Profesiones imposibles

“Se empieza a tomar conciencia de la importancia que tiene la visión femenina en la música”

Solo el 13 % de las direcciones musicales en España están ocupadas por mujeres. Lara Diloy es una de ellas: desde su debut en el Teatro de la Zarzuela en 2022, su carrera avanza en un entorno aún masculino

Lara Diloy, directora de orquesta
Lara Diloy

Las dotes de liderazgo son fundamentales para llevar la batuta en una orquesta. Y aunque solo el 13 % de las direcciones musicales en España están a cargo de mujeres, hay quienes, como Lara Diloy, se atreven a dar un paso adelante. Es titulada superior en Trompa y Dirección de Orquesta por el Real Conservatorio Superior de Madrid y desde su debut en el Teatro de la Zarzuela en 2022, su carrera avanza a paso firme en un entorno mayoritariamente masculino. Su próximo gran reto será dirigir La Traviata en Almería en el mes de diciembre.

La dirección de orquesta llegó a la vida de Lara Diloy como un complemento académico y terminó convirtiéndose en una vocación profunda. “La dirección de orquesta llega a mi vida con la inquietud de formar un mayor criterio como instrumentista, no tanto como una salida profesional. Finalicé los estudios superiores en las especialidades de trompa y dirección de orquesta y, tiempo después, en un encuentro con la Joven Orquesta Nacional de España, fue donde realmente sentí que era mi pasión y quería dedicarme a la dirección orquestal”, recuerda.

Una carrera de fondo que requiere de una mirada a largo plazo. “Implica mucho compromiso y el desarrollo de múltiples habilidades: exige el 100 % de nuestra capacidad. La experiencia y el manejo de algunas de ellas pesan mucho, lo que limita las oportunidades. Te diría que los obstáculos son numerosos, y en muchos casos parecidos a otras profesiones relacionadas con el liderazgo, donde no es nada fácil llegar”.

Liderazgo y repertorios masculinos

En el ámbito musical, no solo es difícil encontrar a mujeres al frente de las orquestas, también es poco común escuchar repertorios femeninos aunque, según Diloy, la tendencia está cambiando. “Por fortuna, se empieza a tomar conciencia de la importancia que tiene la visión femenina en la música, también en la creación, y las líneas de acción fundamentales para incrementar esta visión son principalmente tres. Por un lado, recuperar la voz de aquellas que abrieron camino y dar visibilidad. Es necesario conocer nuestro pasado para entender nuestro presente. Por otro lado, realizar mentorías y programas que ayuden a reconocer y desarrollar el talento femenino y asistir de manera progresiva al crecimiento en la programación. Y lo más importante, activar programas educativos con una visión clara de igualdad para que en el futuro no existan barreras.”

Su debut en el Teatro de la Zarzuela supuso un punto de inflexión. “Ese momento fue un impulso importante para mí, pero la carrera se construye día a día. Queda mucho por aprender y crecer, ese es el camino en el que estamos. Conocerse a una misma y seguir adquiriendo experiencia para afrontar los próximos pasos.”

Los datos confirman la desigualdad: solo el 13 % de las direcciones musicales de la pasada temporada estuvieron a cargo de mujeres. Para Diloy, las cifras son una llamada a la acción. “Una de las que más me impactó fue la que dio una compañera, Inma Mateu, presentando un estudio en el que de 550 bandas federadas en la Comunidad Valenciana, solo 8 son lideradas por mujeres. Las cifras son el punto de partida para hacerse preguntas, y de ahí tomar acción para cambiar las cosas. Las diferencias para nosotras no aparecen por arte de magia cuando llegamos al mundo profesional, vienen desde mucho antes y se filtran por todos los rincones. Son barreras, en muchos casos invisibles, que van generando límites.”

La directora cree que el sistema arrastra inercias difíciles de desmontar y hay que ser conscientes de la situación actual para cambiar el futuro. “Creamos las cosas desde nuestro punto de vista y, en un sistema donde el poder ha estado dominado por el género masculino, los sistemas favorecen sus puntos fuertes y restan importancia a sus debilidades (que, en muchos casos, son nuestras fortalezas). La única forma de crecer es ver esta realidad y, con todas las miradas sobre la mesa, buscar ser más fuertes y más justos. La igualdad pasa por tomar conciencia de esta realidad y buscar soluciones conjuntas.”

Esa conciencia también implica asumir una presión añadida. “Más que demostrar más, es que se añade presión porque se multiplica la exigencia. Siento que se analiza con mucha más lupa lo que ellas hacen.”

Las barreras, explica, no desaparecerán hasta que se valore plenamente la diferencia. “Mientras desde la sociedad y el sistema educativo no se refuerce el valor de la diferencia que trae el talento femenino, difícilmente llegaremos a cifras que sean parejas. La diversidad de miradas trae mejoras, juntos es mejor. Ahí está la clave.”

Música sin filtros de género

Pero la música es universal. Disfrutar de ella sin filtros de género es el objetivo último. “Mientras seamos pocas, lo primero que llamará la atención cuando salgamos al escenario será nuestra condición de mujer. Y marcará el análisis de lo escuchado desde ahí según nuestros sesgos como público. Siendo objetivos, en una interpretación con los ojos cerrados no sabríamos decir si la batuta es masculina o femenina, igual que con la interpretación de cualquier instrumento. El momento mágico llega cuando eres capaz de ver la interpretación sin ese filtro, sin señalar la diferencia evidente.”

Ese “momento mágico” que ella describe tiene mucho que ver con la manera en que entiende la música: como un lenguaje universal que trasciende las etiquetas. “El primer cambio es tomar conciencia. Se están tomando medidas y poniendo leyes sobre la mesa, pero si se hacen por ser políticamente correcto o por obligación y no por conciencia, difícilmente llegaremos a la raíz. Y con ese conocimiento, debatir, proponer los cambios e ir chequeando y mejorando. Y la forma más comprometida es hacerlo desde la unión.”

Con esa mentalidad encara su próximo desafío. En diciembre dirigirá La Traviata, en Almería. “Me enfrento desde el respeto por la tradición. Aunque ya la había estudiado antes, no paro de encontrar cosas nuevas y ahí está una de las maravillas de esta profesión. Nuestra visión de la partitura evoluciona en la medida que vamos creciendo, esto es maravilloso. Verdi es un compositor con el que conecto de forma natural gracias a su visión teatral.”

Diloy pertenece a una generación de directoras conscientes del papel que desempeñan. Sus referentes no se encuentran solo en el ámbito musical, también se fija en otras mujeres con las que convive habitualmente y de otras profesiones, como líderes empresariales o grandes escritoras. “Por supuesto, las mujeres que hay a mi alrededor: mi madre, mis amigas… son un pilar fundamental en mi vida y aprendo de ellas cada día. Admiro a mis compañeras y son fuente de inspiración, con un apunte especial para las cantantes. En cuanto al liderazgo, hace un par de años tuve un encuentro con Elena Mayoral, directora de AENA, y quedé impactada con ella. Es maravillosa en todos sus planteamientos, un ejemplo a seguir. Y aunque hay muchas más, nombraría por último a Gloria Fuertes. Creo que es bueno tener referentes desde la infancia, y no se me ocurre haber tenido mejor aliada que ella.”

A las jóvenes que sueñan con subirse por primera vez a un escenario, les deja un mensaje que resume su propia filosofía de vida: “Que estudien mucho, que se preparen. Que no tengan miedo a preguntar ni a equivocarse, que para aprender hay que hacer. Que se rodeen de gente que les quiera bien, porque el camino no es fácil y estar bien rodeado te permite levantarte más rápido en las caídas y abrazar los triunfos con los pies en la tierra. Que aunque difícil, es posible. Y que no importa la meta si no disfrutas del camino.”

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