Apenas a una hora de la capital provincial, entre los Montes de Toledo y el Campo de Calatrava, se extiende Entreparques, un territorio todavía desconocido para muchos viajeros pero que reúne algunos de los paisajes más sorprendentes de Castilla-La Mancha. Rodeado por dos gigantes de la naturaleza —el Parque Nacional de Cabañeros y las Tablas de Daimiel— este enclave se ha convertido en un auténtico refugio para quienes buscan desconectar del bullicio y reencontrarse con la calma de los entornos rurales.
Una tierra de volcanes, bosques y lagunas
Entreparques esconde una riqueza natural de enorme valor. Aquí se encuentran robledales centenarios, lagunas de origen volcánico cubiertas de nenúfares, formaciones geológicas únicas y valles en los que la tranquilidad solo se ve interrumpida por el canto de las aves.
Uno de sus rincones más especiales es Valdeibañez, en Los Cortijos, donde se pueden recorrer sendas que atraviesan espesos robledales y permiten observar el característico relieve apalachense de los Montes de Ciudad Real. Al sur, el paisaje cambia por completo: en las Navas de Malagón aparecen tres lagunas volcánicas, declaradas Reserva Natural y Zona de Especial Protección para las Aves, que acogen flamencos y otras especies migratorias.
El territorio sorprende también por lugares como el Volcán del Cerro de los Santos, con su silueta en forma de cúpula, o la Laguna de Peñarroya, donde encinas y lentiscos rodean un espectacular maar visible desde el Vértice Geodésico cercano.
Ríos y hoces que invitan a la aventura
El agua es otro de los grandes protagonistas. El río Bullaque, afluente del Guadiana, vertebra el territorio y ofrece tanto zonas de baño como espacios para practicar piragüismo. En sus orillas crece una frondosa vegetación que incluye una sorprendente colonia de nenúfares.
Un poco más al oeste, el estrecho de las Hoces constituye uno de los paisajes más sobrecogedores de Entreparques: un desfiladero donde el Guadiana se abre paso entre picos y gargantas, creando un escenario perfecto para el senderismo y la fotografía. Y no muy lejos, la Laguna de Caracuel, de origen volcánico, se convierte en refugio temporal de aves acuáticas y anfibios.

Tras las huellas de la historia
El atractivo de Entreparques no se limita a la naturaleza. El territorio atesora un importante legado cultural, que abarca desde yacimientos íberos hasta fortalezas medievales. El Parque Arqueológico de Alarcos, en Poblete, conserva restos de la ciudad íbera y medieval que vivió uno de los episodios más decisivos de la Edad Media: la batalla de Alarcos, preludio de la posterior victoria cristiana en las Navas de Tolosa.
Castillos como el de Caracuel de Corral de Calatrava, de origen musulmán, o el de Miraflores en Piedrabuena, dominando el paisaje desde lo alto, transportan al viajero a épocas de caballeros y conquistas. Y entre los vestigios más evocadores se encuentra el Puente de las Ovejas, en Pozuelos de Calatrava: un estrecho puente de piedra con siete ojos, testigo de la trashumancia de rebaños y pastores, que hoy invita a detenerse y contemplar la serenidad del Guadiana.
Un destino por descubrir
Gracias al esfuerzo de la Asociación de Desarrollo Cabañeros Montes Norte y al compromiso de los municipios que lo integran, Entreparques comienza a ganar visibilidad como destino alternativo en Castilla-La Mancha. Un lugar donde la biodiversidad, la geología y el patrimonio histórico se combinan para ofrecer experiencias únicas lejos del turismo masificado.
Quien visita este rincón de Ciudad Real descubre que no hace falta viajar muy lejos para hallar un auténtico paraíso natural en el que escuchar el silencio, caminar sin prisas y reconectar con la esencia del paisaje manchego.