellos discográficos) ha trasladado dos cartas abiertas a la comisaria europea de Competencia, la española Teresa Ribera. La última de ella incluye además la rúbrica de varios centenares de directivos de la industria.
Se da la circunstancia de que la CEO de WIN es otra mujer española, Noemí Planas, que lleva ya década y media en el ámbito de la representación empresarial del sector musical, en entidades como la española Unión Fonográfica o en la europea WIN. “Además del impacto de esta adquisición en los trabajadores, emprendedores y empresas de la industria musical a nivel global, lo que está en juego para los oyentes europeos es el acceso a productos de calidad, variedad e innovación”, escribía Planas a Ribera hace tan solo unos días.
Fecha clave: 22 de julio
En sus misivas, WIN pone el foco en el papel que Universal está entrañando para crear un mercado de streaming (el modelo de negocio musical en el que se basan plataformas como Spotify) de dos velocidades, en detrimento de los pequeños artistas que verían más difícil empezar a ver sus creaciones remuneradas. WIN acusa a Universal de usar su poder para cerrar acuerdos y negociar con las plataformas a espaldas del resto de la industria, pero también señala que Universal lo que quiere es hacerse con el control de muchas palancas del sector.
“Muchas empresas musicales independientes ya están vinculadas a los servicios de Downtown, lo que significa que [de cerrarse la operación] tendríamos que depender de nuestro mayor competidor para poner en contacto a nuestros artistas y su música con los fans”, señala la carta que firman más de 200 directivos de distintos sellos independientes. “La compra también daría ventaja a Universal a recopilar datos de la competencia que utiliza los servicios de Downtown”, incide.
Bruselas ahora pinta de rojo el día 22 de julio porque será en esa fecha cuando comunicará si efectivamente ve problemas en la operación de Universal y si conducirá, por ello, una investigación de fase dos, lo que retrasaría la compra. La música independiente de todo el planeta pone los ojos ahora en el Viejo Continente porque serían las instituciones comunitarias y la propia Ribera la que podría protagonizar un timonazo que el sector viene demandando desde hace ya años.
Por su parte, los directivos de Universal se han revuelto y defienden que las críticas que han hecho llegar a Bruselas son injustas. Nat Pastor y JT Myers, codirectores ejecutivos de Virgin Music, la filial de Universal que quiere hacerse con Downtown, han incidido en que las plataformas tecnológicas que la empresa va a adquirir seguirán siendo accesibles a terceros. “La cuota de mercado del sector independiente ha crecido sustancialmente, mientras que la del Universal Music Group no”, enfatizan en una nota reproducida por la agencia Reuters. “Jamás hemos tenido una sola queja de uso indebido de información de clientes”, responden, además, en referencia a las acusaciones de acceso a información que le supondría una ventaja competitiva.
El poder medido en Taylor Swift
Ahora la industria musical del planeta entero contiene el aliento ante el arbitrio de la Comisión Europea y de Teresa Ribera y su equipo en particular. No es solo un conflicto entre sellos independientes y grandes majors, es más bien entre modelos de negocio a escala y el fin de sus alternativas, según denuncian desde WIN. También es una batalla que se libra en el campo de la competencia, pero que afecta a muchas de las artistas que seguramente sonarán en tu día a día.
El sello de Downtown, sin ir más lejos, gestiona el legado de John Lennon y Yoko Ono, pero también de artistas más contemporáneos como el mexicano Peso Pluma. La matriz también gestiona derechos de compositores, esos segundas espadas de artistas de primer nivel, habiendo cerrado en el pasado acuerdos con Benny Blanco, quien además de ser pareja de Selena Gómez ha escrito temas como Diamonds para Rihanna, California Gurls para Katy Perry o Tik Tok para Ke$ha.
La música, también a nivel empresarial, deja escándalos que merecen ser cantados. Taylor Swift trabajó con un sello independiente hasta 2018, cuando descubrió que todo su catálogo pasó a manos de Scooter Braun, mánager de Justin Bieber. Por ese motivo, Swift, la reina actual de la industria musical, se volvió a editar sus primeros seis discos para poder volver a tener másteres originales de los mismos.
Tanto antes como después, la artista mantuvo relación con Universal. No le quedaba otra. Antes era su distribuidora, a través de distintas filiales de la compañía (o de EMI, que fue también adquirida por Universal por 1.400 millones en 2011), y desde 2020 es su sello discográfico. Un ejemplo gráfico de la magnitud que tiene esta compañía, ahora señalada en Europa, en la música que suena en todo el planeta.